VVS >> Otros articulos >> Operaciones de la VVS 1941-1945 >> Parte 2, capítulo VI

 

 

LAS FUERZAS AÉREAS SOVIÉTICAS EN LA GRAN GUERRA PATRIA DE LOS AÑOS 1941-1945

 

CAPITULO VI

Las Fuerzas Aéreas en los combates del Kubán

A finales de marzo de 1943 se había estabilizado el frente en el sur del país, a excepción del Kubán. El mando hitleriano confiaba en mejorar su tambaleante situación, después del desastre sufrido por sus tropas en Stalingrado y forjó nuevos planes de ofensiva en el frente soviético-alemán. En el cumplimiento de estos planes se asignaba un lugar especial a la agrupación de tropas que se defendían en la península de Tamán, a la que se le enco­mendaba la misión de mantener esa plaza de armas para em­prender una nueva ofensiva en el Cáucaso y atraer el mayor contingente posible de tropas soviéticas de la dirección oeste.

Para hacer fracasar este propósito, el Gran Cuartel General del Alto Mando Supremo ordenó a las tropas del Frente del Cáu­caso Norte, derrotar en el Kubán a la agrupación enemiga. En los primeros días de abril de 1943, la situación era muy complicada en el frente. Nuestras tropas, que tropezaron con una resistencia cada vez mayor del enemigo, no pudieron romper su defensa, ya que fueron bien aprovechadas las peculiaridades del relieve, espe­cialmente, los ríos Kubán, Adagum y Vtoraya, de la cuenca del mar de Azov, qué tenían sus orillas cubiertas de juncos y mato­rrales.  Estaba muy bien fortificado el sector montañoso, que iba de la orilla del Mar Negro, en la zona de Novosibirsk hasta la estación de Krímskaya. Casi todas las alturas y puntos poblados habían sido convertidos en puntos de apoyo y nudos de resistencia. Donde más resistencia ofreció el enemigo, fue en los accesos a la estación de Krímskaya. Aferrándose a cada línea intermedia, a menudo, emprendía contraataques apoyados por potentes golpes de la aviación.

El 17° ejército alemán tenía 16 divisiones. Las tropas del Frente del Cáucaso Norte superaban al enemigo como sigue: en infantería y tanques, el 50%, y en artillería, algo menos.

La situación en el aire se caracterizaba en el Kubán por una gran actividad de la aviación de ambas partes y el aumento de la escala y la tensión de la lucha por el dominio en el aire. Al sentir la insuficiencia de tropas terrestres, el enemigo confiaba en frustrar la ofensiva de las tropas soviéticas con ayuda de la aviación, así como en aniquilar al destacamento que había desem­barcado en Misjako. A mediados de abril, en los aeródromos de Crimea y Tamán, el enemigo concentró las fuerzas fundamentales de su 4° flota aérea, que contaba con 820 aparatos. Además, para las acciones en el Kubán envió no menos de 200 bombarderos que se encontraban en los aeródromos del sur de Ucrania.

La aviación de caza alemana no era muy numerosa pero estaba formada por unidades seleccionadas, las de mayor capacidad com­bativa, entre ellas las escuadrillas 39° y 51° y también un grupo de ases. Todas las unidades de aviación enemigas contaban con aparatos Me-109 y FW-190 de nuevo tipo.

Las Fuerzas Aéreas del Frente del Cáucaso Norte disponían, a principios de abril, de 250 aviones del 4° ejército  aéreo (coman­dante en jefe, el general N. Naumenko, adjunto para el trabajo político el general F. Vierov y jefe del estado mayor el general A. Ustínov), 200 aparatos del 5° ejército aéreo (comandante en jefe, el general S. Goriunov, adjunto para el trabajo político, el ge­neral A. Grubich y jefe del estado mayor, el general S. Sniakov), 70 aviones del grupo aéreo de la Marina de Guerra del mar Negro y un grupo de 60 aparatos de la aviación de bombardeo de largo radio de acción. En total, las Fuerzas Aéreas del Frente contaban con 600 aparatos. Para el 20 de abril, de la reserva del Gran Cuartel General del Alto Mando Supremo fueron enviados al frente, el 2° cuerpo de aviación de bombardeo del 4° ejército aéreo (el cuerpo estaba mandado por el general V. Ushakov), el 3° cuerpo de aviación de caza (al mando del general E. Savitski), el 2° cuerpo mixto de aviación, perteneciente al 5° ejército aéreo (era jefe del cuerpo el general N. Eremenko), y la 282° división de aviación de caza, al mando del coronel S. Danílov.

También fue reforzada la aviación de bombardeo de largo radio de acción, al frente de la cual se encontraba el general N. Skripko, adjunto del comandante en jefe. Como complemento a la 50° división de aviación de bombardeo, fue enviada al frente la 62° división de ese tipo de aviación, y en mayo pasó a formar parte del 6° cuerpo de aviación (del que era jefe, el general G. Tripikov), de nueva formación.

El 20 de abril, las Fuerzas Aéreas del Frente del Cáucaso Norte, conjuntamente con la aviación de refuerzo de la Marina de Guerra del Mar Negro, el grupo de aviación de bombardeo de largo radio de acción y los cuerpos de aviación cedidos por el Alto Mando Supremo, contaban en total con 900 aviones militares, de los que se encontraban 800 en la aviación del frente (370 de caza, 170 de asalto, 165 de bombardeo diurno y 105 de bom­bardeo nocturno). Esto permitió acabar con la situación desfavo­rable en que se encontraba nuestra aviación en cuanto a la corre­lación de fuerzas.

Sin embargo, por cuanto el enemigo había emprendido la ofen­siva en la zona de Misjako el 17 de abril, en los tres primeros días, hasta el 20, nuestra aviación se encontró en situación desfa­vorable. El hecho de que ambas partes hubieran concentrado grandes masas de aviación en un sector limitado, hacía prever que se libraría una tenaz e intensa lucha en el aire.

Para asegurar una dirección más segura y centralizada de la aviación de los dos ejércitos aéreos, a principios de abril fue creado el estado mayor de las Fuerzas Aéreas del Frente del Cáu­caso Norte. Fue designado comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas del frente, el general K. Vershinin. La dirección general y la coordinación de las acciones de la aviación de los frentes del Cáucaso Norte, Sur y Sudoeste corrió a cargo del mariscal de aviación A. Nóvikov, representante del Gran Cuartel General.

La capacidad combativa de las Fuerzas Aéreas del frente era muy elevada. Los ejércitos aéreos tenían unidades muy bien pre­paradas. Había mejorado notablemente el parque de aviones desde el punto de vista cualitativo, en comparación con el que existía en las operaciones anteriores. En la aviación de bombardeo, los aparatos modernos constituían el 65% del total, mientras que en la ofensiva de invierno en el Cáucaso Norte tal porcentaje sólo era del 25 al 30%. La aviación de caza, estaba pertrechada en su casi totalidad de nuevos aparatos Yak-1, Yak-7b y La-5. Los ejércitos aéreos tenían un número reducido (acerca de 11%) de aparatos americanos e ingleses: los bombarderos B-20 y B-3 y los cazas «Aerocobra» y «Spitfire».

Las condiciones de estacionamiento de la aviación de ambos bandos eran distintas. Debido al deshielo y de haber quedado fuera de servicio la mayoría de los aeródromos de campaña, se vieron limitadas las acciones de la aviación soviética, mientras que los aeródromos permanentes de hormigón de Crimea y del sur de Ucrania, empleados por los alemanes, permitían a estos actuar con toda intensidad.. Como consecuencia del deshielo y de las dificultades que ofrecía la construcción de aeródromos en las zonas de la costa del Mar Negro, las bases de nuestra aviación estaban muy con­centradas. Los caminos que conducían a los aeródromos, tampoco, podían ser utilizados en primavera.

Al apreciar la situación de la aviación, se advierte que las dos partes poseían numerosos aviones. Nosotros teníamos superioridad en cuanto a la aviación de caza, pero el enemigo nos aventajaba considerablemente en aviación de bombardeo y tenía condiciones mucho mejores para el estacionamiento de los aparatos y para maniobrar con ellos.

La preparación de la operación empezó a mediados de marzo de 1943. El Comandante en Jefe de las tropas del Frente del Cáucaso Norte decidió asestar el golpe principal en la dirección de Krímskaya y Anapa para fraccionar y después aniquilar por partes a la agrupación enemiga y ocupar la península de Tamán. La tarea más importante en la ruptura de la defensa alemana correspondería al 56° ejército. Las tropas del 37° ejército tenían que derrotar a los hitlerianos en la zona de Kiévskaya y Varenikóvskaya.   También se planeó que en lo sucesivo, ambos ejércitos desarrollarían la ofensiva en la dirección del estrecho de Kerch.

A las Fuerzas Aéreas del frente se les encargó que conquis­taran el dominio en el aire, protegieran con firmeza a las tropas terrestres, cooperaran con ellas en la ofensiva del 56° ejército y apoyaran la enérgica defensa de nuestras unidades de desembarco al sudoeste de Novosibirsk. Además debían realizar reconoci­miento aéreo.

El Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas del frente elaboró el plan de la ofensiva aérea. Los esfuerzos de la aviación se concen­traban en las direcciones de Krimskaya y Novosibirsk. Se preveía que en caso de que la aviación enemiga no actuara en la zona de Misjako, habría que dedicar toda la aviación a apoyar al 56° ejército.

Se concedió gran importancia a la organización de la coope­ración entre los distintos tipos de aviación. Se estipulaban subor­dinar al Comandante en Jefe del 4° ejército aéreo algunos regi­mientos de aviación del 5° ejército aéreo. Se acordó llevar a cabo la interacción de la aviación del frente y de las Fuerzas Aéreas de la Marina de Guerra del Mar Negro, mediante la dis­tribución de las zonas y del tiempo de la acción y también subor­dinando operativamente algunas pequeñas unidades de la aviación de caza del 5° ejército aéreo al Comandante en Jefe de las Fuerzas Aéreas de la Marina de Guerra del Mar Negro.

Para dirigir toda la aviación, además del puesto de mando del frente, instalado en Abínskaya, se situaron puestos auxiliares de dirección de las Fuerzas Aéreas del frente, en tanto que los puestos auxiliares de los ejércitos aéreos 4° y 5° fueron aproximados a la línea del frente. A las divisiones de infantería se enviaron repre­sentantes de la aviación.

Para conducir y dirigir los aparatos de caza en el combate en la línea del frente se montaron cinco estaciones de radio, tres de las cuales se encontraban en la zona de la ofensiva del 56° ejército.103 Una de esas estaciones —la principal— se encontraba a 4 km de la línea del frente y en realidad era el puesto de mando de toda la aviación de caza del 4° ejército aéreo.

Para preparar la actividad de la aviación, en abril se cele­braron conferencias del personal de vuelo de las divisiones de aviación, para analizar y generalizar la experiencia combativa de las anteriores operaciones, en las que los mejores pilotos com­partieron sus conocimientos con los jóvenes aviadores. _ «No se elu­dieron las disputas fogosas —recuerda A. Vershinin, mariscal principal de aviación—, y a veces, el recurso táctico discutido era sometido a la prueba en el aire, pero en definitiva se llegaba a una opinión unánime. Aceptamos muchas recomendaciones muy valiosas relativas a cuestiones que, una vez terminada la discusión, eran adoptadas  con carácter obligatorio y por las  que se regían después todas las grandes unidades.»104

En aquellos días se popularizó ampliamente la experiencia de los maestros del combate aéreo: A. Pokrishkin, los hermanos D. y B. Glinka, V. Fadéiev, V. Semenishin, G. Rechkálov y muchos otros. El jefe de escuadrilla capitán A. Pokrishkin, era famoso, con todo derecho, entre los pilotos como el mejor innovador de los recursos tácticos más perfectos del combate aéreo. En las peleas de la aviación en el Kubán, Pokrishkin era ya un jefe con gran experiencia, puesto que había realizado más de 350 misiones de combate y derribado unas dos docenas de aparatos enemigos. Ya, en el segundo día de guerra, abatió el primer avión fascista en com­bate sobre lassi. En el Kubán, Pokrishkin mostró con su ejemplo personal, la superioridad del orden combativo escalonado por altura, tanto en cada grupo de cazas como entre ellos.

El 16° regimiento de aviación de caza de la guardia (man­dado por el teniente coronel N. Isáev, Héroe de la Unión Sovié­tica), en el que se formó el futuro Héroe de la Unión Soviética piloto Pokrishkin, era considerado con todo fundamento uno de los mejores regimientos de aviación.

Es digno de mención el trabajo del mando y del estado ma­yor del 4° ejército aéreo en lo referente a la generalización de la experiencia combativa entre el personal. En marzo y abril, a to­das las unidades del ejército se les ofrecieron amplias informa­ciones acerca de los procedimientos tácticos más convenientes y de los órdenes combativos de los cazas, del aprovechamiento al máximo en los combates aéreos de la maniobra vertical y de la necesidad de buscar constantemente al enemigo y obligarle a combatir.

Se prestó gran atención a la trasmisión de la experiencia de combate al personal de vuelo de los cuerpos de aviación procedentes de la reserva del Gran Cuartel General del Alto Mando Supremo. Se realizaron combates aéreos de exhibición y encuentros de los pilotos de caza principiantes con los hermanos Glinka, que en aquellos tiempos habían derribado ya en combate más de 30 apa­ratos. En la 216° división de aviación de caza fue formado un grupo de pilotos con gran experiencia, que durante cinco días dieron a conocer a los pilotos del 3° cuerpo de aviación de caza las particularidades de las acciones de los cazas en el Kubán y reali­zaron, como jefes de grupo, varios vuelos de combate con ellos. Para los jefes de las divisiones y regimientos de aviación, fueron organizadas visitas a la estación principal de radio para la con­ducción y dirección de los vuelos y allí pudieron observar los combates de sus subordinados, lo que les permitió conocer los as­pectos positivos y negativos de su actuación.

En el sistema del trabajo político del Partido, eran muy im­portantes las reuniones breves o relámpago, como se les llamaba en aquellos tiempos. En los regimientos y grandes unidades de aviación se hacían informes, sistemáticamente, acerca de los si­guientes temas: «El armamento en buenas condiciones garantiza el éxito en el combate aéreo», «Hay que entregar todas las fuerzas para derrotar al enemigo», etc. En las escuadrillas se hacían in­formaciones políticas sobre el tema «El héroe de los combates li­brados hoy». En los aeródromos, al pie de los aviones, en los puestos de mando y en las barracas se fijaban una o dos veces al día volantes combativos en los que se relataban las hazañas de los pilotos y de los combatientes de las unidades de servicios. Se pres­taba gran atención a la difusión de los hechos heroicos de los aviadores, en los periódicos del ejército y la división. Todo esto desempeñó un importante papel en la elevación de la maestría combativa de los pilotos y en la movilización de todo el personal, para cumplir exitosamente las tareas planteadas al ejército aéreo.

La plaza de armas ocupada por nuestras tropas en la zona de Misjako, era motivo de gran preocupación para el enemigo y ade­más, trababa a grandes contingente de sus fuerzas. Por ello, el mando alemán decidió, a mediados de abril, liquidarlo y creó a este fin el grupo de Ventzel, que contaba con tres divisiones de infantería reforzada con tanques y aviación.

El 17 de abril, después de una intensa preparación de la ar­tillería y la aviación, el enemigo emprendió la ofensiva apoyado por 450 aviones de bombardeo y 200 de caza. Por nuestra parte, en la zona de Misjako podían actuar hasta 500 aviones, com­prendidos 100 bombarderos. Los principales aeródromos de nues­tra aviación se encontraban al oeste y nordeste de Krasnodar, a una distancia de 150 a 200 km de la zona de Misjako y la ruta de los aviones del 4° ejército aéreo pasaba por el contrafuerte de la cordillera principal del Cáucaso, cubierta, a menudo, en aquella época por las nubes. Los aeródromos más importantes del enemigo se hallaban en la llanura de la península de Tamán, a 50-100 km de Misjako. Aprovechando esas condiciones favorables, la aviación enemiga empezó a bombardear en grupos de 30 a 40 aparatos el orden combativo y los muelles de la plaza de armas. Las tro­pas soviéticas, que se defendían allí se vieron en una situación muy grave. Desde el 17 al 19 de abril se libraron encarnizados combates aéreos en la zona de Misjako, con resultado alterno. Los pilotos soviéticos causaron grandes bajas a la aviación enemiga, reduciendo la eficacia de sus golpes, pero no se pudo evitar sus ataques por la insuficiencia de aviones.  Con el enérgico apoyo de la aviación, los valerosos combatientes del destacamento de desem­barco mantuvieron sus líneas. Sólo al precio de grandes pérdidas, el 18 de abril consiguieron los alemanes romper la primera línea de defensa y penetrar 1 km en la profundidad del orden comba­tivo de nuestras tropas.

La actuación de la aviación de ambas partes, alcanzó su máxi­ma tensión en la zona de Misjako, el 20 de abril. Habiendo aproximado el enemigo sus reservas se dispuso a emprender la ofensiva general con la finalidad de dividir a nues­tras fuerzas en dos partes para aniquilarlas por separado. Por nuestra parte, ese día entraron en combate por primera vez los cuerpos de aviación enviados por el Alto Mando Supremo, lo que permitió asestar en esa jornada dos golpes masivos al orden com­bativo de la infantería y artillería enemigas, que se enfrentaban al destacamento de desembarco.

La actividad de nuestra aviación fue muy exitosa ese día y en realidad predeterminó el fracaso de la ofensiva fascista. Al eva­luar sus acciones, el general K. Leselidze, comandante en jefe del 18" ejército, escribió: «Los golpes masivos de nuestra aviación al enemigo, que trataba de aniquilar a las unidades de desembarco en la zona de Misjako, han desbaratado sus planes. Los comba­tientes del destacamento de desembarco han adquirido seguridad en sus propias fuerzas.»105

En los días sucesivos creció la potencia de los golpes de nuestra aviación gracias a que iban aumentando las fuerzas que entraban en combate, procedentes de los tres cuerpos de aviación del Alto Mando Supremo, lo que permitió variar la correlación de fuerzas de la aviación a nuestro favor en la zona de Misjako. Se produjo un viraje en la situación en el aire. Decreció notablemente la ac­tividad de la aviación alemana. En los días 21 y 22 se redujo a la mitad el número de misiones que realizó. Nuestra aviación continuaba con todo éxito bombardeando y ametrallando a las tropas enemigas ante el frente del 18° ejército en las zonas de Novosibirsk y Fedotovka.

Aquellos días, los pilotos soviéticos dieron ejemplo de valentía y heroísmo, al cumplir las tareas de combate asignadas. El 21 de abril, la tripulación de un IL-2, del 805° regimiento de aviación de asalto, formada por el subteniente N. Rijlin y el sargento ame­trallador I. Efrémov, fue atacada por cuatro cazas en la zona del objetivo. En desigual combate, la tripulación del avión de asalto derribó dos cazas. A pesar de encontrarse gravemente herido, el piloto Rijlin aterrizó felizmente con el averiado aparato en su aeródromo. Por su valentía e intrepidez, el Comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas, que se encontraba en el puesto de mando del ejército aéreo, dictó una orden ascendiendo al subteniente Rijlin a primer teniente, y al sargento Efrémov a subteniente.

Al tropezar con una creciente resistencia por parte de la avia­ción soviética, las tropas alemanas se vieron obligadas a suspender la ofensiva y retirarse a sus posiciones de partida y los aviones de caza se limitaron a las acciones defensivas. En ocho días de encarnizados combates, el enemigo perdió 182 aparatos y nuestra aviación, la mitad. El Comandante en Jefe de las tropas del Frente del Cáucaso Norte, al evaluar la actividad de nuestra aviación en la zona de Misjako dictó una orden en la que decía que: «a con­secuencia de los ininterrumpidos combates aéreos librados del 20 al 22 de abril, la aviación enemiga, que ha sufrido enormes pérdidas, se ha visto obligada a retirarse del campo de batalla. El dominio en el aire ha pasado a nuestras manos».106

Los ataques de nuestros bombarderos a los aeródromos ene­migos en la segunda mitad de abril tuvieron gran importancia en la reducción de la actividad enemiga. Por la noche atacaban cada aeródromo de 30 a 40 bombarderos, que destruían de 5 a 10 aparatos. Fueron muy eficaces los golpes asestados por la aviación de bombardeo de largo radio de acción a los grandes aeródromos de Sárabuz y Saki, en Crimea, donde en total fueron destruidos o averiados más de 100 aparatos de bombardeo.

Los datos de la exploración de control y en lo sucesivo las de­claraciones de los pilotos alemanes prisioneros, confirmaron que del 17 al 29 de abril fueron destruidos o averiados en los aeró­dromos unos 260 aviones. El enemigo se vio en la necesidad de retirar su aviación de los aeródromos en los que fueron asestados los golpes más duros, llevándola a la profundidad de su reta­guardia.

Después de fracasar los planes de los alemanes en la zona de Misjako, nuestra aviación reanudó su preparación para los com­bates en la zona de Krímskaya. Economizando fuerzas, pequeños grupos de caza protegían a las tropas del 56° ejército y los bombar­deros atacaban por la noche los aeródromos enemigos. En ese período, fue adoptada una medida de organización consistente en el envío del mando del 5° ejército aéreo —el 24 de abril— al arco de Kursk, incorporándose al Frente de la Estepa, y sus gran­des unidades de aviación fueron adscritas al 4° ejército aéreo.

Después de tres días de calma, volvieron a entablarse grandes combates aéreos en el Kubán. Desde el 28 de abril por la ma­ñana, grupos de bombarderos alemanes formados por 10 a 15 apa­ratos, atacaron a nuestras tropas, que el día siguiente debían em­prender la ofensiva en la zona de Krímskaya. Ese día realizó el enemigo 850 misiones. Para rechazar esos ataques nuestra avia­ción de caza efectuó 310 misiones y derribó 25 aviones. Desde ese día comenzó sobre Krímskaya una gran batalla aérea, que se prolongó con pequeños intervalos durante muchos días.

Las Fuerzas Aéreas del Frente del Cáucaso Norte, con la aviación de la reserva del Alto Mando Supremo incorporada a ellas, el 28 de abril, por la noche, iniciaron la preparación de la aviación en el sector de ofensiva del 56° ejército, de conformidad con el plan de ofensiva aérea que fue aprobado por los representantes del Gran Cuartel General, Mariscal de la Unión Soviética G. Zhúkov y Mariscal de Aviación A. Nóvikov. Al anochecer, dos escuadrillas de bombardeo, de 9 aviones cada una, lanzaron bombas incen­diarias sobre el orden combativo de las tropas enemigas en el sector de Krímskaya, lo que originó varios incendios que facilitaron al resto de la aviación la localización de los objetivos. A continua­ción, los bombarderos del 4° ejército aéreo y la aviación de bombardeo de largo radio de acción comenzaron a atacar las posiciones artilleras de los fascistas.

En las dos primeras horas, la artillería antiaérea del enemigo trató de oponerse a nuestros bombarderos con un huracanado fuego de contención, pero fue aplastada por las bombas y dejó de disparar. Nuestras tripulaciones no sufrieron pérdidas. Durante la noche fueron realizadas 379 misiones y arrojadas 210 ton de bombas.107 La densidad media de bombardeo fue de 21 ton de bombas por kilómetro cuadrado. Según las observaciones de las tripulaciones y los datos del reco­nocimiento aéreo se advirtieron 160 focos de incendios y 25 gran­des explosiones. Actuaron con todo éxito esa noche los intré­pidos aviadores del 46° regimiento de aviación de bombardeo nocturno de la guardia (al mando de la comandante, R. M. E. Bershánskaya). Sus tripulaciones, en aviones Pe-2, asestaron golpes contundentes a las bocas de fuego del enemigo en las afueras septentrionales de Krímskaya.

A las 7 y 40 de la mañana del 29 de abril, después de una preparación artillera, el 56° ejército emprendió la ofensiva. El ataque de las tropas fue precedido de una preparación de la avia­ción de 40 min que a continuación se convirtió en apoyo. Du­rante 3 horas operaron sobre el campo de batalla 144 bombarderos Pe-2, 82 aparatos de asalto y 265 cazas.

Gracias a lo accidentado del terreno, muy favorable para la defensa, el enemigo contuvo la ofensiva de nuestras tropas. A pesar de la preparación de la aviación, al apoyo prestado por una aviación muy numerosa y a la potente preparación artillera, las tropas del 56° ejército sólo pudieron penetrar en la defensa ene­miga de 1 a 2 km en algunos sectores a lo largo de toda la jor­nada. El 29 de abril, nuestra aviación realizó 1.308 misiones. En 50 combates aéreos fueron abatidos 74 aparatos enemigos y otros 7 fueron derribados por la artillería antiaérea.108 Los fascistas realizaron la mitad de las misiones, lo que ponía de manifiesto que ya desde el primer día de la operación había pasado a nuestras manos la supremacía en el aire.

En los días sucesivos, se hizo más cruenta aún la lucha en el aire. Los combates duraban varias horas. En un reducido sector del frente (de 25 a 30 km) se libraban hasta 40 combates aéreos cada día, en los cuales participaban de 50 a 80 aviones por cada parte.

Nuestra aviación apoyaba activamente la ofensiva de las tropas, concentrando los esfuerzos en un sector muy estrecho del frente, en el lugar de la ruptura. El 3 de mayo, 18 grupos de bombar­deros Pe-2, del 2° cuerpo de aviación de bombardeo, realizaron ataques con intervalos de 10 a 20 min contra las posiciones arti­lleras de las afueras occidentales de Verjne Adagum y de Neberdzhaévskaya, quedando destruidas esas posiciones, lo que facilitó el avance de las tropas y los tanques soviéticos, que rom­pieron la defensa enemiga al sur de Krímskaya. A la vez, el 2° cuerpo mixto de aviación de asalto protegió con éxito la penetra­ción del grupo de tanques en el lugar de la ruptura.

La actividad de la aviación en el período de la ofensiva tuvo lugar en estrecha interacción con las tropas terrestres. Durante cuatro días, cuando se produjo la ruptura de la primera zona de la defensa, solamente los bombarderos y aparatos de asalto reali­zaron 2.243 misiones. El 3 de mayo, por el día y por la noche, las tropas del 56° ejército desalojaron al enemigo de Krímskaya, y en los dos días siguientes penetraron 10 km en la defensa del enemigo en medio de encarnizados combates.

La aviación, que apoyó a las tropas terrestres en la ruptura de la primera zona fortificada y seguía manteniendo el dominio en el aire, el 4 de mayo empezó a atacar los objetivos enemigos en la profundidad, asestando golpes noche y día a la retaguardia y a las comunicaciones en las zonas de Kiévskaya, Moldávskaya, Nizhne y Verjne Bolkánskaya y sudoeste de Neberdzhaévskaya, a la vez que una parte de las unidades aéreas, seguía atacando a las tropas hitlerianas en el campo de batalla.

La táctica de nuestra aviación en el período de la ruptura de la defensa en la zona de Krímskaya tuvo un carácter acusada­mente ofensivo. Fue organizada con todo acierto la interacción entre los diversos tipos de aviación. Sobre el campo de batalla solían aparecer al principio 3 ó 4 pares de cazas para explorar la situación en el aire y transmitir información acerca de ella a la estación principal de radio. Transcurridos 10 ó 15 min aparecían otros grupos, pero con más aparatos, que ponían en fuga a las pa­trullas de caza enemigas o entablaban combate con ellas. Después volaban a los objetivos los grupos de bombarderos y aviones de asalto, escoltados por cazas. Al no encontrar gran resistencia por parte de la artillería antiaérea alemana, daban varias pasadas sobre el objetivo. Esta cooperación evitaba, casi por completo, las pér­didas que pudieran causar los cazas enemigos, aunque hubiera grupos numerosos en la zona de operaciones.

Los bombarderos enemigos que intentaban atacar a nuestras tropas, al encontrar una enérgica oposición de la aviación de caza, tenían que lanzar las bombas desde una altura no menor de 3.000-5.000 m por lo general en una sola pasada y en la mayoría de los casos sin poder enfilar debidamente los objetivos.

Pese a que las acciones en tierra no tuvieron el resultado apetecido, fue creciendo, más y más, el encarnizamiento de los com­bates aéreos. En general, la situación en el aire en la zona de la ofensiva del grueso de las fuerzas del frente fue fa­vorable para nosotros. Al conquistar la superioridad en el aire, nuestra aviación no sólo combatió enérgicamente contra la avia­ción enemiga, sino que continuó atacando a las tropas terrestres y la artillería alemanas.

En la lucha con la aviación enemiga, nuestros cazas actuaron con elevada maestría. Contribuyó a su éxito la acertada organización de la dirección por radio desde tierra. El 29 de abril, el general A. Dormán, jefe de la 216° división de aviación de caza, fue informado que se aproximaban 12 cazas alemanes. Sobre el campo de batalla se encontraba en ese momento la escuadrilla mandada por el capitán A. Pokrishkin. Al recibir por radio la información sobre la situación creada y en cumplimiento de la orden recibida del puesto de mando, nuestros pilotos ocuparon una posición ventajosa y atacaron con magnífica coordinación al enemigo. El combate fue breve, arrojó un saldo de ocho apa­ratos enemigos abatidos. Gracias a la ayuda de la estación de radio, también fueron derribados los ocho aparatos de bombardeo hitlerianos que seguían a sus cazas, pero esto fue obra de otro grupo de cazas, mandado por el capitán D. Glinka.

Desde el primer día y luego en los días de lucha más encar­nizada en tierra, nuestra aviación realizó el doble de vuelos que la aviación enemiga. En total, desde el 29 de abril hasta el 10 de mayo, el 4° ejército aéreo, las Fuerzas Aéreas de la Marina de Guerra del Mar Negro y la aviación de bombardeo de largo radio de acción realizaron 12.000 misiones de combate, de las cuales la mitad tuvieron por finalidad machacar a las tropas enemigas en el campo de batalla. En ese período nuestros pilotos libraron 285 combates aéreos, en los que derribaron 368 aviones, es decir, más de un tercio de su agrupación de aviación de los primeros momentos de la operación.109

Al actuar masivamente, la aviación prestó un eficaz apoyo a las tropas, en la ruptura de la zona fortificada en un terreno ac­cidentado. Los golpes de nuestra aviación causaron enormes bajas al enemigo. Al ocupar Krímskaya se encontró a numerosos ale­manes muertos o heridos y una gran cantidad de material de guerra destrozado por nuestra aviación.

Sin embargo, por diversas razones que nada tenían que ver con la actuación de la aviación, las tropas del 56° ejército no pu­dieron desarrollar el éxito de la ruptura de la defensa enemiga y llegar a su profundidad operativa. Una de las causas obedeció a la lentitud de las acciones de las unidades del primer escalón de las tropas atacantes y en cierto retraso en hacer entrar en acción al segundo escalón. Las tropas, tras haber roto la primera zona de fortificaciones y apoderarse de los principales nudos de resisten­cia del enemigo en Krímskaya sólo avanzaron 10 km. Habiendo tropezado con una tenaz resistencia del enemigo en la Línea Azul, la línea fortificada más importante del enemigo, ya no pudieron seguir progresando.

Después de terminar los combates en la zona de Krímskaya, se hicieron algunos cambios de carácter organizativo en la estruc­tura de la dirección de las Fuerzas Aéreas del frente. Puesto que el frente sólo contaba con un ejército aéreo, ya no era necesario el Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas del frente. Por esa razón fue suprimido y el comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas del frente, general K. Vershinin, pasó a desempeñar el cargo de comandante en jefe del 4° ejército aéreo. El general N. Naumenko, que había ocupado hasta entonces ese cargo, recibió otro destino. Luego de liberada Krímskaya empezó la preparación de la aviación para otra operación ofensiva.

En el período de preparación para la nueva operación, la avia­ción de bombardeo atacó sistemáticamente los aeródromos ene­migos de la península de Tamán y Crimea. Desde el 11 de mayo hasta el 26 del mismo mes, la aviación de bombardeo de largo radio de acción realizó 152 misiones contra los aeródromos de Crimea. La aviación y la Marina de Guerra del Mar Negro atacaron re­petidamente el aeródromo de Anapa. Todo esto contribuyó a de­bilitar a la aviación enemiga.

En la nueva operación ofensiva, las tropas del frente debían romper la línea defensiva llamada Línea Azul, derrotar a la agru­pación enemiga y liberar la península de Tamán. Debía asestar el golpe principal el 37° ejército al norte de Krímskaya. El 56° ejército tenía que proteger su flanco izquierdo desde el sur.

La aviación del enemigo había sufrido un gran desgaste en los combates aéreos que se habían librado en el Kubán. Sin em­bargo, teniendo en cuenta la situación que se aproximaba, los hi­tlerianos concentraron para el 25 de mayo 700 aparatos. El 4° ejército aéreo disponía de 924 aviones.

El 26 de mayo, las tropas del frente emprendieron la ofensiva después de una preparación de la aviación de 40 minutos. Unos cuan­tos minutos antes de iniciar la preparación artillera, los aviones de asalto tendieron una cortina de humo en la zona de la rup­tura. La preparación de la aviación tuvo el carácter de golpe masivo, en el que participaron 338 aparatos: 84 bombarderos, 104 de asalto y 150 cazas.110 El golpe estuvo magníficamente organi­zado, sin que se sufrieran pérdidas.

Gracias a la gran eficacia de la preparación de la artillería y la aviación, nuestras tropas avanzaron en las primeras seis horas de 3 a 5 km en profundidad en el sector de la ruptura y ocuparon la primera y segunda línea de fortificaciones. Estas exitosas ac­ciones crearon las premisas para una rápida culminación de la ruptura de la franja principal de la defensa y el desarrollo ul­terior del éxito.

A fin de impedir el avance de nuestras tropas, el mando ale­mán decidió concentrar a toda su aviación sobre el campo de ba­talla. Al anochecer el enemigo consiguió bombardear durante 20 min con 600 aparatos.111

Además el enemigo lanzó a la lucha los bombarderos que se encontraban en los aeródromos del sur de Ucrania. En consecuen­cia consiguió concentrar 1.400 aparatos contra las tropas del Frente del Cáucaso Norte.112 Al tener una superioridad mayor del 50%, la aviación hitleriana se apoderó temporalmente de la iniciativa en el aire, aunque sufrió grandes pérdidas. Algunos días realizó hasta 1.500 y 1.700 misiones, el doble de las misiones del 4° ejército aéreo.

Los pilotos de caza soviéticos se batieron heroicamente contra la aviación enemiga. No dejaban que los bombarderos arrojaran su carga con precisión e impedían la llegada de muchos grupos de aparatos al objetivo. Sin embargo, no se pudo hacer fracasar enteramente sus acciones. Para lograrlo era necesaria más avia­ción de caza y más artillería antiaérea.

Se nos creó una situación complicada en el aire y en tierra, los ataques constantes de la aviación enemiga dificultaban la ofensiva y sobre todo la maniobra de las tropas en el campo de batalla durante el día. Ante tal situación, el Comandante en Jefe de las tropas del frente decidió continuar la ofensiva, mediante golpes breves, al anochecer y antes del amanecer.

El primer día de la operación se advirtieron ciertas deficiencias en las acciones de nuestra aviación de caza al rechazar los ataques masivos de la aviación enemiga. Algunas veces, entablaban com­bate con los cazas enemigos y dejaban pasar a la retaguardia a sus bombarderos. A menudo, no interceptaban a los bombarderos en los accesos a los objetivos que protegían, sino sobre ellos y en ocasiones, después de que se arrojaran las bombas.

En esa situación, se requería un gran arte del mando de las Fuerzas Aéreas para eliminar, rápidamente, esos defectos y buscar la manera de cambiar la situación a nuestro favor con las fuerzas de que se disponía. Fueron adoptadas las medidas adecuadas. Se redujo al mínimo el número de cazas dedicados a escoltar a los demás tipos de aviación. Se aplicó en mayor escala el método de patrullaje en las zonas de acción de los aparatos de bombardeo y de asalto. Esto permitió aumentar el número de aviones de caza sobre el campo de batalla, a fin de proteger, de mejor manera y con las mismas fuerzas, a la agrupación de tropas de choque y rechazar con éxito los ataques masivos de la aviación enemiga. Surgió la posibilidad de emplear cazas para interceptar y atacar a los bombarderos en los accesos a la línea del frente. Para evitar las pérdidas al reducir los cazas de escolta, los aparatos de asalto y bombardeo pasaron a actuar en grupos de 50 a 60 aviones.

Se hizo mayor la responsabilidad de las tripulaciones de los aparatos de bombardeo y asalto por su autodefensa. Se recomendó a las tripulaciones de los aparatos de asalto que reservaran el 15% de las municiones por si tenían que rechazar el ataque de los cazas enemigos. Para elevar la capacidad defensiva de los grupos de aparatos de bombardeo y asalto, se ideó una interacción más eficiente del empleo de las ametralladoras y se aplicó un orden combativo escalonado en altura, que permitía disparar a todos los aviones contra los cazas atacantes.

Inmediatamente, dieron resultado las medidas  adoptadas.  El 2 de junio, nueve bombarderos Pe-2, pilotados por mujeres del 125° regimiento de aviación de la guardia, al mando de la capitana y jefe de escuadrilla, E. Timofiéeva, fueron atacados por 8 cazas en  el   momento  en   que   arrojaban   las  bombas   en   la   zona   de Kiévskaya.   Seis cazas soviéticos que escoltaban a los bombarderos quedaron alejados de ellos por haber penetrado entre las nubes.  En esa difícil situación, las aviadoras  se comportaron con gran valentía y dominio de sí mismas.   Sin romper el orden combativo hicieron frente a los cazas con un nutrido fuego de las armas de la cabina de mando y a la vez realizaban maniobras en for­mación. Fueron derribados cuatro cazas fascistas y los bombar­deros cumplieron la misión de combate sin sufrir pérdidas.

Para reducir la actividad de la aviación enemiga, se asestaron golpes por la noche a los aeródromos enemigos. Desde el 25 de mayo hasta el 7 de junio, se efectuaron 845 misiones contra los aeródromos, es decir, casi la mitad de las misiones de combate realizadas en ese período en el Kubán, fueron dedicadas a tal fi­nalidad.

Las medidas adoptadas permitieron a nuestra aviación reco­brar la iniciativa en un período de tiempo relativamente corto. Ya en los primeros días de junio se advirtió un descenso en la actividad de la aviación enemiga. Los cazas soviéticos volvieron a ser los dueños del firmamento del Kubán. Los aparatos de asalto y de bombardeo, operando en grandes grupos, continuaron cum­pliendo sus tareas sin que apenas tropezaran con resistencia por parte de los cazas alemanes.

Durante el período de la operación, los pilotos del 4° ejército aéreo realizaron 10.250 misiones y en 364 combates aéreos de­rribaron 315 aparatos enemigos. Nuestra aviación sólo perdió la mitad de aviones. Habiendo perdido un gran número de aviones en la etapa final de la batalla aérea en el Kubán y al tropezar con una creciente resistencia, el enemigo dejó de lanzar ataques ma­sivos de la aviación contra nuestras tropas.

Sin embargo, la operación de los ejércitos 37° y 56° no tuvo éxito y una de las causas de esto consistió en haber perdido tem­poralmente el dominio en el aire. Además de éste, otros motivos importantes de la falta de éxito en la operación fueron la tenaz resistencia del enemigo en las ventajosas fortifi­caciones, construidas de antemano, de la Línea Azul, la insufi­ciencia de preparación combativa de las tropas terrestres y de ex­ploración en tierra, así como la ausencia de agrupaciones de cho­que en los segundos escalones de los ejércitos.

Al hacer el balance de la actividad de la aviación en el Kubán, el Consejo Militar del Frente del Cáucaso Norte indicó en su orden del 21 de junio de 1943: «En los combates aéreos la victoria estuvo indiscutiblemente de nuestra parte. El enemigo no consiguió sus objetivos. Nuestra aviación no sólo se enfrentó exitosa­mente al enemigo, sino que, a la vez, obligó a los alemanes a suspender los combates aéreos y a retirar su aviación.»113

Los combates aéreos del Kubán, en los que la aviación soviética quebrantó considerablemente la potencia aérea del enemigo, jugaron un papel positivo en la lucha general por el dominio en el aire en el frente soviético-alemán. Desde el 17 de abril hasta el 7 de junio, la aviación soviética realizó unas 35.000 misiones, correspondiendo el 77% a la aviación del frente, el 9% a la avia­ción de bombardeo de largo radio de acción y el 14% a la avia­ción de la Marina de Guerra del Mar Negro. El enemigo perdió alrededor de 1.100 aviones, de los cuales más de 800 fueron de­rribados en combates aéreos.114

La actividad de la aviación en el Kubán influyó positivamente en el desarrollo ulterior del arte operativo de las Fuerzas Aéreas y en la táctica de los distintos tipos de aviación. Se desarrolló y siguió perfeccionándose la táctica de todos los tipos de aviación, y especialmente de la de caza. Se pasó preferentemente a la maniobra vertical, a lo que contribuyó en gran medida la aparición de nue­vos cazas muy veloces y el empleo aislado de los mismos en todo el frente y en la profundidad de los órdenes combativos, fue la pareja de aparatos la base de tal utilización.

La aviación de asalto fue empleada en estrecha interacción con las tropas terrestres. Los golpes eran asestados por grupos de 50 a 60 aviones. Esto permitió demoler la defensa enemiga y las mejores agrupaciones de tropas fascistas. La novedad en la tác­tica de la aviación de bombardeo, consistió en el paso a los golpes concentrados de grandes grupos de aviones, llegando incluso a operar con cuerpos completos de aviación.

La experiencia de las acciones de combate en el Kubán, de­mostró que el dominio en el aire puede ser alcanzado solamente en el caso en que no se limite exclusivamente a la es­cala de un frente, sino que sea una realidad en unos cuantos ejér­citos aéreos y abarque un vasto territorio, en cuyo caso el ene­migo no puede maniobrar con las fuerzas de su aviación.

La eficacia de la actividad de la aviación depende también, en gran medida, de que la dirección de las tripulaciones en el aire se ejerza con ayuda de emisoras de radio desde tierra, que deben encontrarse cerca de los puestos de mando o de observación de los jefes de las tropas terrestres.

En la actividad de la aviación en el Kubán hubo también de­ficiencias. Por ejemplo, el mando y los estados mayores de al­gunas unidades y grandes unidades de aviación no estaban com­pletamente preparados para dirigir las acciones de las unidades y grandes unidades de la aviación de caza al rechazar los ataques masivos de la aviación enemiga.  En el primer período de com­bates aéreos, nuestra aviación de caza se dedicó preferentemente, en muchas ocasiones, a derribar a los cazas enemigos y no a los bombarderos. En honor de los pilotos y jefes, cabe señalar que corrigieron en seguida este defecto y en lo sucesivo no lo repi­tieron.

Al hacer el balance de la actividad de la aviación en el Kubán, el Comandante en Jefe de las Fuerzas Aéreas del Ejército Rojo, indicó en su directiva del 7 de julio de 1943 que en el período transcurrido, las Fuerzas Aéreas soviéticas se habían superado y fortalecido considerablemente. Las unidades de las Fuerzas Aéreas empezaron a actuar con más maestría, empleando grandes fuerzas para cumplir las tareas más importantes, las tareas que imponía la situación. En los encarnizadísimos combates librados en el Kubán, nuestra aviación causó al enemigo enormes pérdidas y supo conquistar el dominio del aire.

Por su escala, su masividad y por los resultados alcanzados, los combates aéreos del Kubán, rebasaron considerablemente los marcos de la operación del Frente del Cáucaso Norte. Esos com­bates fueron una excelente escuela de la maestría combativa para las Fuerzas Aéreas Soviéticas.

 

RKKA_OverG y HR_Tokarev

 

 

 

 

© RKKA