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LAS FUERZAS AÉREAS SOVIÉTICAS EN LA GRAN GUERRA PATRIA DE LOS AÑOS 1941-1945

 

Balance y deducciones

 

El segundo período de la Gran Guerra Patria se caracterizó por las grandes victorias alcanzadas por las Fuerzas Armadas so­viéticas sobre la Alemania fascista. Conquistada la iniciativa es­tratégica, de noviembre de 1942 a diciembre de 1943 el Ejército Rojo avanzó combatiendo de 500 hasta 1.300 km, liberando casi dos tercios del territorio ocupado por los invasores. Fueron re­cuperados importantísimos centros industriales y zonas agrícolas. Las tropas soviéticas derrotaron a más de 200 divisiones del ene­migo y le destruyeron unos 25.000 tanques y 40.000 cañones.140 Gracias a los esfuerzos del pueblo soviético y de sus Fuerzas Ar­madas se crearon las premisas para la derrota completa del ejér­cito fascista.

Nuestras Fuerzas Aéreas hicieron una gran aportación al lo­gro de la victoria. En estrecha cooperación con las tropas terrestres y con la marina de guerra destruyeron grandes cantidades de material de guerra, aniquilaron nutridos contingentes de tropas enemigas y conquistaron el dominio en el aire, con lo que crearon condiciones favorables para que las tropas terrestres emprendieran operaciones ofensivas en escala aún mayor y más resueltas. En cumplimiento de las tareas de combate, la aviación realizó unas 796.000 misiones, casi el doble que en el primer período de la guerra, y aumentaron las acciones de la aviación contra los nudos ferroviarios y estaciones, puentes y pasos de los ríos, así como, contra los medios de navegación.

En 1943 se empleó en mayor escala la aviación como medio de transporte. Las unidades de la aviación de bombardeo de largo radio de acción y de la Aviación Civil transportaron a los frentes y a los destacamentos guerrilleros más de 390.000 hombres y más de 29.000 t de cargas diversas. Por la intrepidez y heroísmo mos­trados por el personal de vuelo de los regimientos de aviación in­dependientes 2°, 6° y 7°, éstos fueron convertidos en regimientos de la Guardia.

Las Fuerzas Aéreas soviéticas continuaron desarrollándose en el sentido del mejoramiento cualitativo y el crecimiento cuantitativo de su parque de aviones, así como del perfeccionamiento de su estructura organizativa y de las formas de su aplicación en las operaciones.

Numéricamente la aviación del frente aumentó en el 70 %. Fue aún más resuelta la concentración de los esfuerzos de la avia­ción en las direcciones principales. Por ejemplo, en la contrao­fensiva de Kursk participó hasta el 60 % de toda la aviación del frente y de la de bombardeo de largo radio de acción que se en­contraba en el frente soviético-alemán.

Las principales etapas de la lucha por el dominio en el aire fueron: la batalla de Stalingrado, los combates aéreos del Kubán, las operaciones aéreas realizadas en mayo y junio de 1943  y la batalla de Kursk. Las operaciones aéreas para destruir la aviación enemiga en los aeródromos eran organizadas por indicación del Gran Cuartel General del Alto Mando Supremo. En ellas inter­venían de tres a seis ejércitos aéreos de la aviación del frente y parte de la aviación de bombardeo de largo radio de acción. Du­rante estas operaciones el  enemigo perdió hasta   1.100 aviones. En el invierno de 1942 y primavera de 1943 se había debilitado la aviación alemana, lo que constituyó una importante premisa para la conquista definitiva del dominio en el aire, en el verano de 1943, por parte de nuestra aviación.  La aviación hitleriana ya no pudo prestar el mismo apoyo que en el pasado en las acciones de sus tropas terrestres y Marina de Guerra.

En las operaciones del segundo período de la guerra, conjun­tamente con los ejércitos aéreos de los frentes, participaron activa­mente otros tipos de aviación. La aviación de la Marina de Guerra atacaba a los navíos enemigos, protegía los flancos costeros de las tropas terrestres y cooperaba con ellas en las operaciones ofen­sivas y defensivas. La aviación de bombardeo de largo radio de acción cumplía tareas independientes que tenían por finalidad interceptar el transporte ferroviario y destruir objetivos militares e industriales en la retaguardia profunda del enemigo. Al coope­rar con las tropas terrestres atacaba los aeródromos, importantes estados mayores, concentraciones de reservas, fortificaciones almacenes y puentes, y también actuaba en el campo de batalla durante la preparación de la aviación para las grandes operaciones. La aviación de caza de la Defensa Antiaérea, conjuntamente con los cazas de los frentes, protegía a las tropas terrestres y los objetivos importantes del frente y la retaguardia. La coordinación de las acciones de los diversos tipos de aviación que participaban en las operaciones de las tropas terrestres, corrían a cargo del re­presentante del Gran Cuartel General del Alto Mando Supremo, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Aéreas.

En base a la experiencia adquirida se aplicaron dispositivos y formas más precisos de cooperación de la aviación con las tropas terrestres.

En las operaciones ofensivas de los años 1942 y 1943 siguió de­sarrollándose la ofensiva de la aviación, que fue empleada a plenitud por primera vez en la contraofensiva de Kursk. Esta ofen­siva consistía en la atracción permanente de todos los tipos de aviación en el campo de batalla y en la profundidad operativa a todo lo largo de la operación, lo que permitía a las tropas terrestres romper rápidamente la defensa enemiga y desarrollar la ofensiva a un elevado ritmo y en una mayor profundidad.

En las operaciones ofensivas, la actividad de la aviación del frente se concentraba, por lo general, en las direcciones principales. La preparación de aviación para la ruptura solía empezar la vís­pera de la operación, por la noche. Para realizarla se empleaba la aviación del frente y la de bombardeo de largo radio de acción, que atacaban los objetivos en la zona principal de la defensa del enemigo, a fin de destruir sus fortificaciones, aplastar las bocas de fuego y agotar y desangrar a las tropas.

La preparación de aviación anterior al ataque corría a cargo de la aviación del frente. Tal preparación coincidía en casi todos los casos con la preparación artillera. La tarea de la preparación de aviación consistía en aplastar la artillería enemiga, sus puntos de apoyo y nudos de la resistencia y en interrumpir la dirección de las tropas en la zona táctica de la defensa.

El apoyo de la aviación del ataque podía consistir en golpes con­centrados o en acciones escalonadas de grupos de aparatos de bombardeo y de asalto. Con este apoyo se destruían las baterías de artillería y morteros y los focos de resistencia con que tropezaban en su camino las tropas a la ofensiva. A la vez, la aviación ata­caba las reservas tácticas y a las tropas enemigas que emprendían contraataques.

En las operaciones ofensivas del segundo período de la guerra, los ejércitos aéreos adquirieron experiencia en lo relativo a la rea­lización del apoyo y a la protección por parte de la aviación a los ejércitos de tanques. Antes de lanzarse éstos al combate, se rea­lizaba una breve preparación de aviación para destruir los puntos de apoyo y nudos de resistencia del enemigo y aplastar sus medios antitanques, situados ante las grandes unidades blindadas y en sus flancos. Para apoyar a los ejércitos de tanques se destinaba una división de aviación de asalto y otra de aviación de caza. La expe­riencia puso de manifiesto que el éxito del apoyo y la protección a las grandes unidades de tanques en las ofensivas desarrolladas a un elevado ritmo, dependía en gran medida de la oportuna ma­niobra de la aviación.

Durante las operaciones, las Fuerzas Aéreas soviéticas adqui­rieron gran experiencia en la cooperación con las tropas al forzar obstáculos acuáticos, en el suministro en las cabezas de puente y en el bloqueo aéreo de las agrupaciones de tropas cercadas.

Se elevó la preparación operativa y táctica del personal de mando y de los estados mayores de la aviación, a lo que contri­buyó la elaboración de reglamentos e instrucciones para la actividad de las Fuerzas Aéreas, y la síntesis y difusión de la expe­riencia de las operaciones realizadas.

A finales de 1943, fue sintetizada la experiencia obtenida de la cooperación de la aviación y las tropas terrestres. En los do­cumentos elaborados se definía el contenido de la cooperación de la aviación y las tropas terrestres, consistente en la distribución de las tareas de las mismas en cuanto al lugar, momento y ob­jetivos, y también la coordinación de las acciones encaminadas a derrotar al enemigo en el campo de batalla. La misión de orga­nizar la interacción recaía sobre el Comandante en Jefe del frente, lo que le permitía aplicar la aviación de una manera eficiente en las operaciones. En estos documentos se exponían también las obligaciones del estado mayor del frente, del Comandante en Jefe del ejército aéreo y de su estado mayor, así como, de los coman­dantes en jefe de los ejércitos de tropas terrestres y ejércitos de tanques en lo concerniente a la organización de la interacción. El principio de la dirección centralizada de la aviación era conside­rado como lo más importante. En la ordenación de la dirección y de la cooperación tenían gran importancia las instrucciones para el empleo de las señales y de las comunicaciones entre las tropas terrestres y la aviación.

En el segundo período de la guerra, los estados mayores de los ejércitos aéreos y los de los ejércitos de tropas terrestres ela­boraban conjuntamente los planes de la interacción en las ope­raciones ofensivas. La peculiaridad de estos planes consistía en que las tareas de la aviación se establecían por etapas de la ope­ración y los ataques se planeaban en dependencia del momento en que habían de desarrollarse las acciones de las tropas terrestres. En el plan de la interacción se determinaban las fuerzas y los medios de la aviación para atacar uno u otro objetivo y también los procedimientos de indicación de los objetivos. Los planes eran aprobados por el Comandante en Jefe y por los miembros del Consejo Militar del frente y estaban suscritos por los comandantes en jefe de los ejércitos que tenían que actuar conjuntamente.

Uno de los factores positivos en el mejoramiento de la orga­nización de la cooperación de la aviación con las tropas terrestres, consistía en la visita sistemática de los jefes de los cuerpos y divi­siones de aviación de asalto y caza a los estados mayores de los ejércitos de tropas terrestres o de tanques para dirigir los regi­mientos subordinados a ellos. En lo sucesivo se organizaron, para este fin, puestos auxiliares de dirección en la zona en que es­taban dislocadas las grandes unidades de tropas. En septiembre de 1943, los ejércitos aéreos recibieron estaciones de radiolocali­zación, lo que contribuyó, en gran medida, al éxito en la lucha contra la aviación enemiga.

De este modo, el perfeccionamiento de los medios y procedi­mientos de dirección permitieron realizar maniobras de las Fuerzas Aéreas en una escala mayor, en las direcciones principales, acercar la dirección al campo de batalla y lograr una interacción más estrecha de las Fuerzas Aéreas con las tropas terrestres.

En 1943, nuestra aviación atacó más enérgicamente que antes al transporte operativo y a las reservas del enemigo. En cumplimiento de estas tareas fueron realizadas casi el doble de misiones que en 1941-1942, lo que contribuyó al rechazamiento exitoso de los contraataques del enemigo y a la elevación del ritmo de la ofensiva de las tropas de los frentes.

El reconocimiento aéreo desempeñó un importante papel. En 1943 aumentó en más del doble en comparación con 1942, el parque de la aviación de reconocimiento. Los regimientos de aviación de reconocimiento fueron provistos de aparatos Pe-2, que fueron empleados con éxito para realizar preferentemente reco­nocimiento operativo en una profundidad de hasta de 300 km. En septiembre de 1943, fue incorporada a cada regimiento de avia­ción de reconocimiento de los ejércitos aéreos, una escuadrilla de aviones de caza o de asalto para realizar exploración táctica.

En las operaciones ofensivas, cuando había aumentado conside­rablemente su profundidad y nuestras tropas avanzaban impetuo­samente, la aviación de reconocimiento era el medio principal, y a veces el único, de que disponía el mando para obtener datos del enemigo. En los informes de los comandantes en jefe de los frentes, y de los ejércitos, se señaló repetidamente que gracias a la buena organización de la exploración aérea, estuvieron ente­rados en todo momento de la situación en tierra y en el aire, lo que fue una importante premisa para el correcto planeamiento y realización de las operaciones.

La aviación de reconocimiento en su conjunto jugó un gran papel en el suministro de datos sobre el enemigo al mando de las tropas terrestres y de la aviación. Entre los demás tipos de exploración, la aviación de reconocimiento siguió ocupando uno de los principales lugares.

Al aumentar la escala de las operaciones ofensivas, en las cuales la aviación solía actuar masivamente, creció la importan­cia de los servicios de observación y meteorológico de las Fuerzas Aéreas. En el planeamiento y realización de las operaciones surgió la necesidad de establecer un estrecho contacto entre la actividad de estos servicios y el trabajo de los estados mayores, y especial­mente con sus secciones de operaciones y reconocimiento. Por este motivo, de acuerdo con una orden del Comandante en Jefe de las Fuerzas Aéreas del Ejército Rojo, del 15 de diciembre de 1943, el observador jefe de las Fuerzas Aéreas y los observadores jefes de los ejércitos, cuerpos y divisiones de aviación, fueron subordi­nados a los jefes de los estados mayores correspondientes con el rango de adjuntos de los mismos.

Se prestó gran atención al perfeccionamiento de los procedi­mientos de la navegación aérea y el bombardeo, para lo que se empleó en amplia escala, la radionavegación. En los aviones de caza y de asalto fueron instaladas radiobrújulas y se empezó a practicar la conducción de los cazas a los aeródromos por medio de radiogoniómetros. Fueron empleadas, con buen resultado en estos tipos de aparatos, las instalaciones de radio montadas anteriormente en los bombarderos. Todo esto permitió pasar a los vuelos en complicadas condiciones meteorológicas y reducir a menos de la mitad las pérdidas de orientación en comparación con el año 1942.

Se elevó considerablemente la precisión de los bombardeos. En el ataque convencional a objetivos de 200 X 200 m, la pro­porción de los blancos llegó en 1943 al 64%, es decir, casi el doble que en 1941. Esto permitió pasar al bombardeo en picada gracias al perfeccionamiento de los aparatos de navegación y lan­zabombas de los aviones. Influyó positivamente en la precisión y eficacia de los bombardeos el control fotográfico de sus resultados, que fue aplicado en la aviación de bombardeo de los frentes y en la de largo radio de acción.

En 1943 se elaboraron nuevos reglamentos, directivas e ins­trucciones para el servicio de observación. Fueron editadas las directivas para este servicio, que pasaron a ser la guía funda­mental para la navegación aérea hasta el final de la guerra. Se editó periódicamente la recopilación de materiales del ser­vicio de observación, que jugó un importante papel en la asi­milación de la experiencia de combate. Fueron elaborados regla­mentos e instrucciones para el bombardeo con aviones Pe-2, IL-2 y Pe-3, las normas de dispersión y de los resultados previstos de los impactos, lo que permitió evaluar de una manera más rea­lista los bombardeos. Las medidas adoptadas, en lo concerniente al servicio de observación, elevaron la eficacia de las acciones de la aviación y contribuyeron a cumplir con éxito las tareas que se le planteaban.

En 1943, y sobre todo en la batalla de Kursk, la retaguardia de la aviación cumplió perfectamente las tareas de aseguramien­to de las acciones de las Fuerzas Aéreas. Fueron construidos y restablecidos más de 1.800 aeródromos, que permitieron disper­sar el estacionamiento y lograr la maniobra de las fuerzas de la aviación de los frentes. Durante el año, los ejércitos aéreos gas­taron más de 412.000 t de bencina y aceite, y arrojaron casi 100.000 t de bombas.

A fin de que la aviación no quedara rezagada de las tropas terrestres en las operaciones ofensivas, en los planes de asegura­miento de la retaguardia se estipulaba la creación de comandan­cias de vanguardia para los batallones de servicio de aeródromo, que avanzaban detrás de las unidades atacantes y ocupaban rá­pidamente los aeródromos arrebatados al enemigo para recibir las unidades de aviación y asegurar sus acciones.

Por otra parte, durante el desarrollo de las ofensivas de las tropas terrestres en una gran profundidad, se dieron casos en que se demoró el estacionamiento de las unidades de la aviación de caza y de asalto. Esto se debió a que los ejércitos aéreos no tenían suficientes batallones de ingeniería de aeródromo, era reducida su maniobrabilidad y no se contaba con los equipos necesarios para la construcción de aeródromos. Hubo también casos de de­mora en el estacionamiento por quedar en malas condiciones los aeródromos, sobre todo en los períodos de deshielo, en la primavera y el otoño.

La retaguardia de los ejércitos aéreos trabajó mucho para en­mascarar los aeródromos. La actividad fundamental en este as­pecto consistía en crear aeródromos ficticios. En el 16° ejército aéreo había talleres especiales dedicados a construir maquetas de aviones. Este tipo de aeródromos jugó un importante papel, ya que ellos recibieron el 60% de los golpes de la aviación enemiga, lo que redujo considerablemente las pérdidas de aviones.

El servicio de ingeniería de aviación, reorganizado a finales de 1942, se fortaleció considerablemente en el segundo período de la guerra. Se elevaron los conocimientos especiales y la expe­riencia de trabajo de los ingenieros y técnicos. El personal de este servicio trabajó de una manera más organizada y con su ab­negado esfuerzo hizo una gran aportación en el aseguramiento del cumplimiento exitoso de las tareas que se planteaban a la aviación.

Fue realizado un gran trabajo para reorganizar y ampliar los talleres de reparación de las Fuerzas Aéreas. Se crearon bases de reparación de aviones, integradas por 4 talleres ambulantes para la reparación de los aviones y para la reparación de los equipos de los mismos. Estas bases servían a las divisiones de aviación y los talleres de reparación de aviones, a los regimientos de aviación. También se organizaron bases especializadas ambulantes para la reparación de motores, hélices, aparatos de radio e instalaciones eléctricas. Se amplió la producción de piezas de repuesto para los aviones y motores en los talleres de reparación de los frentes.

Gracias a las medidas adoptadas, fue creada una potente red de reparación de aviones. Las brigadas fabriles realizaron un gran trabajo de reparación de la técnica de aviación. Esas brigadas re­pararon 2.303 aviones en 1943. Se redujo sin cesar el porcentaje de aviones averiados en las Fuerzas Aéreas de los frentes.

A la elevación de la reparación contribuyó en gran medida el trabajo de los racionalizadores, que perfeccionaron las instalacio­nes tecnológicas y construyeron dispositivos y equipos que me­joraron la reparación y explotación de la técnica.

El desarrollo de la táctica de los diversos tipos de aviación se debió, ante todo, al empleo de nuevos tipos de aviones y a la mo­dificación de los anticuados y también a la utilización de la co­municación por radio en la dirección de la aviación.

Aprovechando la superioridad cualitativa de sus aviones, la aviación de caza actuó en pequeños grupos a lo largo del frente y escalonó en altura su dispositivo de combate, lo que le propor­cionaba una gran maniobrabilidad al enfrentarse al enemigo.

En la primavera y verano de 1943, siguió desarrollándose el dispositivo de combate. El escalonamiento en altura de los cazas se practicaba tanto en el itinerario del vuelo como al patrullar en la zona de operaciones. Al entrar en explotación nuevos tipos de aviones (especialmente el La-5), nuestros pilotos aplicaron aún a mayor escala la maniobra en el plano vertical.

También contribuyó al éxito en la actividad de los cazas, el perfeccionamiento de la dirección de los mismos desde tierra y en el aire por medio de la radio. Se hizo factible la transmisión de información a su debido tiempo a los pilotos acerca de la situación en el aire, así como la conducción al objetivo y el aviso del peligro de ser atacados por los cazas del enemigo. Mejoró la incorpora­ción de cazas de refuerzo al combate aéreo por medio de la lla­mada a los aeródromos de los grupos de aparatos de guardia. El mejoramiento cualitativo de los aviones y el empleo de la radio permitió adelantar la zona de patrullaje desde la primera línea al territorio enemigo, lo que hacía mayor la posibilidad de inter­ceptar los aparatos enemigos.

Los combates aéreos se libraron ya entre grupos de aviones y su duración fue mayor. En algunos casos se peleó durante todo el día, convirtiéndose los combates en batallas aéreas. A las divi­siones de la aviación de caza se les asignó zonas o franjas para actuar. Esto contribuyó a la elevación de la responsabilidad de los jefes por la intercepción y destrucción de los aviones enemi­gos y al desarrollo ulterior de la actividad de nuestros cazas.

Fue aplicada en mayor escala la «caza libre». Durante la contraofensiva de las tropas soviéticas, en el invierno de 1943, esa «caza» se empleó con éxito en la lucha contra los aviones de trans­porte enemigos, que abastecían la agrupación de tropas alemanas cercadas. Durante la primavera, esos «cazadores» volaban en el Kubán por los itinerarios de los bombarderos fascistas, a los que atacaban por sorpresa, causándoles grandes pérdidas. Se aplicó en mayor medida el bloqueo de los aeródromos. Para cada uno de estos se solían destacar dos o tres pares de cazas, que volando a una altura hasta de 2.500 m atacaban a los aparatos del enemigo que trataban de despegar.

Para proteger las acciones de los bombarderos diurnos y a los aparatos de asalto, lo más frecuente era que fueran escoltados por cazas hasta el objetivo y después al regresar al aeródromo. Se ad­quirió experiencia de protección de los aviones en la zona del objetivo. En estos casos, los cazas llegaban a la zona del objetivo 2 ó 3 min antes que los aparatos de bombardeo o asalto, entabla­ban combate con los cazas enemigos o les hacían alejarse de la zona. A veces nuestros cazas acudían al lugar de posible apa­rición del enemigo y formaban escalones en los accesos a la zona de acción de sus aparatos de bombardeo y asalto.

En cuanto a la aviación de asalto, en el segundo período de la guerra se amplió el volumen y el contenido de sus tareas. Mien­tras que antes la misión fundamental de los aviones de asalto con­sistió en atacar a las columnas enemigas de tanques y motorizadas, en el segundo período, esta aviación se dedicó a cooperar con nuestras tropas en las operaciones defensivas y ofensivas, a atacar el transporte ferroviario y por carretera y a realizar reconocimiento aéreo. En las operaciones ofensivas los aparatos de asalto prestaron el apoyo necesario a las tropas, sobre todo a las grandes uni­dades de tanques al desarrollar la ofensiva y durante la persecu­ción del enemigo al retirarse.

Al cumplir las tareas, los aparatos de asalto empleaban, pre­ferentemente, dos procedimientos de combate: los golpes concen­trados de los grupos de aparatos, en un número tal que oscilaban entre los efectivos de un regimiento y una división, o bien las ac­ciones escalonadas de grupos de 6 a 12 aparatos. Además, este tipo de aviones aplicaba ampliamente el método de la «caza libre». En este caso, a las tripulaciones se les asignaba una zona o franja de acción y se les concedía libertad para elegir el objetivo y atacarlo. Por lo general, los aparatos de asalto «cazadores» operaban en parejas o en patrullas. El vuelo se efectuaba a poca altura, aprovechando el relieve del terreno y las condiciones meteoro­lógicas.

El dispositivo de combate fundamental de la aviación de asalto era la pareja de aviones. La escuadrilla actuaba casi siempre con 6 u 8 aparatos y su dispositivo de combate era el «escalón» o la «cuña» y el del regimiento, de acuerdo con las proporciones del objetivo, las escuadrillas formando «serpientes» o «columnas de escuadrillas». Para elevar su capacidad se empleaba ampliamente el dispositivo de «círculo» de aparatos independientes, parejas y patrullas, que les proporcionaban una buena cooperación del fuego de sus armas, la visión circular y una amplia maniobra. Para atacar a la arti­llería antiaérea en la zona del objetivo, se empleaban parejas o grupos de aviones.

Fueron muy utilizadas las bombas de fragmentación, rompe­doras e incendiarias y el líquido inflamable «KS» en ampollas AZH-2. En la batalla de Kursk se arrojaron, por primera vez, bombas de aviación antitanques, que elevaron considerablemente la eficacia de los ataques a los tanques, cañones autopropulsados, trenes blindados y otros objetivos de difícil puntería.

El pertrechamiento de la aviación de asalto con el avión bi­plaza IL-2, que tenía un ametrallador en la semiesfera posterior elevó considerablemente su capacidad defensiva contra los cazas. Por poseer un poderoso armamento artillero, el IL-2 del año 1943 se empleó en gran escala para atacar no sólo a los aparatos de bombardeo y transporte, sino también a los cazas, y en algunos casos se utilizó para proteger a las tropas terrestres.

Se perfeccionó la táctica de la aviación de bombardeo en unas condiciones en que se estaba pasando al empleo de nuevos tipos de aviones, especialmente el Pe-2. Durante su utilización se des­cubrieron nuevas posibilidades combativas en tales aviones y se les aplicó preferentemente para el bombardeo en picado con un ángulo de 50° a 60°. En el 2° cuerpo de aviación de bombardeo de la guardia realizaban el bombardeo en picado escuadrillas enteras, lo que daba excelentes resultados al atacar puentes, pasos de los ríos y fortificaciones. La experiencia adquirida fue sinte­tizada a finales de 1943 y recogida en unas instrucciones especiales. Desde la segunda mitad de 1943, la aviación de bombardeo empezó a actuar con regimientos y divisiones completas, lo que elevó la eficacia de sus golpes y aumentó su capacidad defensiva.

En los bombardeos nocturnos se empleaban en muchos casos las bengalas. Para dirigir los aviones al objetivo se utilizaban los rayos de los proyectores y los disparos de proyectiles artilleros tra­zadores. Fue organizado un riguroso control de los resultados de los bombardeos. En la aviación de bombardeo de largo radio de acción, entre los jefes, cuadros políticos y oficiales de los estados mayores se designaban los encargados de realizar el control, que una vez, terminado el bombardeo, permanecían en la zona del mismo para observar la precisión con que habían arrojado las bombas todas las tripulaciones. Esta medida elevó la eficacia de los golpes.

A partir del verano de 1943, los cuerpos y divisiones de la aviación de bombardeo de largo radio de acción, emplearon dis­positivos de combate más perfectos. Además del grupo atacante se designaban aparatos de protección, que se encargaban del bloqueo de los aeródromos enemigos, de la destrucción de los medios de la defensa antiaérea, la búsqueda e indicación del objetivo, el control fotográfico y el reconocimiento meteorológico. Mejoró la coope­ración de la aviación de bombardeo de largo radio de acción con las tropas y con la aviación de los frentes. Los ejércitos aéreos prepararon para sus tripulaciones, aeródromos nocturnos de re­serva y la transmisión radial. Asimismo se designó aviones Pe-2, encargados de iluminar e incendiar los objetivos que habían de ser atacados.

El éxito de las acciones de las Fuerzas Aéreas dependió, en gran medida, de la buena organización del trabajo político del Partido, que fue orientado, ante todo, a la prestación de apoyo al mando en el cumplimiento de las tareas encomendadas. Y este trabajo se basaba en las disposiciones del Comité Central del Partido Comunista y las órdenes e instrucciones del Alto Mando Su­premo y de la Dirección General Política de las Fuerzas Armadas de la URSS.

Por Decreto del Soviet Supremo de la URSS, del 10 de noviembre de 1942, a los jefes de las unidades y grandes unidades de aviación se les autorizó a condecorar a los combatientes que se hubieran distinguido en los combates. Esto eliminó los trámites de la condecoración. En enero de 1943, fueron implantados nuevos signos distintivos (las hombreras) para los combatientes. A fin de desarrollar en los aviadores un elevado sentido del deber militar, se adoptó la decisión de conceder nombres de las ciudades libe­radas a las unidades y grandes unidades que se hubieran distin­guido en los combates por dichas ciudades.

Una de las tareas más importantes de todo el trabajo ideológico y político en las unidades y grandes unidades de aviación, consistió en la profunda y múltiple explicación a los combatientes de las Fuerzas Aéreas del contenido de los documentos y de las exigencias del Partido y del Gobierno. Se difundió a diario la experiencia de combate y el heroísmo de los aviadores. Y todo se unía al desarrollo del sentido de la ayuda mutua y de la hermandad combativa.

Los organismos políticos y las organizaciones del Partido, prestaron gran atención al desarrollo del movimiento patriótico consistente en la recaudación de recursos para construir aviones, que fue iniciado por los koljosianos de la región de Sarátov. El personal de las unidades y grandes unidades de aviación se hizo eco calurosamente de esta iniciativa. Por ejemplo, para el 8 de enero de 1943, el 2° ejército aéreo había recolectado, para ese fin, más de 1.764.000 rublos. Con lo recaudado en 1943 entre los trabajadores y combatientes, fueron construidos 1.360 aviones militares. Este patriótico movimiento fue un exponente del amor de los soviéticos por su aviación y de su aspiración a derrotar lo antes posible al odiado enemigo.

Se prestó gran atención a la propaganda del pasado heroico de nuestro pueblo y nuestro ejército. En relación con esto, la Dirección General Política envió a las tropas el 25 de mayo de 1943 una directiva especial, se dieron charlas temáticas y se hicieron informes, en los que participó activamente el personal de mando.

La reorganización de los organismos políticos y de las organizaciones del Partido y del Komsomol, efectuada de acuerdo con la decisión del Comité Central del Partido Comunista, del 24 de mayo de 1943, tuvo gran importancia para el trabajo político del Partido. Las obligaciones del adjunto del comandante de grandes Unidades para el trabajo político, eran compartidas con las funciones de jefe de la sección política. En las escuadrillas de aviación, compañías y batallones de servicio de aeródromos fue supri­mido el cargo de adjunto del jefe para el trabajo político. En los regimientos de aviación de bombardeo de largo radio de acción y también en las unidades de la aviación de bombardeo y transporte, fueron creados burós del Partido y del Komsomol equiva­lentes a comités, y en las escuadrillas, organizaciones de base. Muchos cuadros jóvenes pasaron a dirigir las organizaciones del Partido y del Komsomol.

La hábil combinación de las diversas formas de trabajo de los Organismos políticos y de las organizaciones del Partido de las Fuerzas Aéreas aseguró una elevada moral de los aviadores, que unida a su maestría combativa, suscitó en ellos la audacia, arrojo y heroísmo en el combate. Es un testimonio de los méritos com­bativos de la aviación soviética, el incremento del número de con­decoraciones y de nombres honoríficos concedidos a las unidades y grandes unidades. En el segundo período de la guerra, la aviación de la guardia fue complementada con 107 regimientos, 34 divisiones y 7 cuerpos de aviación. En 1943 pasaron a ser cuerpos de aviación de la guardia el 1° de caza (mandado por el general E. Beletski), el 2° de bombardeo (mandado por el general V. Ushakov), el 1° mixto (mandado por el general V. Aladinski) y el 1° de asalto (mandado por el general V. Razánov). Las primeras divisiones de aviación de la guardia fueron la 220° De caza (mandada por el coronel A. Utin), la 226° de asalto (man­dada por el coronel F. Boldirijin) y la 263° de bombardeo mandada por el coronel F. Dóbish). En ese período fueron condecoradas 44 unidades y grandes unidades de aviación y 148 recibieron denominaciones honoríficas. Fueron condecorados miles y miles de aviadores.

En las victorias alcanzadas por la aviación soviética corres­ponde un gran mérito a las Fuerzas Aéreas de las regiones mili­tares y a las escuelas de aviación, que en las difíciles condiciones de la guerra, proporcionaron al frente el número suficiente de cuadros y reservas con una buena preparación.

El balance del segundo período de la guerra demuestra que en la tensa lucha contra la Alemania fascista, la aviación soviética fue una fuerza tal que obligó a la flota aérea hitleriana a pasar a la táctica de las acciones defensivas. Las Fuerzas Aéreas soviéticas privaron a la aviación alemana de la capacidad de ejercer una gran influencia en el curso de la lucha armada en todo el frente soviético-alemán. En los combates y batallas librados adquirieron una experiencia cada vez mayor y se fortalecieron el sentido organizativo. Su creciente poderío determinó en gran medida la continuación exitosa de las operaciones ofensivas del Ejército Rojo en el siguiente período de la guerra.

 

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