El desastre siempre lleva un destello
de luz
A nosotros, los españoles, el final de la
guerra también nos traía grandes esperanzas. La conducta de España con
la división azul luchando contra la URSS no podía hacer pensar otra cosa
que Franco dejaría el poder por otro más cercano a los aliados y las
fuerzas victoriosas. Veíamos nuestro retorno como cosa hecha. Franco era
aliado de Hitler y si este caía no podía ser menos su aliado español,
como fueron los de otros tantos países, era cuestión de tiempo pero,
nuestra esperanza se fue frustrando, la espera fue eterna y la
desilusión mayor. Los llamados aliados occidentales eran demócratas de
conveniencia y les iba mejor una España franquista fascista que una
España republicana. Muchos españoles perdieron sus esperanzas para
siempre y se sintieron derrotados y engañados por Francia e Inglaterra,
en los que creíamos ver nuestra salvación. La mayoría de españoles
emigrados en la Unión Soviética reaccionó bien haciendo esfuerzos para
adaptarse mejor en la URSS creando nuestros hogares y familias como
ciudadanos soviéticos normales.
El final de la guerra se recibió en la
URSS con alegría desbordante, se había vencido y demostrado la fuerza,
física y moral del país para vencer a Alemania e imponerse como familia
progresista en el mundo desarrollado. Fuimos aceptados aunque a
regañadientes por el capitalismo como fuente de progreso y justicia.
Stalin, digan lo que quieran y aceptando muchos errores, estuvo muy por
encima de sus homólogos occidentales y demostró inteligencia y capacidad
para colaborar en bien de toda la humanidad, con todo el mundo.
Ahora llegaba otro día “R”el de la
reconstrucción.