VVS >> Otros articulos >> Sebastián Altemir Altemir
 
 
SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR
 

VIVENCIAS DE UN MAÑO EN LA URSS STALINIANA

 

 

XVI. LA LUCHA POR EL FUTURO

 

El mañana siempre es esperanzador

Se acababa 1945 con los deberes cumplidos al finalizar la segunda guerra mundial con la victoria de los países más democráticos incluida la URSS. Las reconstrucciones y adaptaciones se hacían con diligencia y se notaban las mejoras en todos los sentidos. Se celebró el 28 aniversario de la revolución de octubre con grandes fiestas y festejos con orientaciones a otros planes futuros de desarrollo socialista. La guerra y su desarrollo de colaboración con los aliados daban cierta confianza de continuación positiva en tiempo de paz y, como no, también la guerra enseñó, forzó nuestro conocimiento en el desarrollo técnico y eso mejoraba las perspectivas del futuro avance. En el trabajo todo fue bien en el país, pero en las relaciones con los aliados no tanto, se comenzó con el reparto de ocupación de Alemania. Las líneas acordadas no coincidían con la situación final de las tropas de los bandos y aquí surgieron problemas incluso complicados especialmente en Berlín pues todos nos acordaremos de los líos del suministro y las zonas de paso y de control, que provocaron peligro de conflicto. En ciertos momentos se nos puso en alerta y se nos comunicó de los problemas que sucedieron allí y también de la ayuda a la reconstrucción. Hubo un buen relajamiento de relaciones, claro que América le convenía apretar a la URSS ante la necesidad de sus suministros después de acabar la guerra, así mantenía su dependencia y además  continuaba el negocio.

En la primavera del 46 nos hicieron un gran regalo nos trajeron el nuevo avión, el primero todo metálico de la URSS, el La-9 derivado del La-7 mejorado en toda la línea. Era más estilizado, más delgado especialmente en la parte trasera del fuselaje su motor mejoró en unos 300 caballos potencia y su velocidad aumentó más de 50  Km. /h llegando a más de 700 Km. /h, era una delicia pilotarlo, tenia más aceleración, era casi igual de peso en vacío, pero cargado pesaba más ya que se le colocó más aparatos de control, comunicación y armamento, incluso depósitos mayores para mejorar el aérea de servicio. Se decía que era el mejor avión de caza de esa época, el más completo en el concepto general. Nos sentíamos orgullosos de tenerlos y disfrutarlos en tiempos de paz, lo malo era que nos limitaban los vuelos para economizar gasolina. El cambio se  fue realizando durante el transcurso de todo el año, para que la adaptación, aunque sencilla, fuese más fácil. Cuando ya se hubieron recibido los 36 aviones que correspondían al regimiento nos dejaron un La-7 que estaba adaptado para remolcar el cono del tiro aéreo, que consta de un cono de 5 metros de largo por 1 metro de diámetro, en la parte superior del cono, y que tirado por un cable de 350 metros de largo sirve para que sobre él se realice tiro aéreo real, en el entrenamiento de los pilotos. Lo dejaron en mi escuadrilla con lo que yo me convertí en su piloto y así era el corrector de tiro aéreo real del regimiento y me reafirmaba en la especialidad de armamento e instructor de tiro que da cierta categoría a mi puesto de jefe de patrulla (4 aviones).

Así quedaba mi vida normalizada en el ejército pues había pasado más de un año del final de la guerra y nadie nos dijo nada a los españoles pilotos, pues el resto de españoles incluidos los guerrilleros fueron rápidamente desmovilizados. Yo y mis compañeros estábamos contentos de seguir en el ejército y ejercer de pilotos, pues este era nuestro sueño ya en la guerra de España y en la URSS.  Así trabajábamos lo mejor y lo más posible para ser un buen profesional y creo que lo lograba, estaba bien considerado como piloto, como oficial y como persona, pues el trato con los soviéticos era excelente y fácil pues son gente, quizá sencilla, con vida no abundante pero asegurada y de mejora progresiva. La guerra había hermanado más a la gente y el sufrimiento común los había hecho más patriotas de su país, más fieles a su sistema soviético y al liderato de los comunistas por lo que la vida era apacible y aceptable y yo destacaría que en ese periodo de post-guerra la vida mejoraba deprisa mucho más de lo que yo esperaba. El vuelco a la mejora de bienes, al bienestar y mejora de suministros daba confianza en el futuro.

En el campo internacional comenzó a verse nubarrones. Las relaciones con los aliados se deterioraron deprisa porque de los intereses comunes de ganar la guerra se pasó a los intereses particulares de cada grupo o país y se hacia como si los muertos comunes fuesen una bagatela. Yo me extrañaba con la facilidad y rapidez que surgieron las controversias, yo ya sabia que existían pero pensaba que la guerra había hecho recapacitar a los dirigentes mundiales en la posibilidad de vivir en paz los aliados de la guerra y en beneficio de todos. No fue así, parecía como si otra vez comenzábamos a trabajar para aprovecharnos de cualquier forma y perjudicar al otro en nuestro beneficio. La buena voluntad se acabó.

No podría asegurarlo pero tengo la impresión de que Stalin había considerado posible la convivencia del socialismo soviético y el sistema capitalista existente. Habían luchado conjuntos contra Hitler, habían colaborado en la paz y el desarrollo soviético funcionaba, solo hacia falta aprovechar las posibilidades y limar los puntos de conflicto que para mi no eran insalvables, ya que el conflicto directo no interesaba a ningún país, quizá algún grupo de presión pero era tal el beneficio mutuo que teníamos asegurado a 30-40 años que nos podía hacer ver que en paz y colaboración era ventajoso y posible para todos.

Estas eran quizá las inquietudes principales que deslumbraron en el futuro soviético porque su salud interior yo la consideraba muy buena y con futuro.

A los españoles todos, estuviéramos más o menos integrados, nos preocupaba la situación en España, pues la esperanza que los aliados sacarían a Franco, después de su apego y colaboración con Hitler, se veía frustrada, y la esperanza de volver a una España democrática se esfumaba. El reflexionar y luchar por nuestras vidas era lo que cada uno debía decidir y actuar.

El regimiento, así como de la escuadrilla funcionaban  perfectamente, día tras día cumplíamos con nuestros deberes y cometidos de guardianes del espacio y preparándonos cara al futuro estudiando y cumpliendo los trabajos a raja tabla, pues empezamos a estudiar los aviones de reacción,  los tipos, las características, la aerodinámica de la velocidad del sonido y superior, así como la aeronáutica nueva y en perspectivas del futuro inmediato. Así con las funciones cotidianas cumplidas celebramos el año nuevo 1948 con optimismo y esperanza de mejorar. Las purgas de Stalin yo no se las veía por ninguna parte, al revés me parecía que todo se había democratizado bastante. Comenzó 1948, yo iba a cumplir mis 30 años y era el soltero de oro del regimiento y casi de la guarnición. Hacia mis pinitos amorosos para hacer más entretenida la vida, pues a pesar de sentirme feliz por el trabajo y amigos siempre hace falta el amor intimo y como yo soy romántico necesitaba buscarlo. No tenía grandes amoríos sino flirtees que cubrían mi vanidad hispana. No voy a explicar mis amores pero me hacían completar el sentimiento de que en la URSS me querían de todas formas, yo a ellos también. Vino el 23 de febrero de 1948 y se cumplía el 30 aniversario del ejército rojo, nos dieron medallas por tal evento y lo celebramos debidamente. Pensé, esto va bien, seré militar profesional para siempre. 

Pero, ah!, a finales de marzo de 1948 me llaman, nos llaman, a los españoles (Gaspar, Eguiguren y a mi) y el jefe del regimiento nos comunica que por orden superior todos los españoles pilotos vamos a ser desmovilizados, nos agradecen los servicios prestados como voluntarios y como la guerra a terminado ya no hacen falta nuestros servicios. Nuestro gozo en un pozo. Nuestra esperanza rota pero como no hay otra salida aceptamos y a comenzar de nuevo como miles de ciudadanos en todo el mundo.

La guerra trajo grandes quebrantos y cambios y esa decisión nos afectó mucho, pero claro sin las tragedias de la muerte. Había que afrontarlo buscando la mejor salida. En los días siguientes los jefes militares y los políticos tuvieron charlas con nosotros ya que ellos sabían que nos gustaba estar en aviación y más en la Unión Soviética a la cual éramos fieles. Inmediatamente nos ofrecieron trabajo en la misma ciudad de Gorki en la fabrica de automóviles donde antes de la guerra había uno de los mayores colectivos españoles, ahora quedaban unos pocos, y mayormente familiares de los mismos. Fuimos a visitar la fabrica que era inmensa, pues en ella trabajaban más de 60.000 obreros y durante la guerra estaba dedicaba a fabricar material móvil para el ejército. Ahora se dedicaba a fabricar de todo, pero en especial para la vida civil y para el campo que habían sido descuidados. Cada uno iría a trabajar en su especialidad anterior, algunos como Duarte ya había trabajado allí, mis amigos Eguiguren, Gaspar, Torres y yo teníamos que encontrar el puesto adecuado para nosotros. La fábrica era grande y magnífica pero con una masa de gente que daba miedo, especialmente al entrar y salir del trabajo, que parecían los desfiles de las fiestas del país.  Por las paredes exteriores de la fábrica colgaban centenares de pancartas y fotografías de los trabajadores stajanovistas que mejor y más trabajaban; bueno eso era lo normal en la URSS, pero en la guerra y en el ejército uno había perdido la costumbre de verlo cada día. A mi no me gustaba casi nada el norte de Rusia por el frío, prefería irme más al sur donde estuve antes, quizá Ucrania o el Caucaso hubiera sido mejor, pero mis amigos me convencieron que en esta fábrica estaríamos bien atendidos como ya estuvieron o estaban nuestros compatriotas. Había más posibilidades de formación y ascenso, me conformé y nos designaron los puestos. Duarte en su anterior trabajo de proyectista de coches, Eguiguren de proyectista en el departamento tecnológico, Gaspar en la fundición sección de moldes y Torres y yo de torneros de primera en el taller de construcción de utillajes. Habíamos sido buenos torneros pero hacia 7 años que no lo practicábamos y nos ofrecieron un tiempo para adaptarnos.

Así entre noticias, propuestas, planes y conversaciones pasaron unos 15 días y a primeros de abril nos despedimos del ejercito con pesadumbre y resignación y nos llevaron a la ciudad de Gorki y directo al hotel Volna de la fábrica y allí nos alojamos Eguiguren y su familia, Gaspar y la suya y Torres conmigo, pues Torres se había separado de su mujer. A Torres y a mi nos pusieron en una habitación y a los otros una habitación por familia. El hotel tenía comedor pero nos permitían hacer algo con fogón eléctrico en la habitación.

Así iniciábamos una nueva e incógnita vida civil que ya seria la que normalizaría mi futuro así como al grupo de amigos pilotos. Como ya había dicho antes yo festejaba con Olga y creía que formaría familia con ella, pero esta desmovilización repentina e inesperada cambió mi perspectiva de vida y decidí romper mi relación al ver incertidumbre en mi futuro. Olga me pidió que me quedase con ella y que su hermana me colocara a trabajar en la fábrica de papel, pero yo decidí seguir la línea que ofrecían los soviéticos; pues aunque me apartaba de ella yo seguía la línea de nuestra emigración en la URSS, que siempre fue bien tratada y apoyada. Yo siento no haber procedido con más caballerosidad, ya que ella era merecedora de un mejor final, pero mi destino tampoco era como yo esperaba y tuve que conformarme. Como dije anteriormente, el despido o desmovilización fue sorprendente porque el motivo real del mismo no fue por sobrar nosotros sino porque un español, cara dura y sin vergüenza, un tal Burgueño piloto también, se había fugado, escapado de la URSS a Turquía con un avión Yak de entrenamiento y después se pasó a España vendiéndose al franquismo y al que no le condenaron como hicieron con otros pilotos republicanos que cogieron los franquistas. El motivo de su escapada de la URSS no era que fuese enemigo, ya que se había comportado bien en la guerra. El motivo fue que huía de la justicia porque iba a ser juzgado de poligamia, que en la URSS se castiga con dureza. Se había casado durante la guerra con tres mujeres a las cuales les hizo un hijo. En tiempos de guerra él actuó en diferentes campos de aviación y era mujeriego pero de poca clase y sólo lograba mujeres casándose y así lo hacia aprovechando los avatares de la vida en la guerra, la desinformación y que los documentos militares que teníamos no indicaba el estado civil. La salida del ejército por esta causa nos sentó mal y durante cierto tiempo influyó en nuestra moral y también en mi ruptura con Olga, que me perdone si puede. Posteriormente también desmovilizaron a otros pilotos rusos con lo que el enfado se mitigó en gran parte y en el desarrollo de nuestras vidas lo consideramos que fue una suerte, pasamos a la vida civil y a reciclarnos para triunfar en ella, pues ese fue el caso con el grupo de Gorki, el vasco Juan Eguiguren, el catalán Francisco Gaspar, el andaluz Adolfo Torres y yo el Maño.

Con dos maletas y dos petates llenos de ropa y objetos personales podíamos decir que efímero y escaso bagaje particular iniciamos la vida civil. La habitación que compartía con Torres tenía unos 8 metros cuadrados, dos camas, una mesa, un lavabo y un armario y se ajustaba a nuestras pertenencias. Yo tenia bastantes ahorros a pesar de que perdí bastante con el cambio monetario de 1947, de uno por diez rublos, pero una parte, la que estaba en el banco, se cambió a uno por uno. Al principio comíamos en el restaurante del hotel pero esto resultaba caro y nos agenciamos algunos utensilios y medios para podernos hacer la comida por nuestra cuenta en la habitación. En general nos adaptamos, compramos alguna ropa civil para ir al trabajo y para trabajar daban monos y botas.

A los pocos días ingresamos en la fabrica y a mí me destinaron al taller de construcción de utillaje, de matrices y moldes grandes, me situaron en un torno alemán grande con plato de giro de cerca de un metro, así que yo trabajaba con piezas de gran medida y peso. Sin problemas me ayudaron al cambio y como el trato era excelente no sufrí ningún síntoma aeronáutico sino que rápidamente me di cuenta de que si aquí me adaptaba bien mi futuro no sería como volar, que era lo que yo prefería, pero si bastante mejor que de campesino que hubiera sido mi futuro en España.

Además el sitio de trabajo era de gran calificación técnica y profesional, solo había que luchar para superarse y subir en la escala y yo ya había demostrado que sabia hacerlo si ponía el esfuerzo necesario. Tenía un amigo, quizá como un padre, que me ayudaba y me empujaba en ello para que me hiciera un buen tornero, oficio que se consideraba de gran categoría si lo dominabas bien, me esmeré y con ayuda de mi jefe de taller Igor Petrovich Romanov pronto dominé el oficio y trabajando a destajo otra vez me hice stajanovista y ganaba suficiente para vivir bien. El hotel situado cerca de la fábrica me permitía ir a pie al trabajo o en tranvía según la hora. Cerca tenía un parque con clubes de ocio y un centro cultural con bastante actividad; yo rápidamente hice uso de sus servicios ya venía hambriento de ellos, pues en el ejército mi diversión era volar igual que mi felicidad, ya que me sentía pájaro superior allí. En 4-6 meses dominaba el trabajo como así mis pasatiempos y amistades que fueron bastantes, la gente, compañeros de trabajo, los jefes cercanos nos trataban muy bien y entramos a formar parte de la familia de la fábrica. Nos adaptamos con otros españoles que trabajaban allí hacia muchos años, ellos vivían en otros barrios pero nos veíamos a menudo y, como no, para llorar y hablar de nuestra España que cada día veíamos mas lejos. La traición con relación a España era patente.

Habían pasado tres años del final de la guerra y el suministro de productos para la población se veía casi normalizado y creo que era mejor que antes de la contienda, y la gente vivía la paz con entusiasmo, se trabajaba, se vivía, se estudiaba y se pensaba sobre el futuro. Yo quería completar mi formación de maestro de taller que había comenzado en Jarkov. Las fábricas soviéticas son verdaderos centros de trabajo y formación, cualquiera de ellas tiene cursos de formación profesional con facilidades para asistir a ellos en horarios y en medios, así como con ayudas personales. En esta, mi fábrica, había escuela para estudiar el peritaje en varias especialidades.

Como yo quería hacer algo para superarme técnicamente mi amigo Eguiguren nos dio a Torres y a mi el mejor consejo para nuestra vida, dado la buena formación nuestra como torneros, Torres también tenia la categoría de primera, nos propuso que bajo su dirección estudiásemos el dibujo lineal para poder trabajar de delineantes y proyectistas en las oficinas  que el trabajaba, ya que de mecánica sabíamos bastante, esto nos entusiasmo y compramos libros, álbumes y cursillos y planes de estudios profesionales, como así unos tableros, planos sencillos, cartabones, lápices y reglas, etc., para poder dibujar y así iniciamos un plan diario de trabajo de 3-4 horas practicando el dibujo y estudiando tecnología y formas reales de trabajo en las oficinas técnicas. Cada día Eguiguren venia a nuestro hotel a controlar y orientarnos en nuestro trabajo, trabajábamos con locura e interés, hacíamos grandes progresos pues nuestros conocimientos de torneros, de pilotos, conocimientos técnicos de planos y mecanismos hacia que no fuera difícil para nosotros. Así en 6 meses estábamos listos, según los criterios de Eguiguren, para poder aspirar a trabajar de delineantes proyectistas en las oficinas de nuestra fábrica. Así nos envalentonamos y solicitamos a la dirección de la fabrica de que queríamos trabajar de delineantes proyectistas para lo cual estábamos preparados y que Eguiguren podía avalarnos ya que nos había enseñado y examinado. Así lo hicimos y con la palabra de Eguiguren y su responsabilidad nos aceptaron en las oficinas de proyectos de utillajes en la producción de motores cuyos productos y sistemas nosotros conocíamos. Allí ingresamos a trabajar bajo las órdenes de Eguiguren que además de ser nuestro maestro era nuestro jefe, eso fue para nosotros tan halagüeño y deseado como lo fue en su tiempo el ser piloto. Era indescriptible la alegría de este logro y ni que decir tiene que nuestro esmero y voluntad en el trabajo fue en el mismo orden y nuestro Eguiguren estaba orgulloso de nosotros y le hicimos quedar muy bien. Tengo que anotar que si la dirección de la fábrica aceptó nuestra petición fue porque eso entraba en la línea general de ayuda de la adaptación de los militares, así que no era por ser españoles y se aplicaba en plan general. Aquí querría explicar que era norma general necesitar estudios anteriores que podían ser peritaje o ingeniería y claro nosotros no los teníamos, nos pidieron que si habíamos estudiado y que papeles teníamos y por consejo de Eguiguren les dijimos que habíamos estudiado en la esuela técnica de nuestro pueblo y que los documentos no los teníamos porque estaban en España y la cual no teníamos comunicación. Prometimos traerlos cuando pudiéramos y de momento nos aceptaron y comenzamos a trabajar. Este cambio de trabajo y profesión a nosotros económicamente nos perjudicaba pues pasamos de tornero de primera con sueldo mensual de unos 1500 rublos y pasábamos a cobrar como delineante proyectista principiante así que empezamos a cobrar 1200 que para nosotros solos también era suficiente además en el hotel de la fábrica pagamos muy poco por la habitación. Así los problemas que esperábamos tener al adaptarnos a la vida civil se estaban resolviendo mucho mejor de lo previsto, además la vida en general se estaba recuperando muy deprisa, la recuperación económica, social y yo diría política que era muy positiva.  Para mí y todos mis compañeros quedaba la mancha negra de la España franquista que no avanzaba en su situación política social ni económica que no daba esperanza en un retorno. Así casi todos se arreglaron en familias y yo y Torres éramos los únicos que vivíamos solos y bien, seguramente mejor que la mayoría. A Gorki también llegaron a trabajar algunos de los que vinieron como niños a la URSS en tiempos de la guerra civil y eran ya eran técnicos, ingenieros y médicos. Ellos casi todos también estaban casados entre ellos mayormente, y se comportaban muy bien tanto con los soviéticos como con nosotros, sus paisanos y allí en la fabrica formamos un pequeño colectivo de unos 20 españoles nos solíamos reunir algunas veces para recibir información y contacto con la delegación que había en Moscú. Cada uno vivía su vida integrada como un ciudadano normal soviético y como tal se comportaban, además poco a poco casi todos cogimos la ciudadanía soviética a todos los efectos. El grupo, el colectivo y la delegación de Moscú servia para no perder el contacto entre nosotros y a veces ayudarnos si lo necesitábamos porque a veces había algunos problemas que resolver o aclarar. Había un responsable que contactaba con Moscú, transmitía e informaba de los problemas y asuntos pertinentes y recibía algunos informes sobre política y más asuntos relacionados con España. Algunas veces lo discutíamos e informábamos de nuestro parecer. En aquel tiempo el responsable era Custodio Soler de Elche venido de Francia al perder la guerra. Era buen chico, un poco débil de carácter y tenia que esforzarse para mantenerse bien moralmente, pues aún en la URSS ser emigrante tiene grandes problemas que sólo puedes vencer si tienes voluntad, fuerza, empuje y un poco de suerte que hay que forjar cada día y, como no, la vida en la URSS aún era difícil. Teníamos problemas de suministro ya que en tiempo de la guerra se construyó muy poco y las ciudades habían crecido con la industria de guerra que atrajo más campesinos que se acomodaron como fuese pero ahora querían normalizar su vida en la ciudad y no volver al campo. Para la gente joven se construían bloques de viviendas y habitaciones para 2-4 personas con servicios comunitarios de cocina, lavabos y duchas colectivas, pero se permitía cocinar en la habitación con hornillos eléctricos. Para las familias se construían bloques de pisos de dos o más habitaciones donde la mayoría las ocupaban dos familias y sólo las familias numerosas ocupaban pisos enteros para ellos y claro esto traía problemas pero muy poco si tenemos en cuenta los problemas de convivencia con una cocina no siempre espaciosa, un lavabo, una ducha, yo me admiraba de esa armonía y cuando después me tocó vivir así me di cuenta que es posible cuando se es tolerante y humano. 

Las casas grandes casi todas tenían sótanos con refugio que se destinaban como trasteros para los más necesitados. El reparto de los pisos se hacia a través de los sindicatos y con bastante justicia de acuerdo con la cantidad de miembros de la familia, las casas eran todas del estado y todas tenían todos los servicios y se pagaba muy poco por ellas, incluida la electricidad y la calefacción y costaba mas o menos el sueldo de 2-4 días. Aquí parecía que valía el proverbio de cuanto más juntos más unidos, aún prevalecía el esfuerzo común de la guerra, pero comenzaba también a que cada uno se las buscase por su lado y eso afectaba a los españoles, pues en el pasado cuando llegamos a la URSS siempre nos movíamos en grupos, colectivos, siempre conducidos y, como no, protegidos a todos los efectos, trabajo, estudios y necesidades, te dejabas llevar porque tenias lo necesario.

Ahora aún pudiendo apoyarnos en el grupo cada uno buscaba su trabajo, su sitio y su sustento costaba un poco ya que las facilidades se habían reducido a los más necesitados o buscavidas que hay en todas partes. Los españoles nos adaptamos como los soviéticos en la post-guerra bastante bien porque todo avanzaba con rapidez, el miedo a perder el puesto militar lo habíamos olvidado ya que nuestra nueva vida era profesionalmente muy interesante y creo que con más futuro que la de piloto ya que la línea técnica de nuestro desarrollo llevaba mejores perspectivas de futuro que la de militar y así fue como veremos en mis relatos posteriores. Los fallos, los fracasos de la vida casi siempre provocan nuevos cambios de situación y actividad que no siempre tienen que ser peores que los anteriores. A veces, son el principio de progreso inesperado y más si se actúa con decisión, optimismo, abnegación y amplitud de miras.

Era finales de 1949 ya instalados en la vida civil entramos en el nuevo mundo de la ingeniería con el cargo de delineantes proyectistas en utillajes y medios de fabricación de motores para coches. Estábamos instalados dentro de la nave de fabricación, hacíamos el servicio in situ para asegurar el trabajo continuado del montaje de los motores, en dos tres turnos diarios según necesidades. La oficina técnica nuestra constaba de 10-14 personas, la mitad eran mujeres casi todos auxiliares técnicos. El trabajo era muy interesante pero parecía difícil al principio, al final fue fácil de asimilar por nuestros conocimientos prácticos de torneros, de mis estudios de maestría, experiencia técnica militar y amplia visión mecánica de maquinas e instrumentos. El jefe de la oficina era el camarada Tiurin Serguei Mijailovich ingeniero capaz de gran experiencia y carácter afable que nos recibió con interés y excelente consideración, lo que favorecía nuestra integración y avance profesional. Conducidos por Eguiguren nuestros progresos fueron magníficos, así que en un año pasamos de aprendices novatos a proyectistas de primera y comenzamos a trabajar a destajo como proyectistas confirmados. Esto hizo que la perdida de sueldo de pasar de tornero de primera a delineante ya lo teníamos recuperado y en 1951 ya lo habíamos incluso mejorado. Ganamos a pulso la consideración de buenos proyectistas y nos nombraban en las reuniones de fabrica donde se juzgaba el trabajo nuestro en la aportación a la producción. Esta nueva profesión nos habría nuevos horizontes de futuro que en gran parte nos hacia olvidar la vida militar y nos compensaba haber dejado de volar y manejar un avión de caza que era la ilusión de mi vida y la de otros compañeros.

Con nuestra buena adaptación en trabajos y proyectos industriales realizamos tareas y nuestro puesto correspondía a ingenieros experimentados. Los órganos correspondientes nos pidieron que trajéramos los papeles de España, donde se justificasen los estudios, o de lo contrario deberíamos dejar el puesto de trabajo por falta de poseer los correspondientes estudios. También nos invitaron a que ingresáramos y estudiásemos  peritaje en el Instituto técnico que tenía la fábrica. Como a los militares de categoría no se les exigían hacer exámenes, pues se nos reconocía la categoría técnico militar que poseíamos y así acordamos el 1951 estudiar para peritos que era aceptable para poder ocupar los puestos que desempeñábamos. Al principio nos parecía difícil iniciar estudios a los 33 años que teníamos pero lo cogimos como una oportunidad más que como obligación e ingresamos. Nos acoplaron a los cursos existentes para personal que trabajaban y que cada día iban 3-4 horas de clase en el Instituto. Comenzamos con bagaje flojo y con la ayuda de Eguiguren más la atención especial de los profesores hizo que también nuestros estudios fueran un completo éxito, tanto en el comportamiento como en el rendimiento universitario. Me lo pasaba en grande, pues en las clases había muchas chicas y me divertía y me relacionaba mucho con ellas. Incluso solía tener encuentros con algunas de ellas y esto lo camuflaba como ayuda a sus estudios. Estos encuentros no constantes porque tenía como novia formal a Dusia y ella me controlaba. Una de mis diversiones favoritas era el baile en el centro cultural que estaba cerca de la fábrica, allí se celebraban bailes todos los días de fiesta así como otros actos culturales de diferentes tipos y categoría. Frecuentaba también mucho el fútbol, pues la fábrica tenía un equipo en segunda división y era de los mejores, varias veces había subido a primera pero no se mantenía. También teníamos equipo de hockey sobre hielo, el cual también estaba en segunda división, cuando podía iba a los encuentros los cuales, en invierno, se celebraban por la tarde-noche a 10-20 grados bajo cero. El estadio de hielo tenía cabida para 10.000 espectadores de pie y sentados al aire libre. En invierno es difícil aguantar sentado mientras que de pie siempre estas en movimiento y aguantas fácilmente, además llevábamos comida para aguantar, chorizo, vodka, etc. Cerca del hotel que vivía teníamos el club de la fábrica donde se hacían actos culturales de todo tipo incluso deportivos, así que la vida transcurría animada y activa y esto hacía que yo particularmente me encontrase satisfecho. Durante la guerra había perdido la comunicación con mi familia de España a causa del peligro de complicaciones políticas posibles; pero ahora, que ya no era militar, escribí a mis padres y decidí comunicarme, pues ellos al terminar la guerra y no recibir noticias mías pensaron que estaba muerto, se alegraron mucho y me enviaron fotografías de todos ellos incluida mi hermano menor que no conocía y que ya tenia 12 años. Mis padres que cuando yo marché ya habían tenido 8 hijos en ese tiempo tuvieron dos más, uno que murió con dos años y ésta mi última hermana que tenía 12. Me alegré inmensamente de ver a mi familia aunque fuera en fotos y que mis padres continuaban tan prolíficos y descuidados, como siempre, haciendo prole cubriendo las bajas de la guerra. A mi me fastidiaba mucho que mis padres me hicieron tantos hermanos porque me obligarían a mi a quedarme en casa para criarlos porque 8 hijos no se pueden alimentar bien sin tierra propia y sólo uno para trabajar. Yo había estudiado a Malttus y comulgaba con su doctrina que no se deben tener más hijos de los que puedas alimentar, así que al ver tanta familia me alegré pero también me espanté de cómo debían pasarlo para vivir, ellos me decían que se defendían pero yo sabia que lo pasaban muy mal, particularmente hasta que los hombres subieran un poco y comenzaran a trabajar con 8-10 años. No pudieron ni estudiar la escuela primaria porque se fueron a vivir al campo en una casa de adobes, en fin, vi lo que trajo la victoria de Franco a mi familia y a la mayoría de españoles y que yo bien mirado al quedar fuera de España tuve la suerte de vivir mejor y formarme como ni había soñado.

Entre las chicas que trabajaban en mi oficina había una que me tiró los tejos y se propuso conquistarme y para que no saliera con las otras con las que sabía que iba a bailar, me pidió que como amigo de trabajo me llevase al baile especial del departamento técnico. Era verano del 49 y desde esa fecha no me separé de ella y comenzaba a sí mi primer festejo serio de mi vida. Es raro porque fue así sin pensarlo, pues Dusia que así se llamaba la trataba en el trabajo pero con poco roce, pues era la secretaria del jefe y la archivadora y auxiliar con el personal. Era muy ordenada y muy eficiente pero un tanto infantil y ligera, vestía muy bien, mejor que la mayoría y era presumida, a mi incluso me fastidiaba en parte. Al pasar una tarde con ella y conocerla más me encandiló y dejé mis correrías y me dediqué sólo a ella. Creo que me ofreció afecto y cariño, que no tenía al estar solo, y me enamoré como no lo había hecho antes.

Comenzamos a salir y yo iba a ver a mis amigos con pareja y me sentía más completo, me lo pasaba bien y me cuidaba material y espiritualmente. Como trabajábamos juntos en la oficina intentaba que nuestra relación se notara lo mínimo. En la URSS no se permitía trabajar juntos a familiares o relacionados que pudieran influenciar en el trabajo, lo cumplíamos escrupulosamente con algún descuido. Cuando comenzamos estudiar en el técnico ella me ayudó mucho pues aunque yo sabía mucho de ruso y me expresaba mejor que la mayoría de los rusos en la expresión tenía algunos fallos gramaticales, declinaciones, verbos, etc., lo que hacia que mis escritos bien explicados carecían de gramática, ella me repasaba mis escritos y a veces me fastidiaba que lo hacía demasiado bien y se veía el arreglo. La profesora de ruso lo admitía pues decía que teniendo todas las notas de sobresaliente, mis notas de aprobado en lengua y literatura eran aceptables. Nuestro trabajo en la oficina consistía en ayudar a la oficina de tecnología de procesos de fabricación a proyectar utillajes y medios técnicos para las maquinas y talleres además de un constante estudio y mejora de los medios existentes para mejorar y aumentar la fabricaron de piezas para motores de coches o camiones. Estábamos ligados a los talleres de fabricación y buscábamos información para estar al día interesándonos principalmente de las fabricas yanquis. El departamento de proyectos de los vehículos cada 3-4 meses traían los últimos modelos salidos en el mercado internacional y se estudiaban y ensayaban minuciosamente para ver si sus mejoras se podían aplicar a nuestros productos. Había siempre un coche cargado con los accesorios de control necesarios que hacía un viaje diario Gorki Moscú y vuelta, unos 1000 Km. se hacían 100.000 Km. y se desmontaba el vehículo y se estudiaban las piezas que nos interesaba para poderlas aplicar o mejorar las nuestras. Este sistema es magnífico y permite a los países y empresas y personas sin estar en primer plano, sin ser el primero, ser segundo y tercero con facilidad si se estudia y se conoce y se investiga con constancia y seriedad la competencia.

Yo siempre buscaba información de América. En el taller que nosotros trabajábamos era de los primeros que llegaron a la URSS en el 1935, cuando compraron a Ford la fábrica completa para producir el camión de 2 toneladas que Ford comenzó a fabricar en USA, aproximadamente en1920.

Todas las máquinas eran Made in USA, yo las estudiaba con entusiasmo pues aunque eran de hace 20 años también habían sido las mas avanzadas mundialmente para aquella época. Ford hizo con esta venta un gran negocio pero la URSS de no tener nada en 1935 puso en marcha la mayor fábrica mundial de 1920, y eso fue un paso de gigante. En esta empresa se forjó la industria automovilística soviética que en la construcción de la sociedad socialista hizo un gran trabajo y durante la guerra fue una pieza clave e importante para la victoria.

La mayor parte del tiempo yo lo dedicaba, especialmente, a diseñar artilugios y mecanismos que mejoraban el rendimiento de estas máquinas. Me gané buena fama en este trabajo y de él se deduje que yo sea técnicamente pro-americano. El estudio de sus máquinas y sistemas de fabricación contribuyeron a formarme en el conocimiento de la organización y de la tecnología automovilística y similar. Cuando yo tenía tareas simples de diseño, un mecanismo por ejemplo, normalmente me interesaba por todo lo que llevaba en si ese proyecto, la pieza, el material, su uso en el vehículo, particularidades, etc., es decir estudiaba con visión de conjunto como si yo decidiera todo el proceso. Mi amigo Eguiguren me aconsejaba  hacerlo así para estar más preparado, para ascender y por si volvíamos a España tener una formación con conocimientos elevados y poder encontrar un buen trabajo o solución en la vida que se pudiera presentar. Eguiguren le gustaba mi inquietud de superación pero a veces me reñía por meterme en todo, él era muy moderado en su forma de proceder, creo que demasiado pues tenía buenos conocimientos y con un poco más de genio podía haber subido más en la jefatura. Así iba pasando el tiempo y reforzando nuestra posición y más con los estudios iniciados porque además de forzar nuestros conocimientos técnicos y prácticos dejábamos zanjados el handicap de no tener papeles de estudio. Al tener que estudiar 3-4 horas diarias después del trabajo, resultaba un tanto pesado, dejaba poco tiempo libre, pero lo realizábamos a gusto ya que así veríamos nuestro futuro encarrilado de la mejor manera en la línea de tecnología avanzada que es la del automóvil. Mis compañeros casados tenían que hacer más esfuerzos, pero yo y Torres con nuestras novias nos era más fácil y aun más nos ayudaban por lo menos a mí en la lengua y la literatura. No lo había explicado pero Torres se separó de la primera mujer y se puso a festejar con una proyectista del departamento tecnológico bastante aplicada e inteligente, después sería la madre de sus hijos. Torres y yo continuábamos viviendo en el Hotel, su novia vivía con su hermana y Torres iba allí con frecuencia, al fin se casó y se fue a vivir con ella. Yo me quedé solo y abandonado pues ahora vivía, estudiaba y me tenía que divertir por mi cuenta. Así que también me picó la mosca y le pedí a Dusia que nos casáramos, lo hice un poco romántico, el 8 de marzo (el día Internacional de la mujer) y el día 14 de 1952 nos casábamos sin festejos ni viajes ya que tenía trabajos urgentes que  eran necesarios. Además yo no disponía ni de piso ni dinero para celebrar una fiesta adecuada. Así que los dos solos fuimos al registro y otros novios fueron los testigos y nosotros de ellos, no cogimos ni los 3 días de fiesta que nos pertenecían, así sin pensarlo me encontré casado y como Torres se había marchado y tenia la habitación para mi solo pedí al hotel poner una cama mayor, de 1’5, no es de matrimonio pero allí se estila mucho. Así que desde abril comenzamos a vivir juntos mientras esperábamos el piso. No tardaron mucho y a finales de año nos asignaron una habitación en un piso compartido con otra familia de matrimonio y 3 hijos. Ellos tenían 3 habitaciones y teníamos cocina, lavabo y trastero comunes. Yo casi siempre había vivido con otros en casas y cuarteles colectivos pero ahora me parecía difícil esa convivencia pero como era esa la realidad la acepté con el verla venir. Compramos los enseres y muebles necesarios e iniciamos la vida conyugal en serio. Cuando me casé no sabia si había acertado pues Dusia mi mujer me parecía un tanto infantil y mal criada, era la última de 8 hermanos y la mimaron mucho, demasiado, pero en el tiempo que llevábamos se había hecho una persona responsable y trabajadora, muy ordenada y limpia, que me dio confianza en el acierto de escogerla. Con optimismo nos acomodamos en nuestro piso pero con cautela de compartir el piso, y como éramos 7 para unos servicios nada espaciosos estábamos dispuestos a poner de nuestra parte lo necesario para tener una buena convivencia. Llevamos nuestras pertinencias a nuestro hogar y encontramos los vecinos ya instalados. El marido Dimitri Petrovich, 45 años, comandante del cuerpo móvil del ejército de tierra, su esposa Antonina Pablovna, 40 años, trabajaba de jefe en un comedor y las hijas Elizabet Rubia de 17 años, Marisa y Tamara, gemelas, 11 años, estudiantes. Nos recibieron como si fuésemos sus hermanos en todos los sentidos, fue un encuentro de los que deja huella y aquí se disiparon nuestros inconvenientes, siempre es bueno comenzar bien. Y en unos 3 años que vivimos juntos fue una convivencia inmejorable, mucho mejor que en familia propia. Todas las cosas agradables de una y otra familia las compartíamos totalmente y en los problemas nos ayudábamos pero generalmente cada uno solucionaba los suyos. Todos colaborábamos en esa buena convivencia pero era mi esposa quien más colaboraba en ello y no le importaba realizar los trabajos que debían compartirse y en especial con las hijas que le tenían más confianza y le pedían mas ayuda que su madre, la cual  muy inteligente en vez de tener celos mimaba con regalos a mi mujer para que continuase ayudándole y el marido Dimitri me tenía gran afecto y en casa el 50% de tiempo procuraba que yo estuviese con él pues cada vez bebíamos algo, 100 gramos de vodka con zakusca, pinchitos, etc. Ella se abastecía del comedor que trabajaba y tenían de todo en abundancia y nosotros también recibíamos parte de ello. Mientras tanto el trabajo iba bien, aprendiendo cada día y ganando posiciones profesionales, se nos consideraba proyectistas de primera categoría tanto en conducta como en aplicaciones técnicas.

El jefe Tiurin Mijailovich lo habían trasladado de jefe de normalización en el buró central y quedó de jefe Ivan Ivanovich su suplente, el cual también tenía un buen expediente del trabajo de nuestro grupo y así también lo traspasaron al buró central de proyectos como jefe de la sección de proyectos de utillajes con más de 50 ingenieros y técnicos a sus ordenes. Yo había sido ascendido y trabajaba solo sin la ayuda de Eguiguren al cual le habían asignado otros novatos para que los instruyera. Al poco tiempo a mediados del 53 Ivan me pidió que yo fuera a trabajar con él en su nuevo puesto. Lo acepté y me enorgullecí que pensase en mí porque estaba clara la consideración profesional que yo le merecía. Así pasé al buró central donde se hacían todos los proyectos de medios y sistemas para la fabricación de coches y camiones nuevos que se ponían en producción. Al principio me sentía algo incómodo pues llegué a un colectivo muy institucionalizado y como yo era protegido del jefe algunos me miraban con desconfianza pero yo me adaptaba muy bien con los soviéticos, los conozco a la perfección, son sencillos y honrados como la mayoría de la gente y hay que acercarse a ellos con sencillez sin amagos ni trucos con la mano tendida y se abren muy humanos, claro que hay de todo pero en general son magníficos y más teniendo en cuenta las vicisitudes de sus vidas. Posiblemente observaban un horizonte venturoso, yo me sumaba a ellos en eso y tal y como han ido las cosas que ingenuos somos los pueblos pobres. Había cambiado de lugar de trabajo pasando a proyectista jefe de grupo, es decir, para dirigir un grupo de trabajo de 4-6 proyectistas. Empecé trabajando solo y colaborando con el jefe para preparar el enfoque y planteamiento de proyectos importantes. Poco tiempo después se unieron a mi Serguei Zaitsev ingeniero proyectista con poca experiencia y Tatiana Sergueievna perito proyectista también con poca practica y madre de una niña. Yo trabajaba con esmero y entusiasmo pues esta subida de categoría era más una valoración de mi voluntad, esfuerzo y mí práctica, que por mis conocimientos, que a pesar de mis éxitos no era grande. Procuraba no aflojar y gozar de actividad que era lo mío. Los estudios en el instituto iban bien pero exigían esfuerzo, así que aprovechaba al máximo a mi mujer para todo lo concerniente a literatura, gramática y lengua, me lo preparaba todo y yo solo lo presentaba con mi letra. En cuanto a la técnica no tenía problemas, los temas los dominaba bien y si me faltaba algo siempre había algún ruso que me ayudaba con voluntad. En eso había uno muy bueno que llegó de otra fábrica y enseguida congeniamos se llamaba Solotov Maximovich, era del mismo Gorki y venía de una familia de intelectuales, su padre y madre eran maestros, su suegra también, su mujer médico. Hacia pocos años que había acabado la carrera con éxito y trabajaba con esmero. Los trabajos manuales que yo tenía que hacer en limpio como  el proyecto final de fin de carrera, que a mi no me salían bien, él me lo realizó por su voluntad, yo no me atrevía a decírselo pero él insistía en ayudarme y en aquello me solucionó mi problema. Es aquello de quien ayuda dios le ayuda. Con Solotov nos hicimos bastante amigos, pues nuestras ideas y pensamientos tenían líneas comunes, progresar; políticamente se interesaba poco sólo se interesaba con lo que le concernía y lo otro sólo de pasada, de todas formas era progresista y triunfaría después en la empresa. Allí en el buró central los amigos me llamaban el moro porque iba a comer con 4 mujeres de la oficina, dos de ellas amigas de mi mujer y me trataban y me mimaban como a un hermano. Cuando yo llegaba al comedor me esperaban con la mesa puesta y con lo que yo había pedido y los soviéticos decían que así solo lo hacen los árabes. Yo disfrutaba y bromeaba con todos. En el tiempo de la comida lo pasaba con mis amigas bromeando o en la sala del club jugando al ajedrez, siempre estaba en acción sintiéndome afortunado pues pensé haber acertado con mi mujer, se portaba de maravilla y nunca pensé que me saliera tan acertada y magnífica en el trabajo. Iba de progreso en progreso, la salud buena, aunque en el fondo teníamos un punto de tristeza, España. Cada día quedaba más lejos, los aliados nos habían traicionado, desde Moscú el Partido Comunista nos enviaba folletos de esperanza pero nosotros ya éramos maduros y responsables para pensar por nosotros mismos y tal y como estaban las cosas había que aguantar la moral pero más  que nada por la voluntad de luchar por la vida con nuestro esfuerzo. Quizás lo que convenía era que no nos salvaran más. Después de estudiar y trabajar adecuadamente, con los problemas que supone hacer las dos cosas a los 33 años, en 1954 terminamos el Instituto de tecnología con el titulo de técnico mecánico de elaboración de metales por métodos de corte. Realizamos el correspondiente proyecto que fue puntuado con sobresaliente y más hueco que una campana yo era técnico superior titulado y  podía sin miedo levantar la cabeza, pues en varios casos al no tener titulo me frené en mis intromisiones técnicas ya que en mi trabajo desarrollado era para ingenieros superiores, licenciados y masters. Mi titulo también era válido aceptablemente para el puesto. Recibiendo este titulo me pasó un chascarrillo nada favorable pero por lo peculiar creo bueno recordar. Cuando recibí el diploma de perito mecánico yo lo consideré tan importante como cuando acabe el curso de piloto y dadas las circunstancias que se daban quizá más, el piloto me valía para un periodo parcial de mi vida y el peritaje para toda, asegurando mi vida en forma más completa y fecunda. El ser piloto era mi ilusión máxima pero era temporal y me dejaba desamparado, el de perito era un oficio estable, calificado, seguro y conveniente, el titulo daba fe de ello.

Así muy contento fui al Instituto a recibir el diploma y me encontré con el director con el cual había hecho amistad anteriormente, me felicitó con el final de los estudios, de nuestros resultados y con el comportamiento de todos los españoles. Antón Ivanovich que así se llamaba me insinuó que había que celebrarlo pero no sabía cuando hacerlo y él dijo ahora mismo. Nos fuimos al aeropuerto y allí lo celebramos, yo habría querido salir con mis amigos pero él le gustaba beber y no quería desaprovechar la ocasión. Así que nos fuimos con su coche al restaurante del aeropuerto entre halagos y promesas, chorizos, pepinos, cangrejos y caviar nos zampamos un litro de vodka y así el rojo se volvió blanco, las paredes se movían y las sillas echaban a andar, mientras que nosotros casi trompas ya no podíamos ni hablar. Como pudimos fuimos para casa, llegamos y mi mujer no me quería ni hablar, estaba apenada de que yo le hiciera esa trastada, un error fenomenal pero al fin todo se arregló divinamente. Lo explico porque me duele ver que momentos buenos uno los hecha a perder por olvidarse del buen sentido, porque un líquido te hace perder la cabeza y así pasa en la vida que por no pensar a tiempo hecha uno por la borda cosas que nos costaron talento y esfuerzo, mientras que sin darte cuenta lo pierdes en un momento.

En aquellas fechas se realizaron elecciones sindicales en la empresa y nuestro grupo tenía un representante tecnológico de la empresa que representaba a 1500 técnicos especialistas y personal auxiliar, el delgado era el proyectista Dimakov, un chico pequeño muy amable, trabajador y buena persona y todos pensábamos que continuaría porque lo hacia bien para los trabajadores y para la empresa, pues es verdad que allí no era un sindicato reivindicativo de masas y de lucha con el patrón, sino mas bien de colaboración y de concordia con los problemas generales y personales, con el objetivo de que todo funcionara mejor, producir más y avanzar en el desarrollo de mejoras en el trabajo y en la sociedad incluido el transmitir a los órganos superiores las propuestas e ideas de cambio incluso en la sociedad que se vive especialmente en asuntos de escuelas, viviendas, deportes, cultura, etc. Aquí el sindicato podía intervenir mucho, no obstante diré que lo hacía poco, no como hubiera sido necesario. El partido absorbía demasiado protagonismo y dejaba poco margen al sindicato, lo que considero un error grave. El sindicato debería haber sido la línea más democrática y de acción popular real de gobierno del pueblo. Después de la guerra parece que hubo mejoras pero insuficientes, los soviets los manejaba el partido, lo cual acepto pero debería ser con participación del pueblo, no sólo los elegidos. Me he pasado en mi explicación pues sólo quería decir que me eligieron como delegado para sustituir a mi amigo Dimakov y fue él quien me propuso, cuando dimitió por asuntos familiares. Yo no lo deseaba pero pensé que probar no era malo y acepté. El trabajo era difícil, ya que todos loa trabajadores estaban obligatoriamente afiliados a los sindicatos. Había que reunir a la gente para tratar asuntos que convenían a todos y que el sindicato tenia que opinar, recibir información de los órganos superiores, transmitirlos a la gente, sacar conclusiones y transmitirlo y proponerlo a los jefes de sindicatos, de trabajo o de partido según conviniera. La línea formal no estaba mal pero el funcionamiento no era correcto, demasiado burocratismo de ordeno y mando, pero se nos escuchaba poco. Sistema aceptable en teoría e inaceptable y defectuoso en la práctica. Pensé en mejorar el sistema pero mi trabajo en proyectos, tanto en mi ocupación como por mi afición-vocación, no me lo permitía y quizá porque nadie me animaba a ello. Los sindicatos tenían en la URSS una tarea muy importante y era dirigir y aplicar el sistema de sugerencias, es decir, propuestas de mejora en todos los ámbitos de trabajo, en fábricas, campos, escuelas, administración, etc., para movilizar las opiniones de la gente y conocer los problemas. Este es un medio fabuloso de mejoras constantes, posibles que estudiado aquí a nivel científico daría un rendimiento de más de un 100% de su costo

.   Aquí se aplica con el nombre de análisis de valores que no es lo mismo que con el sistema de sugerencias, que en el fondo significa mejorar lo mejorable con la ayuda de los trabajadores. Yo he trabajado los dos sistemas y puedo decir que son magníficos pero no entiendo lo poco y lo mal que se fomenta, no se motiva suficiente a la gente, no se los escucha, los jefes se lo miran como una critica a su labor, claro si hay mucho que cambiar es que está mal o erróneo. Todo es mejorable pues el sistema funcionaba a relantí pero con altibajos constantes pero con algún éxito llamativo pero en nada daba más del 10-20 % de lo posible. Hice yo algún esfuerzo para mejorarlo en mi trabajo pero reconozco que no tuve el éxito esperado, además al poco tiempo pasé a trabajar en otra sección.

Yo estaba mucho más interesado en perfeccionar mi oficio técnico que no profundizar en lo social, aunque sin despreciarlo pues  la política me interesa, pero prefiero saber de tecnologías, (medios y sistemas que producen más, da más y avanzan la riqueza a repartir), los políticos sólo quieren repartirse el trabajo ajeno. Donde el sindicato soviético realizaba bien su labor era en la publicidad y ensalzamiento de la laboriosidad, productividad, trabajo y conducta de los trabajadores de vanguardia. Era una campaña constante ensalzando su bien hacer, resultados, posibilidades, invitando a todos a seguir el ejemplo de los mejores. Pancartas, fotos, reportajes, radio, revistas, charlas, artículos de todo tipo ensalza a estos aventajados entusiastas, yo siempre fui uno de ellos, ya en Jarkov y antes de la guerra salía en el periódico de la fabrica y a veces en el local, también aquí cada año era nombrado varias veces mejor proyectista, saliendo en la prensa del ramo del automóvil. La gente no seguía en masa pero como había un punto de referencia delante la masa también se movía  adelante, no es lo que la propaganda decía, pero en parte también era verdad. Yo siempre recuerdo con admiración aquello en contraste con lo que pasa en España que solo salen en la prensa los que más sacan de los demás, los famosos, la espuma, nunca veo en la tele ni en los periódicos hablar de los trabajadores del campo, de la industria, de la construcción, mineros, barrenderos, etc. gente sencilla que lo hace todo y no cuenta para nada. Allí no estaba todo bien pero se contaba con el obrero  y a pesar de todo una sociedad más justa es necesaria y posible.

El grupo de españoles pilotos que fuimos desmovilizados superamos con éxito la desmovilización, situados otra vez en la vida civil no añorábamos la vida militar, si bien yo miraba con tristeza el paso de aviones en el aire y más cuando veía los cazas de mi

propia división que tenían el campo al lado del pueblo de mi esposa Dusia y de la fabrica a unos 10 Km. es decir, cada día los observaba con nostalgia, volar y en un caza es soberbio, pero todo no se puede tener y hay que disfrutar de lo que se tiene que también es posible si te esmeras. La vida en el mundo continuaba igual o peor, la guerra fría  planteaba nubarrones sin peligro de momento, en la URSS se mejoraba en general y sufría la guerra fría que no dejaba vivir en paz por las diferencias con occidente, Dentro del Partido Comunista de España, al cual nosotros estábamos ligados, había problemas y no se aclaraban pues como pasa en las desgracias nadie acepta culpabilidad ni responsabilidades. Lo vivía todo y me interesaba pero superficialmente ya que solo mi posición profesional resolvería mi vida personal y familiar. La política no era mi afición, pero solo miraba de no ignorarla ya que había que sufrirla pero solo para actuar lo más correctamente posible en la situación dada en cualquier momento, para hacerlo mejor y no ser demasiado manipulado. Por eso no hago comentarios detallados sino de carácter general como son los que vive el pueblo, la gente sencilla que se gana la vida trabajando y produciendo. En otoño del 54 Dusia y yo nos fuimos de vacaciones veraniegas. Ella se fue al sur con un grupo de amigas y yo me fui al sanatorio Senes cerca de Moscú, donde veraneaban los españoles y gente de otros países. Allí me encontré con Julián Ruiz, esposo de Dolores Ibaruri la Pasionaria, nos conocimos y tratamos bastante, contándonos nuestras vidas e historias. De él yo tenía referencias por mi amigo Eguiguren ya que los había conocido antes de la republica. Dicen que vivían en su barrio en Bilbao y él había visto como Dolores lavaba ropa de la gente para ganar algún dinero. Julián era amable y sencillo y algo envejecido. Su hija casada con un militar soviético vino varias veces a verle, también hablé con ella y también era amable y atenta, nada de particular. Pasé allí unas vacaciones muy divertidas ya que había un grupo de españoles de los llamados niños también descansando y un grupo de estudiantes italianos que daban al ambiente un carácter alegre y divertido, yo participé con lo que pude y me llevé muy bien como casado pero esto no impidió disfrutar y colaborar de la situación y del ambiente.

Mi mujer al venir del sur pasó por Moscú y volvimos a casa juntos y mira por donde de este encuentro es fruto nuestro hijo Sebastián y se realizó y logró lo que tanto mi mujer deseaba, tener un hijo. Así el 54 fue un año de resultados más fructíferos vividos  .Así pasamos el fin de año preparados para completar la familia y reforzar el matrimonio el cual ya funcionaba bastante bien. Desde que vine a trabajar al buró central nunca supe bien el porque mi antiguo jefe Tiurín solicitó mis servicios a mi jefe para que yo realizara un trabajo especial de normalizar los equipos y mecanismos de las maquinas de rectificados de piezas. Trabajé en ello 5-6 meses y creo que hice un buen trabajo, pero lo importante es que normalicé una situación caótica dispersa de funcionamiento, convirtiéndola en una situación comentada y ordenada y de uso general fácil. Decían que había dado muy buen resultado, pero yo aún gané más, conocí a fondo un problema y lo mejoré y me dio prestigio y así, poco tiempo después, otro jefe de departamento  pidió mi ayuda para llevar a cabo unos proyectos urgentes en las líneas de montajes de motores. También colaboré 2-3 meses con éxito y de tal forma que un amigo de mi jefe y jefe de proyectos en la sección de automatización le pidió que yo fuese a trabajar con él con traspaso definitivo. Yo lo supe y aceleré el traspaso ya que era una escalada profesional muy importante, pues de proyectar mecanismos más o menos complicados pasaba a proyectar mecanismos complejos y sistemas y aparatos de funcionamiento automático y transformando el trabajo manual en automático total o parcialmente. Mi jefe Ivan Ivanovich no quería que me fuera porque yo era su ayudante popular en las relaciones con la gente, allí había otros que deseaban su puesto pero yo los frenaba haciendo que la gente se sintiera bien con él. Por fin cedió y al poco tiempo pasé al mejor sitio que yo podía esperar en mi desarrollo técnico tecnológico. Allí mis proyectos además de mecánica llevaban electrónica, hidráulica, electricidad, temporizadores, óptica para un funcionamiento perfecto y automático. Era novato en parte pero esperaba aprender y progresar, ese era mi lema: Más alto, más lejos y más deprisa. Esa sección de automatización de la producción de automóviles era la vanguardia en la URSS y aunque no llegábamos a la altura de USA nosotros no íbamos a la zaga, estudiábamos y copiábamos los métodos y sistemas constantemente, pero solo había un defecto que los rusos no sabían informarse o conocer a fondo las ultimas novedades de los americanos, los cuales guardaban el secreto para ir por adelante y poder venderlos. En una reunión de ingenieros y técnicos sobre el problema de los adelantos y comparación con la competencia extranjera dirigida por el director general de la empresa, intervine y con ese planteamiento ofrecí el esmero y deseo de los ingenieros de ir en cabeza del progreso, pero acusé a la dirección y demás órganos superiores de no dirigir bien estos avances y sobretodo de no tener la información necesaria de la competencia.  En esa tarea, la referencia del lugar y la situación del adversario son primordiales para saber cuando y cómo hay que hacer para vencerle. Fui muy expresivo y rotundo más de lo que se atrevían a decir los soviéticos. Mis compañeros me apoyaron y al poco tiempo recibimos más información y apoyo en las sugerencias nuestras. Me atreví a intervenir porque mis compañeros me lo pidieron, pues yo aun llevaba poco tiempo para situarme y no me atrevía a opinar en voz alta, lo hice para apoyar al colectivo y aprovechando mi posición de español militar piloto que me daba respeto y consideración.

 

SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR

 
 

 

 

© RKKA