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SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR
 

VIVENCIAS DE UN MAÑO EN LA URSS STALINIANA

 

 

XIII. LA VICTORIA COMUN DE LA RAZÓN

 

El premio al sacrificio

El 1945 empezó con la ofensiva y avance del ejército soviético en Polonia y el 17 de enero de 1945 caía definitivamente Varsovia. El ejército soviético inició un rápido avance que no pararía hasta el 25 de abril de 1945 día en el que se encontraron con los aliados en Teúrgo a las orillas del Elba. Nuestro ejército rodeó y aisló totalmente Berlín y el 30 de abril de 1945 fue tomado el Reichstag alemán.

Mi familia al salir de la maternidad

Para tener una idea de la batalla de Berlín hay que pensar que participaron unos 2 millones y medio de soldados soviéticos, que se emplearon 42.000 cañones y morteros, unos 6.000 tanques y 7.500 aviones. Murieron unos 100.000 civiles y 102.000 soldados soviéticos y se suicidaron unos 6.000 alemanes. La batalla duró 17 días. El encarnizamiento de la lucha era muy superior a la del desembarque de Normandia. En Normandia era terreno abierto y con ejército móvil, aquí casa por casa con defensa sólida, preparada. El nueve de mayo de 1945 el ejército alemán capituló sin condiciones, la guerra había terminado. Las banderas “victoriosas” del nazismo y fascismo mundial cayeron ante el empuje y bravura de los ejércitos aliados con el ejército soviético como vanguardia de arrojo y valentía. Quien hubiera dicho que los ejércitos del Stalin comunista salvarían al mundo occidental capitalista de su derrota y que el capitalismo americano favorecería la victoria soviética. Esta victoria será el punto clave para el cambio de la historia, no ya de la URSS si no de toda la humanidad. La alegría era enorme y la esperanza mayor, especialmente de los pueblos que tanto esperaban el final de la guerra para mejorar su situación y rebajar los calvarios de esclavitud, hambre e injusticias sin fin que sufrían en la vida. Quizá era esperar demasiado pero, los pueblos casi siempre tienen poca memoria histórica y se conforman con poco, a veces con sólo promesas.

La familia de mi esposa

Los vivos podríamos pensar en disfrutar de la paz pero, los más de 50 millones de muertos en esa guerra ya no lo verían. Sólo podemos agradecerles su sacrificio y hacer honor y gloria a su valor. Ahora como entonces me pongo a pensar en los criminales e indeseables que provocan y engendran guerras en beneficio propio, cuando en ocasiones podrían evitarlas. Hay que vivirlas y odiarlas en su atrocidad y es totalmente mentira que en los despachos de las chancillerías se comprenda la tragedia de los que luchan y mueren. Hay que vivirlo para comprender su magnitud destructora e inhumana.

Jugando al ajedrez

Cuando yo estuve en guerrillas vi una parte de Bielorrusia y Rusia pateada y ocupada por el ejército nazi. Detrás de ellos dejaban amplias zonas devastadas y arrolladas donde sólo quedaban algunas estufas hornos de ladrillo que se empleaban para cocinar y calentar las casas de los pequeños pueblos agrícolas. En mis correrías por la zona ocupada vi., personalmente, como destruían pueblos enteros quemando sus casas con bombas de termita y asesinaban a mujeres y niños al escaparse del fuego, los hombres estaban en el ejército. Me prometía a mi mismo que no debía dejar salir ningún alemán de la URSS y que al llegar a Alemania haría lo mismo, destruirlos. Mira por donde los “criminales comunistas rusos” Stalin al mando dieron la orden de destruir sólo la resistencia nazi alemana, pero no su población ni el país pues había que demostrar nuestra superioridad humana. En el avance caían también inocentes pero no aniquilados vilmente como normalmente hacían ellos y por orden del mando organizado. Si había algún desmán era esporádico y personal y si era público se castigaba. Yo conocía un oficial teniente que en el ataque a unos fortines que ocuparon mató a un soldado alemán que se entregaba. El oficial al verle salir le tiró una ráfaga, estaba atacando un puesto de resistencia y hacía unos segundos que había matado a varios de sus compañeros y subordinados. Su reacción fue instantánea y este oficial fue juzgado y degradado a pesar de sus dos años de lucha en el frente. Creo que fue injusto. Esta situación era muy similar a la que se daba en nuestra guerra civil. En los dos bandos se hacían cosas malas y crímenes injustos que no deberían haber pasado nunca pero como aquí, la diferencia era que en el lado republicano, los desmanes y los crimines los realizaban gente incontrolada que se aprovechaba del desorden y de falta de mando. Las matanzas republicanas no eran ordenadas por las autoridades competentes, como si lo eran en el bando franquista donde los asesinatos estaban ordenados y controlados por los mandos desde los órganos superiores. Órdenes y disposiciones concretas para provocar una venganza contra cualquier persona que no fuera partidaria de sus ideales.

Regresando a España

Casi todos los pueblos del tercer mundo colonizado respiraban en espera de su liberación de dependencia de los países desarrollados. La batalla, la guerra sufrida, parecía que tenía que traer una mejora substancial de las diferencias de nivel de vida de los pueblos pero, otra vez, como siempre, el final de la contienda trajo la tarea tan injusta como la guerra misma del reparto de influencias y poderes. Hoy podemos constatar que desaparecido el fascismo Hitleriano (que nos es poco) el resto queda por hacer. Las desigualdades y el número de hambrientos no ha parado de aumentar y la esperanza de disminuir es nula.

Alins del Monte (Huesca)

Fonz (Huesca)

Mis padres, Sebastián y María

Con mis hermanos Antonio, José Mª, Jacinto, Aurelio, Monserrat, Herminia y Mª Carmen

El avión I-16.  El Mosca

El avión I-15.  El Chato

 

SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR

 
 

 

 

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