Tras su derrota en
las áreas de Kalinin, Klin, Solnechnogorsk e Istra el mando nazi
trató de retirar a sus soldados a la línea de los ríos de Lama y
Ruza apresuradamente. Los alemanes habían empezado a fortificarlas
en octubre y para mediados de diciembre habían preparado cálidos
refugios, artillería y emplazamientos de ametralladoras y habían
cavado trincheras y zanjas de comunicación. Al retirarse a esta
línea acortaron el frente y la situación de sus tropas mejoró.
Para retrasar la
ofensiva de las tropas soviéticas, los nazis pusieron todo tipo de
obstáculos, especialmente en localidades habitadas, bosques y en
cruces de camino. Minaron caminos y edificios, incluso en
localidades habitadas y la retaguardia la componían batallones y
regimientos con carros de combate y mucha artillería.
Todo ello dificultó
las maniobras de nuestras unidades y disminuyó la velocidad de su
avance. Los nazis podían haberse retirado conservando toda su
fuerza. La situación exigió el máximo del esfuerzo del mando
soviético. Tuvimos que utilizar de modo audaz y activo nuestras
unidades motorizadas, capturar cruces de camino, puentes y líneas
tácticamente importantes y bloquear así la retirada del enemigo.
Los soldados de los
Frentes de Kalinin, Occidental y Suroeste encararon a las unidades
del Grupo de Ejércitos Centro. El 10º Ejército Panzer y la división
SS Das Reich de la SS operaban en la zona de nuestra 9ª División de
la Guardia y sus unidades asociadas.
Los Guardias tenían
sus propias cuentas con los SS. Sabían sus métodos de combate
favoritos. Los hombres de la SS contraatacaban por los flancos y
cortaban la retaguardia de los Guardias que avanzaban, bloquearon
los caminos, enviaron tropas de asalto a nuestra parte retaguardia e
hicieron emboscadas; minaron los bosques, y pusieron a
francotiradores en copas de los árboles. Pero nada de eso era nuevo.
Sus trucos fueron anulados por nuestros soldados. Los invasores
estaban indefensos ahora. La superioridad moral de nuestros hombres
liberando su tierra natal, era evidente.
La horrible verdad
de la guerra pesaba sobre las mentes de los soldados de nazi cada
vez más. La retirada forzosa de Moscú, el poder creciente de los
golpes repartido por el ejército rojo y las pérdidas alemanas
enormes redujeron a los soldados nazis y a sus oficiales a la
desesperación. Retirándose a puestos defensivos preparados de
antemano, el mando de nazi persuadió a los soldados que después de
un descanso y la llegada de refuerzos empezarían una nueva ofensiva
contra Moscú. Ésta era la razón de por qué era importante
expulsarlos de sus refugios. La lucha era cada vez mas intensa.
Particularmente
fuertes fueron los combates en la zona de la 9ª División de la
Guardia y sus alrededores. El 16 y 17 de diciembre los nazis
hicieron un intento desesperado de detener nuestro avance y ganar
tiempo para organizar sus defensas.
Recuerdo
especialmente la lucha librada por el 131 Regimiento de Infantería
por los pueblos de Telepnevo y Dergaikovo. El regimiento estaba al
mando del Coronel N. G. Dokuchayev. De casi dos metros de alto y
ancho de hombros, Dokuchayev era asombrosamente moderado y llano en
sus relaciones con sus subordinados que, con el tiempo, confiaban
enormemente en él. Como nadie, podía hacer sus oficiales librar los
combates con creatividad, sus operaciones diferían de unas a otras,
sorprendiendo al enemigo con sus métodos de combate y la novedad a
la hora de alcanzar sus misiones. Eso era por qué el 131 Regimiento
llevó a cabo misiones complicadas e importantes con un mínimo de
pérdidas en hombres y equipo.
Los soldados y los
oficiales confiaban en cada palabra de su comandante porque sabían
que sus breves órdenes eran siempre el resultado de una meditación
cuidadosa y profunda, que analizaba y consideraba todas las
posibilidades, el resultado de la inmensa experiencia adquirida por
muchos años de servicio en el ejército, en donde había pasado de ser
un soldado raso de la Guardia del el ejército zarista a un
comandante de un regimiento de la infantería en las Fuerzas Armadas
soviéticas.
El clima en esos
días de diciembre era apropiado para volar y los aviones enemigos
hostigaban a las unidades de la división continuamente. A veces
había unos 50 aparatos sólo sobre nuestra división. Los cazas
soviéticos eran inferiores en número, y sus valerosos encuentros con
aviones enemigos, no siempre terminaron favorablemente.
La superioridad
aérea nazi nos hizo limitar reducir nuestras operaciones diurnas y
realizar las operaciones después del anochecer.
El 16 de diciembre
el 131º Regimiento de Infantería pasó los campos de minas y se
acercó a las afueras orientales de Telepnevo. Los exploradores
informaron de que las defensas en el pueblo estaban compuestas por
un regimiento de la SS, algunos tanques y aproximadamente dos
batallones de artillería. Necesitábamos tomar Telepnevo para llegar
al río Ruza río. El regimiento ya había atacado dos veces pero se
tuvo que retirar por sufrir fuertes pérdidas. A las 05: 00 horas del
17 de diciembre, cuando llegamos el comisario político Bronnikov, un
grupo de oficiales de estado mayor y yo, estaban preparando el
tercer ataque.
Dokuchayev informó
de la situación y del plan de ataque. Como de costumbre, su informe
constaba solamente de hechos y nombres, no había ni una frase
general. Enumeró las debilidades y defectos de las unidades del
regimiento y mencionó los puntos fuertes y débiles del enemigo. En
conclusión sugirió que el regimiento fuera dividido en tres partes.
Los exploradores y el batallón de esquiadores rodearían al enemigo,
un batallón de la infantería bloquearía el camino de Telepnevo a
Dergaikovo y el resto amagaría un ataque frontal para hacer al
enemigo creer que manteníamos nuestros planes. Luego atacaríamos
desde atrás a los nazis que tendrían que retirarse a lo largo del
camino a Dergaikovo donde serían aniquilados entre todos.
El plan de
Dokuchayev fue aprobado. La decisión del comandante fue comunicada a
todos. A los hombres se les dijo que el éxito de la batalla dependía
de cada uno de ellos.
"Sincronicen los
relojes", fueron las últimas palabras del comandante al batallón y
los comandantes de reconocimiento antes de la lucha.
El ataque frontal
comenzó una hora después. La artillería intensificó el fuego. Se
oían los disparos de nuestros esquiadores en la retaguardia enemiga.
Los nazis empezaron a perder la cabeza. La sangrienta lucha solo
duró unos minutos, después, como esperábamos, amainó. El combate se
desplazó a medida que los nazis se retiraban hacia Dergaikovo. Esta
oportunidad no podía ser desperdiciada. Requirió la coordinación de
las acciones de las tres partes del regimiento y la artillería; pero
les echamos.
A ser preguntado
sobre cuánto tiempo necesitaría para enviar la compañía de tanque
que quedaba de la 17ª Brigada de Tanques para interceptar al
enemigo, el Teniente Coronel Vitevsky contestó que de
10 a 12
minutos serían suficientes.
"Dé la orden",
dije.
La luna apareció
desde atrás las nubes e iluminaba el campo de batalla. Cuatro de
nuestros tanques se unieron a la infantería y hostigaron al enemigo.
Los nazis vacilaron y huyeron. Los atacantes se aprovecharon de esto
y se apoderaron de Dergaikovo de un solo golpe. Todo ocurrió tan
rápido que el enemigo no tuvo tiempo de incendiar el pueblo. Esto
fue una excepción al proceder nazi. La mayoría de las casas en el
pueblo estaban intactas. Esto nos hizo muy felices porque los
habitantes podían irse a sus casas ahora.
Seguíamos a las
unidades de ataque y vimos que los nazis habían sufrido graves
pérdidas. El camino para Dergaikovo y las calles de pueblo estaban
literalmente cubiertos por los cuerpos de los oficiales y soldados
enemigos. También perdieron muchas armas, vehículos y otro equipo.
La lucha no cesaba.
Las unidades seguían, olvidándose de comer y de dormir. Para evitar
agotar a los soldados cansados, tuvimos que hacer relevos. Parte de
los hombres seguía avanzando, mientras que otros fueron a
retaguardia para descansar. Esto permitió mantener el avance y dar
una oportunidad de descansar a los hombres.
El CG de la
división se situó en Barynino. Aquí de nuevo contemplamos la misma
imagen familiar: vehículos quemados, cuerpos humanos y cadáveres de
caballos, armas y carros destrozados. Aquí y allá había tanques con
cruces blancas sobre sus lados, sus armas apuntaban al suelo.
Nuestros artilleros habían hecho un buen trabajo.
Ésta era la guerra.
Una nación arrasada y desfigurada. Parecía que había pasado un
huracán, todo destruido. Tardaríamos muchos años en recuperar esta
parte del país. Pero, cuando llegábamos a los pueblos en ruinas,
vimos las personas liberadas de los nazis inmediatamente reanudar su
trabajo por todos lados. No, el sueño de Hitler no se hizo realidad:
los alrededores de Moscú no había sido reducidos a un desierto.
Desde nuestro automóvil vimos las chimeneas humeantes de las casas
intactas; las personas estaban arreglando los marcos de las
ventanas, poniendo las puertas y reparando los pozos; estaban
regresando a sus antiguas viejas, determinados a hacer su tierra
natal aún mas hermosa.
Hacia el anochecer
llegamos a Barynino donde el día anterior aún estaban los nazis. El
ataque repentino de la 36ª Brigada de Infantería y del 40º
Regimiento de Infantería les forzó a huir hacia el oeste. La parte
principal del pueblo se quedaba intacta. Los habitantes de Barynino
- ancianos, mujeres y niños - salieron de los bosques, barrancos y
sótanos donde habían estado escondidos. Una pequeña mujer, pálida y
escuálida nos dijo:
"Los alemanes
vinieron aquí en la segunda mitad de octubre y empezaron a saquear y
comportarse violentamente. Se llevaron nuestra comida, aves, cerdos
y ovejas. Registraron nuestros baúles, armarios y casas, cogieron
todo lo de valor e incluso dejaron a los niños medio desnudos.
Aquellos que trataron de protestar fueron golpeados o asesinados."
Mientras la mujer
estaba hablando, un niño y una niña que estaban por allí se
apretaron contra ella y nos miraron con ojos tristes. Estos ojos
eran la mejor prueba de su historia. La mujer acarició las cabezas
de los niños y, tras reunir fuerzas, dijo:
"Pero no piense que
nos resignamos. Algunos de nuestros hombres se hicieron
guerrilleros, otros fueron a unirse al ejército. Ni estábamos
sentados sin hacer nada. En esta casa, "Señaló con el dedo", siete
soldados enemigos volaron mediante granadas de mano. Luego un
centinela y un oficial desaparecieron. Los restos de la explosión de
dos vehículos aún se pueden ver en el bosque, y esos vehículos
estaban llenos de los soldados alemanes."
Saludamos a esta
mujer y a todos los habitantes del pueblo, dijimos adiós y fuimos al
CG de la división. Aquí el trabajo estaba en el pleno apogeo, como
de costumbre. La división tenía que alcanzar a los nazis en el
flanco izquierdo, donde habían escapado de nuestras unidades. Se
organizaron y enviaron destacamentos de reconocimiento en tres
instrucciones. La nieve llegaba hasta las rodillas y soplaba un
riguroso viento del norte, pero la división siguió avanzando hacia
el oeste.
Después de dar las
órdenes necesarias al CG y a los jefes de los distintos
departamentos de la artillería, establecer las comunicaciones y
encargar el reparto de munición y comida, seguí a los soldados. Mi
automóvil se movía despacio. Por todo el camino había señales que
avisaban "Minas" y señalando los desvíos. Los zapadores aún no
habían podido despejar el terreno y nos avisaban del peligro.
Aparentemente no era el único impresionado por la historia de la
campesina de Barynino.
"Parece Camarada
General, que no estamos peleando solos", dijo Vlasov, como si le
estuviera dando vueltas en su cabeza.
"Es lo que nos hace
fuertes", replicó Bronnikov.
Posteriormente
tuvimos mas evidencias. Las unidades atacantes sintieron cada vez
más la ayuda de los guerrilleros. Las operaciones de los
guerrilleros estaban dirigidas por Comités del Partido generalmente.
Después nos enterábamos de que en el principio de diciembre 1941, en
los distritos de la región de Moscú temporalmente tomados por los
invasores, había más de 40 organizaciones que sumaban
aproximadamente 1,800 personas, incluyendo 1,123 miembros del
Partido y 264 miembros del Komsomol. Los destacamentos comprendían a
69 secretarios de distrito y Comités del Partido de la ciudad, 31
Presidentes de distrito y soviets de la ciudad, 22 secretarios de
distrito y comités de Komsomol, y 14 cabezas de distrito y
departamentos diversos.
Aproximadamente
10,000 personas participaron en el movimiento partisano en la región
de Moscú.
La lucha a nivel
nacional contra los invasores de nazis bajo el liderazgo del Partido
en territorio ocupado forzó al mando nazi a mantener considerables
fuerzas para controlar el territorio. Según el general von
Schenkendorf, comandante de las fuerzas de seguridad del Grupo de
Ejércitos Centro, el sus fuerzas estaban compuestas por tres
divisiones de policías militares y una de infantería, una brigada
SS, una brigada de caballería SS, 229 compañías de infantería y 12
anticarro así como 9 de armamento pesado y 9 baterías de artillería.
Nuestra
conversación fue interrumpida por el sonido de la radio: El Mayor
A.A. Tychinin, el Jefe de reconocimiento de la división, informaba
que había localizado el paradero del enemigo e informado a nuestras
unidades de vanguardia. No dudábamos la fiabilidad de este informe,
el Mayor Tychinin era un excelente oficial de reconocimiento.
También se había encargado de que sus subordinados sean excelentes
exploradores. SE contaban muchas historias en la división sobre los
exploradores de Tychinin, su destreza en el combate y su
camaradería. Las historias sobre N.S.Gulyayev eran particularmente
emocionantes sargento del 258º Regimiento de Infantería y miembro
del Komsomol. Tenía muchas misiones peligrosas en su haber. Voy a
recordar una de ellas.
El regimiento se
estaba acercando al pueblo de Kholshchevniki. La resistencia del
enemigo se endureció considerablemente; las unidades de la División
SS Das Reich habían recibido refuerzos. Era necesario establecer los
nombres de las unidades y su fuerza. Los nazis fueron muy
cuidadosos, aparte de evitar dejar prisioneros habían retirado los
cadáveres del campo de batalla para evitar que pudiéramos sacar
información del registro de los mismos.
Se decidió la
captura de un preso. Esta tarea fue encomendada a un grupo de
reconocimiento de 15 hombres al mando del Sargento Gulyayev.
No era una misión
fácil. Para acompañarle fueron elegidos solamente hombres fuertes,
ágiles, ingeniosos y valerosos como él.
Los exploradores
cruzaron la primera línea y desaparecieron en la oscuridad.
Esperamos su regreso con preocupación porque todo dependía de los
resultados de su misión. Los exploradores cruzaron las líneas
enemigas. Oímos disparos y explosiones de granadas. Le siguió un
intenso tiroteo que cesó repentinamente al cabo de una hora y las
siluetas de los exploradores surgieron de la oscuridad. Traían con
ellos un soldado enemigo vivo. Los exploradores dijeron cómo se las
habían arreglado para cogerle.
Cuando se acercaban
al oeste del camino de Kholshchevniki vieron una columna de
vehículos. Contaron 20 camiones. Se echaron a tierra y vieron que
los camiones estaban vigilados por dos centinelas. Una luz brillaba
bajo la lona impermeable de uno de los camiones, lo que indicaba que
había gente dentro. Gulyayev ordenó a tres de sus hombres que
eliminaran a uno de los centinelas silenciosamente; a su aviso dos
exploradores debían atacar el camión ocupado con granadas de mano.
Nueve exploradores se quedaron para cubrir la retirada. Gulyayev
mismo decidió llevar un prisionero con la ayuda del soldado
Kovalenko.
Reptaron un buen
rato en dirección al centinela. Al final, se deslizaron por una
zanja cerca del camino y se quedaban aguardando. Su presa estaba
solamente a pocos pasos. En el momento adecuado, Gulyayev se
abalanzó sobre él y lo cubría con un capote de soldado, mientras que
Kovalenko lo amordazaba. Los exploradores lo arrastraron a la zanja,
lo ataron y dieron el aviso convenido de antemano a los hombres que
se cubrían la retirada. El aviso fue seguido por las explosiones de
las granadas. El ruido atrajo un grupo de tropas de asalto nazis del
pueblo y fue con ellos con quienes los exploradores trabaron
combate. Diecinueve enemigo soldados murieron y fue capturado por
los exploradores. La misión fue llevada a cabo y Gulyayev y sus
compañeros fueron condecorados.
Por su valor y
coraje la división también propuso al soldado F.S.Bystrykh para una
condecoración. La noche del 8 de diciembre el Komsomol Bystrykh
realizó una misión de reconocimiento con un grupo de soldados al
mando del Sargento Ivanov en el pueblo de Vysokoye. Bystrykh tiró
una granada en una ventana del edificio que alojaba el CG nazi.
Cuando los Hitlerianos huían aterrorizados e intentaban subir a un
vehículo, el explorador les lanzó una segunda granada. Con el fuego
de su subfusil Bystrykh cubrió la retirada del grupo de
reconocimiento y evacuó a un compañero herido del campo de batalla.
Los Komsomoles
Kovalenko y Dvornikov también fueron condecorados por sus actos
heroicos. Como miembros de un grupo dirigidos por Sargento Pankov el
25 de diciembre realizaron una misión en las inmediaciones de
Danilkovo reconociendo las rutas enemigo. Los hombres tuvieron que
enfrentarse a fuerzas superiores, pero llevaron a cabo su misión.
Kovalenko estaba herido, pero se negó a ser evacuado a un hospital
de retaguardia se quedó en primera línea. |