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SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR
 

VIVENCIAS DE UN MAÑO EN LA URSS STALINIANA

 

 

XI. LOS ESPAÑOLES EN EL EJÉRCITO SOVIÉTICO

 

En el éxito y en la tragedia la amistad se refleja

Durante la guerra en la URSS, algunos españoles se incorporaron  al ejército soviético en tareas especiales, políticas y estratégicas, pero la mayoría continuó trabajando. A mediados de mayo del 42 el mando soviético y el PCE decidieron que los españoles que los desearan se incorporasen a una brigada especial que al mando del coronel Starinov (antiguo consejero de guerrilleros en España) se formasen en la lucha guerrillera y operasen en territorio ocupado de acuerdo y en coordinación con el ejercito soviético en acciones de información, sabotaje y ataques que facilitasen las operaciones correspondientes. En esta brigada especial estaba como jefe Domingo Hungría que fue jefe de guerrilleros durante la guerra en España y del cual Starinov fue su consejero soviético. 

Aquí yo quisiera hacer un apartado que no concierne a la historia de mis relatos pero que creo que seria interesante conocer a quien lo leyera.

Es ya muy conocido que durante nuestra guerra civil la URSS entre otras muchas cosas envió consejeros especialistas suyos para ayudar a los mandos españoles en su trabajo. Fueron enviados en casi todas las facetas y tipos de actividades que afectaban a la guerra entre otros a la actividad de guerrilleros. Comenzaron a llegar consejeros a finales del 36 y terminaron a principios del 38. A finales del 37 y a principios del 38 el gobierno soviético comenzó a llamar a sus consejeros para su retorno a la URRS y ya está escrito por historiadores que algunos de ellos al volver a la URSS fueron fusilados como traidores eso se fue sucediendo hasta principios del 39. El coronel Starinov fue enviado como consejero en el 38 y actuó en varias unidades guerrilleras entre ellas las de Domingo Hungría y se supone que hizo un buen trabajo. A finales del 38 y a principios del 39 el coronel Starinov fue solicitado su retorno inmediato a la URSS y fue acusado de traidor. De este juicio y acusación fue informado Stalin el cual conocía muy bien a Starinov por haber actuado juntos durante la revolución y el establecimiento del régimen soviético. Stalin apostó por Starinov y afirmó que el no podía ser traidor. Ordenó una detallada investigación del caso en amplitud y profundidad. Como  resultado de esta investigación se supo que el 98% de las acusaciones y fusilados fueron erróneas pero causadas porque los servicios secretos alemanes que  interceptaban las cartas que estos consejeros enviaban a sus familiares de la URSS y en ellas introducían con tinta simpática datos e información que comprometían como traidores a honrados consejeros y así Starinov fue uno de los primeros en salvarse al descubrir este error que provocó perdidas dolorosas e injustas, por lo que estos crímenes comunistas no fueron por crueldad sino por error y la pericia de los servicios secretos alemanes.

Pasaron por los colectivos españoles representantes soviéticos y del PCE para explicarnos el objetivo y  las tareas de incorporarnos al ejercito soviético. La mayoría nos alistamos aunque a nosotros los pilotos ya formados nos hubieran gustado más incorporarnos a la aviación. Aceptamos colaborar, nos dieron orden para incorporarnos inmediatamente a la quinta brigada especial. En unos días estábamos listos y nos despedimos de la fábrica y algunos se quedaron por motivos personales. La decisión era firme pero con optimismo razonado.

Los alemanes ocupaban la URSS en la línea de Leningrado, Moscú, Voronez y Stalingrado pero sus avances estaban controlados y el ejército soviético había emprendido una gran ofensiva en el frente norte y central con gran éxito. En abril del 42 ya había avanzado más de 250 Km. y en varios sectores aun más. Se liberó Tikhin en Leningrado, se amenazó Novgorod y se embolsó grandes contingentes de tropa en Demianski y Chaln al sur de Leningrado. En el centro se recuperó Klin, Rzev y Kaluga, se llegó a las puertas de Viasma y se amenazó Smolensk. En el sur Timoshenko cruzó la cuenca del bajo Donets por lo que no sólo se frenó a los alemanes sino que tuvieron que pasar a la defensiva y nuestro ejército apartó substancialmente el peligro de Moscú y adquirimos la confianza de la recuperación y posterior victoria. Nuestra tarea era colaborar en facilitar las operaciones militares con información, boicot y destrucción de medios de transporte en su retaguardia y dificultar sus movimientos. Nos unimos por línea militar a los más de 100 mil guerrilleros que tanto hicieron para derrotar al ejército alemán. Fuimos hacia Moscú donde nos concentramos con grupos de otras fábricas y ciudades de la URSS. Nosotros de Gorki fuimos con los de la fabrica de automóviles, allí nos distribuyeron por grupos que salieron en diferentes direcciones de los frentes. Nosotros formamos un grupo de 20 personas al mando de un capitán Serguei Semielov de la quinta brigada especial. En el grupo éramos 10 españoles y 10 soviéticos. Nos destinaron a la zona este de Moscú zona comprendida entre Azer, Velikiluki, Smolensk, Viasma, Viteks y Orsas. En el grupo quedamos integrados Eguiguren, Torres, Díaz, Escribano, Novo, De la Torre, Loaisa, Letosa, Ustarroz y yo. A principios de junio salimos hacia Klin que había sido liberado en abril, nos instalamos a las afueras de una aldea abandonada donde habían pasado dos veces los alemanes, el terreno que pasábamos estaba todo destruido en las aldeas solo quedaban los hornos de las casas y algunos edificios de escuelas o cruz de pueblo y no quedaban mas que algunos abuelos, el resto había muerto o huido, era una desolación total al verlo y aumentaban las ganas de luchar para evitar que esto ocurriera  en todo el país. Allí comenzó nuestra formación como guerrilleros, sistemas y formas de actuar, para ir por territorio enemigo, información y medios de lograrla, relaciones con la población y con otros grupos guerrilleros que actuaban en la zona y en cuyos emplazamientos nosotros nos apoyaríamos en nuestras correrías o tareas. Hacíamos salidas y practicas de rutas y acciones similares a las reales en paso del frente y acciones prácticas pues estábamos peces en estos menesteres y aunque teníamos mucho interés la tarea nos parecía rara para tener que hacerla pilotos de caza ya formados. Era opinión silenciada ya que la disciplina nos lo imponía. Al final hubo problemas con varias camaradas, más adelante lo trataremos. También estudiamos las diferentes armas, los medios técnicos a emplear y sus formas de uso que aunque sencillas tenían sus trucos y problemas para emplearlas en algunos lugares y situaciones, por los peligros que representaban. Dormimos en las casas del pueblo y las clases se daban en el campo y en naves y pajares de los koljoses. Estuvimos allí cosa de un mes y nos dividimos en grupos operativos de 5-6 personas y se nombraron jefes de grupo entre ellos mi amigo Juan Eguiguren. Con él nos pusieron a mi, Torres, Díaz, Escribano y dos soviéticos más. Yo era el suplente de Eguiguren, no me gustó pero acepté. En esos días de clases me nombraron instructor de armas y medios ya que avancé y me interesé algo más que otros y los conocía por haber estado antes en aviación y el ejército de España. A mitad de Julio salimos hacia el frente para una operación sencilla de bautizo, fuimos hacia la zona de Zapadnaya Dbena, cerca de la línea férrea Rzev Velikiluki nos instalamos al sur de la ciudad en un terreno boscoso bastante húmedo en espera de pasar las líneas del frente. Nos unimos a otros grupos de guerrilleros que operaban en estas zonas, ellos tenían sus campamentos en territorio ocupado, nosotros no los teníamos ya que realizábamos operaciones concretas de acuerdo con las directrices del ejército y casi en cada operación pasábamos las líneas del frente. En esta primera tarea sólo nos encomendaron pasar las líneas, poner una mina en el ferrocarril más cercano y volver al territorio propio al sur-oeste de Roer donde se había establecido la zona y lugar de encuentro de campamento cerca de los pueblos Antiprino y Belyi.

Elegimos la línea férrea entre Velikiluki y Rzev para poner las minas, esta vía férrea sólo circulaba en la mitad del trayecto ya que Rzev era nuestro y estaba poco vigilado aunque circulaban trenes de cercanías. A nosotros nos guiarían los guerrilleros e iríamos con ellos que iban a su campamento en territorio ocupado. Después de pasar las líneas por donde ellos nos indicarían, eran expertos en estos lugares, nosotros nos separaríamos e iríamos a cumplir con la tarea de volar un tren poniendo una mina en la línea férrea. Después de observar la línea, circulación y vigilancia, frecuencia de paso, entonces decidimos donde, cuando y quien hacerlo. Intentado conocer el resultado, volver a nuestro lado, actuando en consecuencia de lo que pasase en ese recorrido pues había muchos imprevistos en estas situaciones.

Después de dos días de entrevistas con estos guerrilleros en los cuales nos instruyeron de la situación de la zona, línea de frente, controles, puntos de contacto, personas de confianza y desconfianza ya que los alemanes tenían personas compradas que vigilaban los pueblos y sus habitantes y denunciaban de todo lo anormal.

Así la segunda noche y aproximadamente desde el pueblo de Zarkovski iniciamos la marcha para cruzar las líneas enemigas. Aquí el frente no era continuo ya que era más bien móvil, era nueva la situación después de la ofensiva soviética realizada entre abril y mayo. Los alemanes guardaban bien las ciudades donde tenían guarniciones pero algunas partes del frente sólo estaban vigiladas por puestos sueltos y patrullas circulantes. Lo mismo ocurría en las líneas férreas y carreteras y así aprovechando los tiempos libres y espacios se realizaban las tareas de paso así como de las acciones de sabotaje. El éxito era estar bien informado en el tiempo y en el lugar. Los guerrilleros que estaban en las zonas ocupadas tenían establecidos espías informadores en todas partes ya que la población colaboraba magníficamente en todos los sentidos de apoyo, abastecimiento, etc.

Nosotros nos aprovechábamos de la información y situación de los guerrilleros así como las formas de aprender nosotros mismos a lograr esa ayuda, esa información. Eso era vital para el éxito o fracaso de las operaciones. Los alemanes intentaban tener espías y colaboradores entre la población y mientras avanzaban lograron que algunos se vendiesen y colaboraran con ellos pero con las ofensivas soviéticas los rusos volvieron a coger confianza en su país y eran pocos los traidores. No obstante  algunos había y nosotros tuvimos la mala suerte de sufrir sus malas acciones aunque algunos los descubrimos y los liquidamos.

Por fin se decidió la salida para esa misma noche, nos pusimos en marcha al anochecer y como era julio seria allá por las nueve de la noche y tardaríamos unas tres cuatro horas en hacerse de noche y en cruzar la línea del frente entre Zapadnaya Dvina y Smolensk y no en línea recta sino muy enredada de entradas y salidas según el terreno. Nosotros empleábamos para movernos terrenos boscosos, bajos, pantanosos donde los alemanes no se atrevían a entrar por miedo a las emboscadas. Los alemanes tenían guarniciones principales en Zapadnaya Dvina, Velikiluki, Vitebsk, Smolensk, Nevel, Kunja, Orsas, y en otros pueblos de la línea férrea tenían patrullas que seguían las líneas y los vigilantes propios comprados. Cada uno de nosotros iba muy cargado con unos 15 kilos o más de peso. Como era verano íbamos con uniforme de verano, es decir, con la guerrera nada más. Llevábamos comida seca para cinco días, en pan, sardinas, azúcar, mantequilla, agua y galletas, lo que faltase había que encontrarlo donde fuera. Las cantidades eran mínimas, cada uno iba armado con un automático, con dos tambores de 72 balas cada uno, dos granadas, alguna mina antitanque, cuchillo, etc. Para llevar la mina antitanque, que pesaba 4 kilos o más, nos turnábamos. También llevábamos cuatro o seis kilos de trilita y material sanitario. La trilita la llevábamos en la mochila y los detonadores en los bolsillos de la guerrera. Llevábamos también una caja de pastillas de cloro para poder beber agua de los acuíferos que encontrásemos. Así pues íbamos bien pertrechados pero muy cargados. Avanzábamos en silencio, procurando no ser vistos por gente de los pueblos que pasábamos cerca y nos pudieran ver. Al principio fuimos por terreno seco boscoso pero cuando se fue el sol entramos en terreno pantanoso con matorrales y árboles bajos. Había una capa de musgo de 100-200 mm y una profundidad de 0’5-0’8 metros y hacia que nos hundiéramos en el musgo y tuviéramos que andar entrando y saliendo de él y era muy difícil avanzar y seguir el grupo pues cada uno tiene diferentes fuerzas y habilidades y aquí nosotros no teníamos ni idea de esta práctica. Menos mal que llevábamos buenas botas, pesadas pero bien sujetas en los pies y nos daban seguridad. Yo personalmente sufría mucho pues soy mal andador y los calcetines rusos (partiancas) se me enrollaban en la pierna y me dejaban el pie suelto y rozado. Eguiguren me animaba pues yo era su suplente y era el que mas me quejaba. Así andando llegamos en un sitio sin agua y bosque bajo frente de una explanada. Nos paramos. Los guerrilleros que nos guiaban tenían que comprobar como estaba la situación en la línea del frente pues estábamos a unos 5 Km. de la zona de paso después de la cual debíamos separarnos de ellos. Ellos iban a su campamento más al oeste y nosotros más al norte a poner la bomba en la vía y volar el tren. Esperamos bastante tiempo 1-2 horas que aprovechamos para reponer fuerzas si bien no fácilmente por la cantidad de mosquitos que no dejaban descansar. Algunos arreglamos nuestros pies que mojados y con los malos calcetines se andaban muy mal. Llevábamos comida pero casi nadie probó bocado, estábamos metidos en la tarea y para nosotros era difícil pasar la línea del frente alemán por primera vez en forma y lugar totalmente desconocido, gente no bregada en guerra y en asuntos difíciles. Yo ahora a distancia me encanta la voluntad que poníamos todos o casi todos en la tarea.

Al final dieron orden de avanzar, nos pusimos de acuerdo donde separarnos y por dónde teníamos que ir nosotros. Nos pusimos en marcha. Los guerrilleros eran unos 10 y nosotros 6, íbamos en fila india en total silencio pero viéndonos unos a otros. Nos deslizamos por la orilla del bosque sin salir a la explanada. Así andamos cerca de una hora, y parecía que todo iba bien, de pronto orden de paro y ocultarse totalmente a tierra, pues parece que la avanzadilla había topado con gente armada que los esperaba, es decir, que había chivatazo. Esperamos cierto tiempo y ordenaron volver atrás, así los guerrilleros otra vez se pusieron delante en dirección al punto de partida de los pantanos. Allí comunicaron que no podíamos pasar por allí ya que estaban los alemanes alertados de nuestra presencia y había que esperar mucho hasta que pasara la alarma o ir por otro sitio. Ellos como conocedores de todo el territorio dijeron que intentarían pasar por otro sitio más al sur pero nosotros teníamos que ir hacia el norte y  nos quedamos solos, huérfanos y no podíamos intentar ir por el territorio ocupado sin conocer los lugares ni saber de la situación del frente y por donde pasar. Volvimos a pasar los pantanos y solos nos volvimos al campamento. Al volver aprendimos a orientarnos y entrar en los pueblos y hablar con la gente encontrando apoyo y comida, y aprendimos a ir cargados, pues era muy importante para la tarea. El pobre Novo llevaba en la mano una mina antitanque de casi 5 kilos, cuando entraba en el musgo no podía salir, tuve que ayudarle y cargar con la mina. Fue una gran decepción pues creíamos que habíamos hecho lo principal y no lo rematamos, pero es que no estábamos lo bastante preparados para actuar sin ayuda, no teníamos ni la mínima experiencia y sin conocer el terreno ni formas de actuar, en fin, que con la cabeza baja nos preparamos para otra tarea que dijeron que sería pronto.

Pasaría una semana y ya sería a finales de julio o primeros de agosto que dieron la orden de prepararnos para salir otra vez hacia la misma operación pero más cerca de Velikiluki. Iríamos guiados por un fuerte grupo de militares de la guardia especial que iban a reunirse con un campamento guerrillero, para una operación importante en la  retaguardia de los alemanes. Ellos ya iban guiados a su vez por algunos de los guerrilleros con los que tenían que reunirse. Así que formamos un grupo de 20-25 personas, demasiados para pasar desapercibidos las líneas del frente.

Las relaciones con los guerrilleros y con los militares eran excelentes ya que apreciaban mucho nuestra entrega a la causa soviética, además de la simpatía general de los soviéticos con los españoles. Iniciamos la marcha con la puesta del sol y calculando   cruzar la línea del frente  después de media noche, para acercarnos a ella en la oscuridad y apartarnos de ella también en la oscuridad y tomar posiciones antes del amanecer tanto para observar como para actuar.

Andábamos por campo abierto y mayormente por bosques más o menos frondosos para evitar al máximo ser vistos, por caminos casi no transitábamos, sólo parcialmente. Íbamos casi en dirección oeste y así nos adentrábamos en territorio ocupado. Después nosotros giraríamos al norte hacia la línea férrea cerca de Nija a la derecha de la cual deberíamos poner la mina.

Andamos 3-4 horas, yo estaba rendido pues casi no parábamos. Eguiguren me animaba pues otros compañeros no se quejaban tanto como yo y así fui tirando hasta que parábamos haciendo un paro técnico antes de cruzar la línea del frente. Estábamos nerviosos después del fallo de la operación anterior, fallo de información, fallo del paso, chivatazo, no se sabe.

Dieron la orden de seguir la marcha y fuimos adelante, la noche era oscura y casi no nos veíamos unos a los otros, no había pasado mucho tiempo, quizá 30-40 minutos cuando se ordeno parar y no moverse, se oyó un ruido, como un tumulto a lo lejos, paso unos minutos y se oyó un disparo después una ráfaga, nosotros no respondimos quedando callados. Unos militares de la guardia nos informaron que encontraron una patrulla alemana armada que dio el alto y no se le respondió pero alguien disparó y después una ráfaga levantó la alarma en el lado alemán y siguieron varias ráfagas en nuestra dirección, la avanzadilla retrocedió y esperó, analizaron la situación y volvieron atrás. Les preguntábamos de volver a intentarlo y decidieron que la alarma estaba dada y mañana vendrían y verán que hemos estado aquí es decir que estará vigilada toda la zona por cierto tiempo. Ellos decidieron ir hacia atrás con nosotros pero antes de llegar a la base se separaron y decidieron que volverían  otro día pero en otra dirección sur, como esa no era  nuestra dirección decidimos volver al campamento sin cumplir la operación con desilusión y cierta vergüenza pues había salido una orden superior de que no se podía dejar de cumplir una operación bajo ninguna excusa, bajo pena de juicio sumarísimo, encontrábamos justificado nuestro retiro pero nos sentíamos responsables y  no sabíamos hasta que punto nos podían acusar de no haber acabado la operación. Nos separamos de los guerrilleros y de los militares y volvimos al campamento.

Nuestra situación se hizo embarazosa, pues teníamos ganas de actuar pero no teníamos experiencia en estas tareas, desconocíamos completamente las zonas, el terreno y la línea del frente ya que esta no era fija ni atrincherada por ser nueva fruto del avance soviético. A los guerrilleros les extrañó lo que había pasado, pues estaban seguros de su información y decían que quizá hubo algún chivato o cambios en las guarniciones o puntos de control alemán. Así pues, necesitábamos la ayuda guerrillera interior. Al llegar al campamento resultó que al fallar por segunda  vez, en Moscú se alarmaron y enviaron a Domingo Ungria, jefe de guerrilleros de la zona centro en España, y tenía de consejero al coronel Starinov, jefe ahora de la quinta brigada especial. Al llegar nosotros al campamento informamos de lo pasado y nos dijeron que quizá deberíamos haber seguido al grupo militar e intentar penetrar en territorio ocupado. Pero claro hubiéramos ido a parar a otro zona desconocida no estudiada y no teníamos ni mapas ni objetivos, aceptaron las excusas, pero entonces Ungria personalmente se puso al mando de un grupo de 15 personas divididos en grupos operativos según tarea y que volvería a intentar pasar las líneas con nuevos objetivos en la línea férrea Velikiluki, Vitebsk, Orsas, etcétera, con el compromiso de no volver hasta haber realizado algún descarrilamiento o atacado guarniciones que justificasen nuestra existencia y nuestro trabajo.

De los españoles Ungria eligió a Torres, Díaz, Escribano, Novo, De la torre, Loaisa y yo. Eguiguren lo destinaron a otro grupo, con nosotros se juntaron 5 o 6 soldados soviéticos que también pertenecían a la quinta brigada especial que por cierto, no lo había dicho, era de la NKVD del Ministerio del interior, famosa por su represión. Comenzamos a prepararnos en todos los sentidos, realizamos clases sobre la operación y formas de proceder PARA evitar volver atrás en caso de tener problemas. Estudiamos los mapas, por cierto algo anticuados, y marcamos las rutas con algunas variantes para actuar en consecuencia. Contactamos con agentes nuestros en terrenos ocupados entre ellos una chica que operaba en la zona de la división azul. No se por que causa se había apartado tan lejos de Novgorod que era allí donde operaba la división azul. Nos explicó lo difícil que lo pasaban los divisionarios pero que la población los preferían antes que a los alemanes porque eran mas amables aunque algunos eran radicales contra los soviéticos comunistas.

Estábamos a unos 80 kilómetros de la línea férrea y a unos 40 de la línea del frente, era a finales de septiembre, el tiempo era bueno pero ya comenzaba la inestabilidad atmosférica incluso casi siempre solía nevar.

Íbamos bien equipados, pero con equipo de verano, pensábamos que la operación duraría unos 15 días, íbamos bien armados pero muy cargados. Llevábamos comida para algunos días y más municiones, llevábamos dos o tres capotes impermeables por si hacían falta. Iniciamos la marcha y andamos todo el día para acercarnos a la línea del frente. Íbamos como antes, por terreno boscoso y a veces pantanoso, pero era zona lejos de carreteras y de pueblos habitados. Habían pasado los alemanes dos veces una hacia delante y otra hacia atrás y aunque no se habían adentrado mucho a los pueblos habían destrozado todo lo posible, los pueblos bien comunicados estaban totalmente destruidos. Sólo los hornos y estufas rusas estaban enteros. Avanzábamos bien pero lentamente ya que no estábamos suficientemente entrenados en marchas largas, nos cansábamos y sufríamos de los pies, yo el primero. Pasamos dentro de los bosques donde los guerrilleros habían tenido campamentos, allí nos quedamos a dormir en un pueblo fantasma, nos cobijamos donde podíamos, pero como íbamos tan cansados dormíamos bien. Estaba previsto que al siguiente día llegaríamos a la línea del frente y pasaríamos la noche.

En el camino Ungria, que también se cansaba, nos animaba y nos explicaba cosas de la guerrilla española y nos infundía ánimos, pues después de dos fallos necesitábamos no fallar. Nos habló de traer resultados concretos o morir en el intento y nosotros que de guerrilleros teníamos poco, éramos aprendices y teníamos miedo.

Comíamos de lo que llevábamos y cogíamos lo que podíamos del campo, que era poco pero ayudaba. Bebíamos agua con cloro que cogíamos en charcas o pozos. Algunos no iban bien de cuerpo ya que con tantas marchas, viajes y sin comidas calientes los cuerpos se descomponían.

Ahora visto a distancia me acuerdo de la forma con que nos animábamos unos a los otros, pero creo que era para infundirnos coraje. El concepto del deber era bueno entre nosotros, Ungria apretaba a los españoles ya que se sentía responsable de nosotros y se comprometió a poner alta la bandera española en la lucha por la URSS.

Al día siguiente nos preparamos para cruzar el frente por la noche y había que apartarse unos 15-20 kilómetros  hacia adentro, así que repasamos la situación de cada uno, comimos lo mejor posible y al atardecer iniciamos el acercamiento a las líneas del frente. Cuando faltaban 3-4 kilómetros nos paramos, esperamos el anochecer y buscamos información sobre la actividad alemana en esos parajes, los alemanes se acercaban poco por allí ya que eran bosques apartados de las líneas de comunicación, así que todo iba bien. Cuando se hizo oscuro iniciamos la marcha orientándonos por las indicaciones de los rastreadores partisanos que cuidaban de la información de todas las actividades de la zona.

Yo tenía buena relación con Ungria ya que me pedía ayuda y me informaba más que a otros así que me situé como ayudante operativo, en parte me alegraba pero por otra parte no me gustaba ya que era autoritario e iba a por todas. Creo que actuaba con más corazón que conocimiento y despreciaba analizar los problemas que no iban con su opinión o deseo, Escribano era su ayudante de cámara.

Íbamos en dirección a un pueblo, en medio del bosque, situado más bien entre líneas. Llegamos allí entrada la noche, preguntamos sobre la situación y dijeron que bien pero creían que allí había un agente alemán que nos había visto y mas vale que esperásemos. Ungria decidió coger el supuesto agente e interrogarlo, fuimos a su casa y lo hicimos hablar y nos reconoció que era chivato alemán que le habían hecho por amenazas y peligro para su familia. Nos dio información y Ungria y yo lo fusilamos en un estercolero. Pasamos la noche allí con mucha vigilancia y el día siguiente de madrugada Ungria envió a Torres y Novo a hacer una exploración por delante. Torres y Novo avanzaron hasta la salida del bosque, allí una patrulla los descubrió y quisieron volver al bosque y Torres lo logró y Novo más flojo se quedo atrasado y los alemanes lo mataron. Torres volvió al campamento e informó. Ungria se enfadó por el comienzo que tomaba la operación, estábamos nerviosos porque el sitio en que estábamos era peligroso y los alemanes se enteraron de la pérdida de su agente y podían venir y tomar represalias. Con la información recibida decidimos tirar hacia adelante y por la noche avanzamos sobre planos hacia una zona con montículos donde se veía una zona más amplia pero sin línea de frente, solo podía haber patrullas, es decir, había que evitar toparse con ellos. Andamos 8-10 kilómetros y entrábamos en un pueblo. Desde allí, antes del amanecer, Ungria envió un grupo con De la Torre y 3 rusos a poner una mina cerca de la guarnición, y otro grupo Torres yo y otros rusos a explorar la situación desde unas cimas más elevadas con vistas a la línea férrea y una estación con guarnición. Ungria y el resto del grupo se retiraron al bosque donde nos esperaban. Torres, yo y los 2 soviéticos andamos 2-3 kilómetros en la noche y al amanecer nos situamos en la cima de los montículos que parecieron mejores. Nos acomodamos en matorrales, Torres y yo en una grande que nos pareció adecuado y los soviéticos en otro al otro lado del montículo. Nos acomodamos en el centro y estábamos a unos 100 metros de un camino de carro abierto. Desde allí veíamos los movimientos y el paso de trenes desde lejos. Pensamos haber elegido bien el sitio para la tarea. Amanecía y esperamos la salida del sol temprano, se oyó un ruido de gente, miramos y vimos un carro cargado con material entre ellos una ametralladora y  detrás seguían en formación informal uniformados un pelotón de 15-20 soldados con un oficial al frente. Pensamos que ya comenzamos a obtener información, hacia falta ver a donde iban, y  cual seria nuestra sorpresa al ver que al llegar a nuestra altura salen del camino y se dirigen hacia nosotros y se distribuyen cerca de nosotros, preparándose para acampar. Torres y yo nos quedamos rodeados por ellos y decidimos quedarnos quietos y callados, porque en realidad no sabíamos bien como quedarían acampados. Hablaban alto, daban órdenes y se movían a nuestro lado. Teníamos que hacer esfuerzos para no toser o hacer algún ruido, para no mover el arbusto, estábamos acojonados y yo me dije Maño de aquí no sales, pero si tienes que caer hazlo con dignidad y así esperamos que si nos descubrieran moriríamos matando. Durante el día hicieron un par de alarmas, corrían con los fusiles en mano pero con dirección hacia fuera, sentíamos tiros en dirección al pueblo, callamos aunque yo necesitaba toser o estornudar pero a base de tragarme un trozo de pan aguanté. Torres y yo estábamos sentados juntos, uno cara al otro para ver lo de detrás, en un momento dado Torres me puso la cara junto a sus piernas, yo obedecí y la bajé; sobre mis espaldas un alemán cogió un tallo grande del arbusto y en ese momento alguien le llamó y girando la cabeza contestó en el momento que rompía el tallo con las manos, lo cargó al hombro y se marchó sin vernos. Estaba a un metro mas o menos delante de mi, el grito llamándole le distrajo y nos salvó, se apartó y no  volvió, tuvimos miedo que nos hubiera visto y que volviera a dispararnos pero no lo hizo.

Sin comer, beber y orinar desde más de 24 horas esperamos quietos y agazapados en espera de lo que pasase. Los alemanes al caer la tarde se replegaron y se marcharon hacia donde vinieron en dirección a Goradok, estación de tren y guarnición armada. Cuando todos se fueron, esperamos un poco más y fuimos a buscar a los compañeros soviéticos, pero ellos se escaparon y los disparos de la alarma fueron por ellos. Llegamos al pueblo anterior de salida y salió la gente a recibirnos y nos comunicaron que los alemanes habían venido al pueblo y sorprendieron a De la Torre y sus compañeros pues al volver de la tarea de poner la mina se quedaron a dormir en el pueblo y los cogieron in fraganti, salieron del pueblo pero les dispararon con un mortero y De la Torre y un compañero suyo fueron abatidos. La gente del pueblo los enterró allí, era ya el segundo español caído sin resultados aceptables. Volvimos hacia el bosque donde teníamos el campamento en una zona espesa y semi-pantanosa, allí no entraban los alemanes. Algunos tramos del camino estaban hechos de troncos cruzados de lo contrario hubiera sido imposible penetrar en ellos, algunos días dormíamos al raso con los cuerpos mojados y hacia ya frío para la indumentaria que llevábamos; lo pasamos mal pero aguantamos, llegamos al campamento e informamos de los resultados de las acciones, Ungria se puso furioso porque el quería resultados y solo teníamos perdidas. Aunque preocupados por los encuentros con los alemanes que notaron nuestra presencia en la zona decidimos que al día siguiente nos acercaríamos al ferrocarril y observaríamos de día si era posible poner la mina. Comimos un poco de lo que teníamos y algo que logramos en las casas, descansamos y antes del alba salimos en dirección al ferrocarril al norte de Vitebsk. Llegamos al final del bosque y la vía estaba a unos 300 metros, era lugar de cultivo de cereales, no había gente por ahí. Observamos desde el bosque. Paso una patrulla, después un tren con 6-8 vagones sin tropas a la vista. Después de pasar  el tren Ungria decidió que había que poner la mina en la vía y nos mandó a Loaisa y a mi ir a ponerla. Loaisa pondría la mina y yo le cubriría, con mucho miedo en pleno día y en territorio alemán iniciamos la marcha. Ungria y el resto quedó en el bosque para cubrirnos si hacia falta. Agachados entre las mieses cortadas llegamos a la vía férrea. Loaisa fue a poner la mina en forma de contacto de rueda (que consiste que al pasar al tren las ruedas aplastan dos cables eléctricos que se cruzan, hacen contacto y explota el detonador y la carga, unos 4 kilos de trilita, y salta la vía). Loaisa colocó rápido y bien la mina, yo vigilaba a unos 50 metros agazapado a un fajo de mieses. Pero en esta situación yo lo estaba pasando muy mal pues tenia una indisposición galopante que me salía cuando quería, en esta situación tuve que bajarme los pantalones y defecar sin dejar de mirar ni vigilar.  Cuando acabó de poner la mina se oyó el ruido de un tren que venía y salimos corriendo contentísimos de cómo había ido la operación, al poner la mina y venir el tren, ¡fantástico! Misión cumplida. Nos ocultamos en el bosque. El tren que venia era pequeño, de 6 vagones, pero ya estaba bien para comenzar, pero ¡ah! viene el tren, pasa el tren y la mina no explota. Desilusión, reproches para Loaisa por no ponerla bien.

La situación se complica, hemos hecho dos intentos y sin resultados, queda poca trilita y hay que volver a intentarlo. Ungria dice que hay que ir a buscar la trilita ya que si la dejamos lo pueden descubrir y nos buscarían. Nos ordena otra vez a Loaisa y a mi  ir a por ella, Loaisa sacaría la mina y yo le cubriría, esa operación es peligrosísima ya que las ruedas han aplastado los cables pueden conectarse al menor movimiento. Con más miedo que vergüenza iniciamos el retorno a la vía, la distancia parecía inmensa y el tiempo largo, nos acercamos con el mejor cuidado en ocultarnos, Loaisa tenia la peor parte, si me hubiera tocado a mi creo que me hubiese negado pues es difícil no morir en el intento. Loaisa lo hizo a la perfección, sacó la bolsa de la trilita, separó el detonador y la pila y corriendo venía hacia a mi con una cosa en cada mano. Resulta que no separó el detonador de la pila y andando el detonador explotó con tanta mala fortuna que un trozo metálico del detonador se le incrusto en el ojo izquierdo, en aquel momento llegaba a mi lado y el se desplomó yo cogí sus armas, la trilita y demás cosas, y corríamos hacia el bosque. Allí no teníamos nada mas que hacer y volvimos al campamento, allí rápidamente organizamos que se llevasen a Loaisa para la retaguardia para un hospital. Así se hizo, pero la situación era cada vez más desesperada. Ungria nervioso con su compromiso y nosotros viendo que lo nuestro no era lo de guerrilleros, terrenos desconocidos, información precaria, etcétera.

Llevábamos más de una semana en terreno ocupado por los alemanes,  hicimos las acciones descritas, en ella perdimos tres españoles, dos muertos y un herido y 4 soviéticos que no volvieron, dos en la operación conmigo en el observatorio y dos con la operación de De la Torre. Ungria decidió que había de continuar intentándolo, esperamos dos días y otra vez fuimos hasta la vía férrea esta vez más al norte de Gorodok, aquí el bosque llegaba más cerca de la vía, el grupo podría protegerse y proteger a los que actuábamos, estábamos observando la vía y evaluando la situación y lo hacíamos desde muy cerca de la vía. Yo lo consideraba peligroso pero Ungria no se le podía decir nada, te trataba enseguida de cobarde. A mi me tenia bastante confianza pues en el grupo yo era algo líder y como me seguían, el me utilizaba para convencer a los demás, yo le pedía que recapacitase más la situación que era necesario que buscásemos apoyos de los guerrilleros de la zona que también había, y actuar con más conocimiento. El decía que lo que había que hacer era actuar hasta lograr los objetivos y por los menos descarrilar un tren. Para hacer ataques a otras fuerzas quedamos pocos sólo nueve personas y atacar en territorio enemigo era una locura. Tratando de aclarar la situación observamos que por la vía venia una patrulla de 2 guardias y un perro, yo creí que los dejaríamos pasar y luego pondríamos la mina, pero Ungria decidió cargarse la patrulla y a mi me ordenó ponerme al otro lado de la vía cubierto de hierbas altas. La vía pasaba en terraplén alto de unos dos metros, me envió a mi solo y el resto se quedó al lado del bosque, nos amagamos todos y la patrulla se acercaba. Cuando estaba a unos 50 metros el perro noto mi presencia, se paro y puso su vista en mi dirección, en ese instante Ungria se levantó y disparó con su automático, yo también me levanté y me puse a disparar, primero al perro y después al guardia, y el otro desapareció pues parece que a los primeros disparos se tiró al terraplén y se escondió. Yo cruce la vía y me uní al grupo y volvimos al campamento, la mala leche y el pesar estaba con nosotros, callamos y tristes aguantamos la falta de comida y el frió sin abrigo. Yo en algún momento pensé que Novo había tenido suerte porque aquí alguna vez puede ser que triunfemos pero también es posible que nos cojan ya que actuamos en territorio enemigo. Nos reunimos para evaluar la situación, estábamos desanimados y dudosos pero en estos actos adquirimos bastante experiencia, practica en andar, subsistir con poco, movernos por territorio enemigo y con un poco de suerte podíamos cumplir la tarea, es decir, adquirimos confianza en nosotros mismos y en el grupo. Ungria era valeroso, buen compañero pero para mi de poca reflexión, notamos que no podíamos volver sin resultados aceptables y teníamos que volver a intentarlo, Ungria incluso quería adentrase unos 100 kilómetros en territorio alemán y hacer algún sabotaje importante en otras vías férreas más transitadas o algún otro objetivo, yo le dije que alejarse  era ir otra vez  a sitios desconocidos además de que nuestros mapas eran muy antiguos y no representaban la situación real en muchos aspectos, él insistía. Le expuse mi opinión y se enfadó conmigo y en este caso él más que pedir la opinión pedía la aprobación, yo en la mayor parte de las veces siempre reforzaba sus ideas pero aquí me parecieron descabelladas, yo pedía a los demás compañeros que dieran su opinión, pues lo que pasase seríamos todos responsables y victimas, quedaban 4 soviéticos con nosotros pero no se les comunicaba nada, Ungria nos exigía a nosotros los españoles. Yo a Torres le forzaba a que se pronunciase, pues con él Ungria tenía simpatía debido a la operación con Novo y Torres, pero como siempre aceptaba lo que el jefe dijera, yo insistía a Díaz y Escribano y dijeron que mi opinión les parecía aceptable, Torres también se unió a ellos. Así planeamos realizar la próxima incursión a la vía para dos ó tres días después, ya que era reciente nuestra presencia en las vías y se supone que lo notaron los alemanes. Nos preparamos lo mejor posible en todos los aspectos, reforzamos nuestra alimentación con incursiones a aldeas dentro del bosque, y siempre lográbamos algo ya que la gente era buena y generosa. Algunas noches incluso dormimos bajo techo, en casas, corrales o agujeros en tierra, que en ese tiempo era mejor que a la intemperie.

La operación seria al norte de Gorodok pero más arriba que la anterior a unos 50 kilómetros de Velikiluki. Tres días más tarde iniciamos la marcha por la mañana y nos acercamos al máximo al punto de control alemán en guarniciones y patrullas, esta línea era por donde vinieron los de la división azul a Novgorod. Desde allí era desde donde nos informaremos de la existencia de los controles y actuaríamos en consecuencia. Observamos desde lejos la vía férrea durante todo el día y comprobamos el paso de trenes de mercancías, unos vigilados y otros no, unos con vagones delante de la maquina y otros con vagones de plataformas armadas con un pelotón y ametralladoras y morteros, pasaban patrullas con perros y sin ellos, siempre dos soldados. Después del paso de la patrulla pasaba un tren, los trenes no eran largos, 8-10 vagones. No nos acercábamos mucho a la vía para que los perros no notaran nuestra presencia, el terreno era abierto unos 200 metros desde el bosque a la vía. Decidimos actuar de día después del paso de una patrulla. Nos adentramos otra vez en el bosque para pasar la noche y volver por la mañana, así lo hicimos y al alba ya estábamos en el punto de observación y acción, nos acercamos al máximo posible al borde del bosque y esperamos el momento de actuar. Escribano se encargaría de poner la mina y Torres lo cubriría, al salir el sol pasó una patrulla con perro, iban despacio y observaban, los perros no nos gustaban pues tenían mucho olfato, mas tarde pasó un tren de carga con aparente protección. Íbamos a actuar y una corazonada nos hizo esperar, y al poco paso otro tren con 8-10 vagones con protección detrás de la maquina. Esperamos un rato y paso otra patrulla sin perro, y decidimos actuar de inmediato era cerca del mediodía. Escribano y Torres salieron del bosque y fueron hacia la vía ocultándose el máximo entre la maleza, andaban despacio pero se arrastraban muy disimuladamente, y llegaron a la vía. Nosotros observábamos y estábamos preparados para lo que pasase. Escribano y Torres iban con diligencia y colocaron la mina muy deprisa y sin observar ni ellos ni nosotros nada anormal rápidamente volvieron al grupo y entonces todos juntos nos adentramos al bosque para evitar ser descubiertos o atacados. Díaz y yo nos quedamos de reten más cerca de la vía para observar el paso de algún tren y sus consecuencias. Pasaría cosa de una hora y se oyó un tren que se acercaba de norte a sur. El tren que se acercaba llevaba 8-10 vagones cargados, no corría muy deprisa, quizá 40-60 kilómetros por hora. Quedamos a su paso con emoción e inquietud ante un posible fallo, al pasar por la mina estábamos atentos y se realizó la explosión. De pronto la locomotora se cruzó y volcó en la vía, los vagones chocaron con la locomotora y entre si, volcando varios y otros semi-cruzados. De los vagones salieron soldados corriendo y gritando, otros heridos salían a refugiarse detrás de los vagones. Rápidamente dispararon hacia el bosque, las balas pasaban por encima de nosotros, y nosotros sin esperar más Díaz y yo corríamos hacia los otros compañeros y corrimos junto a ellos para alejarnos de posibles peligros. Contentos y confusos iniciamos la marcha atrás hacia el campamento base en nuestro territorio. Pensábamos que obramos bien pues lo hacíamos con abnegación y el trabajo tenía que dar su resultado, cumplimos con el deber pues las órdenes de Stalin eran que no se debía volver atrás sin cumplir con el objetivo. Habíamos cumplido.

Habían pasado casi 15 días intentando por todos los medios atacar a los alemanes y tuvimos mas bajas que ellos, teníamos mala suerte. Pues parece que actuábamos debidamente y ahora al fin (sin ser motivo para volverse loco) habíamos logrado un objetivo que por ser nuestro primer éxito estábamos muy contentos. Las penalidades pasadas, hambre, frió descomposiciones ya nos parecían menos malas, nos parecía haber acercado la victoria final. Avanzábamos en el bosque hacia la línea del frente controlado, nos ambientábamos con el mapa y la experiencia vivida durante estos días, pero yo no me veía muy seguro ya que pasábamos mucho tiempo andando de noche por parajes boscosos, pantanosos, sin carreteras ni caminos buenos y cuando volvías a pasar te parecía diferente ya que andábamos a oscuras y en diferentes direcciones. Estábamos en territorio ocupado y aunque sin ciudades ni guarniciones armadas cercanas, si estaba el terreno vigilado y lleno de chivatos y patrullas circulantes.  Los guerrilleros del territorio los salvaban bien ya que tenían siempre la información y ayuda de la población, pero nosotros éramos ocasionales. Paramos a comer de lo que teníamos y aguantábamos pensando que los próximos días lograríamos recuperarnos de todo aunque fuera para un tiempo, repasamos los equipajes y decidimos andar hasta la misma línea del frente y si no había problemas pasarla, o esperar a mañana en alguna parte. La línea de frente controlada era irregular, entradas y salidas de varios kilómetros. Esto hacía que al encontrar un pueblo nosotros teníamos que ir con cuidado ya que no sabíamos a ciencia cierta su situación. La táctica era que una avanzadilla se acercase al pueblo sin ser vista, entrar en una casa y preguntar por la situación y obrar en consecuencia. Así fuimos avanzando hacia el este parando lo mínimo posible. Estábamos agotados, yo especialmente, pero no nos quejábamos. Ungria quizá era el que mas sufría por ser el mas viejo, pero no se quejaba, y estaba contento pues haber salvado su honor y el nuestro. Sin resultados él no podía volver, se había comprometido con la URSS, con España, con el partido y la emigración. Su aureola le obligaba, nosotros los pilotos fuimos sus valederos.

Continuamos la marcha ocultándonos lo mejor posible pero cuando nos parecía íbamos por caminos, que se cansa menos y se avanza más rápido que por el bosque. Todo iba bien y nos acercamos a un pueblo para comer y beber, algo que nos dieran ya que no teníamos casi nada, aunque esto de no llevar nada era también menos peso y eso facilitaba la marcha. Comenzó a ponerse el sol y como todo iba bien nos informamos del peligro de encontrarnos a los alemanes y nuestra situación en el territorio. Y nos informaron de encontrarnos en territorio ocupado, pero por la tarde no había peligro, pues siempre pasaban las patrullas por la mañana. Nos orientamos en la dirección más conveniente a seguir y andamos hasta el anochecer cuando llegamos a un pueblo que estaba sobre un montículo. Ungria sugirió parar a descansar un poco allí ya que íbamos rendidos y él más.

Nos dividimos en dos grupos éramos nueve, Ungria, Torres, Díaz, Escribano y yo fuimos en un grupo y otros 4 soviéticos con un cabo en otro. Cada grupo debía ocupar una casa en cada extremo del pueblo y poner vigilancia constante y si pasaba algo comunicarse para actuar juntos. Decidimos las casas donde quedarse y descansar 3-4 horas y después volver a la marcha juntos. Fuimos cada uno a sus casas y como siempre nos recibieron bien pero extrañados pues nadie había pernoctado nunca, si bien pasaban con frecuencia por el pueblo. Comimos algo, tomamos te y nos dispusimos a descansar en el suelo con colchonetas, era una delicia después de lo pasado. Se nombró a Escribano para la primera guardia, se le encargó que no se durmiera pero con lo cansado que estaba eso era difícil. Nosotros nos acostamos y antes de estar horizontales ya dormíamos. La señora de la casa y sus dos hijos se fueron a sus camas. Dormíamos como troncos, para mi algunas de estas dormidas en el suelo en casas habitadas son las que he disfrutado el descanso en mi vida. En este caso el reposo fue interrumpido por Escribano, bajo del desván desde donde vigilaba corriendo y nos despertó emocionado, diciendo que un grupo de alemanes avanzaba hacia la aldea. Era temprano y apenas amanecía, con la diligencia que el caso exigía nos levantamos y preparamos. Ungria decidió subir al desván y esperar que pasaran los alemanes. Rápidamente subimos al desván. La dueña arreglaba el local para que no se notase nuestra estancia, yo al subir estaba acojonado, pensé Maño aquí si que se acaba tu historia. Pues me parecía absurdo quedarnos y esperar que nos cogieran. A estas horas los alemanes no vienen si no es por tareas concretas. El día anterior habíamos puesto la mina y descarrilar un tren con lo que había presencia de guerrilleros seguro y además después de lo del tren podrían haber reforzado el control y observado nuestra retirada. No lo sabremos nunca. Yo al llegar al desván lo primero que hice es asomarme a donde Escribano vio a los alemanes, mis ojos creo que se abrieron como faroles. Desde el desván se veían las afueras del pueblo y allí a unos 200 metros en una anchura de 50 avanzaba desplegado un pelotón de unos 20 soldados, avanzaban fusil enristre y la bayoneta calada, yo me gire a Ungria y le dije:

- ¡Vienen a por nosotros!

Él reaccionó deprisa y dio la orden de salir aunque fuera luchando pues no podíamos esperar que nos quemaran en casa. Todos actuamos con mucha diligencia, bajamos rápidamente, yo bajé el último con más miedo que vergüenza y los demás bajaron por la escalera, yo me tiré por el agujero. El macuto pegó detrás y con la cabeza y el pecho me pegué en el borde del agujero y casi perdí el conocimiento pero los nervios eran tales que casi no lo noté. Fui rápidamente hacia la puerta para salir pero la puerta daba al lado que venían los alemanes, ni me había dado cuenta. Y al abrir a unos 50 metros avanzaban lentamente los alemanes hacia la casa, cerré rápido la puerta y entre en la cocina para explicar la situación ¿Qué hacer?

Había una pequeña ventana en la cocina que daba al lado de la casa a 90 grados de la entrada, rápidamente rompimos la ventana y comenzamos a salir, yo salí el último, cogí la chaqueta, el correaje y la carpeta de Ungria que se había dejado. Yo en el macuto llevaba la trilita que nos quedaba y los detonadores en la guerrera. Salí como los demás rápidamente y comenzamos a correr hacia un bosque pequeño más próximo, como a 200 metros. Yo comencé a correr tan deprisa que los pase a todos, Ungria me decía:

¡Maño no corras! –él no podía con su alma.

Yo al correr esperaba que alguna ráfaga me tocase pues al salir por la ventana que estaba al lado de la casa, en el tiempo transcurrido desde que abrí la puerta y nuestra salida había pasado lo suficiente para que llegaran a la casa, vernos salir y dispararme. No se si fue que aplicaron la ley de enemigo que huye puente de plata o que al verme a mi en la puerta militar armado pararon su avance. Llegamos corriendo a un bosque bajo pero suficiente para ocultarnos y adentrarnos en el bosque, nos dispararon y las balas pasaban silbando cerca de nosotros, corrimos más, nos alejamos y continuamos andando hacia nuestras filas. En el camino y a una cierta distancia de nosotros un pueblo era atacado por la patrulla que nos atacó o otra que no habíamos visto, incendiaban las casas con bombas de termita y disparaban a mujeres y niños que salían de las casas, pensamos atacar pero ellos eran 4 o 5 veces más que nosotros y estaban en su territorio, nosotros éramos 5 pues los otros 4 soviéticos habían salido corriendo y no sabíamos donde estaban así, con mucho pesar de ver los crímenes, continuamos andando y allá al medio día entrábamos a nuestro territorio. A la primera unidad militar que encontramos nos presentamos, nos dieron de comer, descansamos y al día siguiente continuamos la marcha al campamento base, a descansar y esperar nuevas órdenes.

Guerrilleros en el bosque

Con equipo ligero y un poco recuperado andamos dos días más hacia el campamento, al llegar allí nos indicaron que teníamos que ir a Moscú para informar de nuestro trabajo. Un poco sorprendidos y ante la expectativa de la valoración buena o mala de nuestro trabajo, pero a pesar de todo nos alegrábamos mucho, nos llevaron a Rzev y desde allí en tren a Moscú. Allí encontramos una gran concentración de nuestra quinta brigada especial. Nos recibieron como héroes pues Ungria tenia mucha aureola y el hecho de dirigir personalmente esta operación aún supuso más mérito y a nosotros nos gustó. Preguntamos por nuestros compañeros rusos que se perdieron pero todos volvieron a casa y hablaron bien de nosotros los españoles. También encontramos a Loaisa, le habían operado y quitado un ojo, pero estaba de una moral magnífica y se preparaba para actuar de nuevo. A la semana de estar a las afueras del norte de Moscú en una gran formación de todos los grupos guerrilleros vino Pasionaria y otros políticos, nos arengaron y felicitaron pues otros grupos también habían cumplido con los objetivos. A los pocos días, a los que habíamos estado con Ungria nos nombraron tenientes del ejército de tierra y pasamos a ser jefes de grupos e instructores oficiales. Cuando llegamos a Moscú nos encontramos que algunos compañeros que se negaban a ir de guerrilleros, entre ellos Luís Ros, jefe responsable que fue del colectivo Sierp y Molot, Morales y Guerra y fueron detenidos como desertores, pues habían jurado bandera. Estaban detenidos dentro de la unidad, yo ya era oficial y tenía acceso a ellos, hablé con ellos y de sus problemas y saqué la conclusión que tenían miedo pues habían caído ya varios compañeros y explicado los problemas de la lucha guerrillera, teníamos que hacerles un juicio sumarísimo y yo me interesé por el ambiente. Parece que se les quería fusilar y como yo tenía mano con algunos políticos y además querían que figurase entre los jueces, intenté cambiar el fusilamiento por expulsión del ejército y del partido por cobardía. No eran ciudadanos soviéticos, no habían frustrado ninguna operación ni causado ningún problema por lo que no era tan grande su pecado. No se como fue mi influencia y la de otros compañeros,  pero sin juicio sumarísimo se los envió a sus casas y después hicieron su vida normal en la URSS.

Colocando una mina en la vía del tren

Al llegar a Moscú unos cuantos removimos la posibilidad de pasar a la aviación, algunos ya estaban trabajando en ello, nos unimos al grupo que eran Fierro, Sevilla, Bravo, Gaspar, Blanco y otros. Fuimos a ver el general Osipenco, al ex ministro español Hernández y hablar con algunos de nuestras políticos para que no se opusieran, a los que conocían a soviéticos que habían estado en España también se les habló para que influyeran en lo posible, entre ellos estaba el comandante Dolgapolov jefe del regimiento 786 de la 142 división de cazas de defensa de Gorki. Estábamos en octubre de 1942 y a primeros de noviembre ya se había decidido nuestro pase a la aviación, no se como fue pero mucho más rápido de lo esperado.

Colocando una mina

Yo en el tiempo que estuvimos en Moscú fui a dar clases de guerrilleros y orientación nocturna a una división de asalto y vanguardia. Estaba situada al noroeste de Moscú en la zona que habían llegado los alemanes. Fue una experiencia magnifica pero dura, pues hacíamos rutas por bosques talados a un metro en terreno pantanoso, terreno abrupto, es decir, con muchos problemas y dificultades al andar. En estas acciones no tenía mucha experiencia como profesor pero con la ayuda de los guardistas lo supere bastante bien y sellé así mi estancia en la guerrilla. A mediados de noviembre recibimos la orden de incorporarnos a la 142 división área de caza, allí fuimos a parar Gaspar, Eguiguren, Torres, Roy y otros, esta división tenia encomendada la defensa área de Gorki. Gaspar, Eguiguren y yo fuimos al regimiento 423 de área de caza, Torres y Roy fueron al regimiento 786 que mandaba nuestro amigo comandante Dolgopolov y en su regimiento ya había entrado Agustín Morales, pequeño de los hermanos. El estado mayor de la división estaba en la ciudad misma de Gorki en la fortaleza Kremlin más pequeña pero semejante a la de Moscú. Un regimiento estaba instalado en el aeródromo central de Gorki que también era civil y  de enlace con el exterior y los dos regimientos a los que fuimos a parar nosotros estaban ubicados a 60 kilómetros por el Volga arriba a 6 kilómetros del río frente a las ciudades de Balajna y Prabdinsk en un campo nuevo sin angares ni casas especiales, el campo estaba en un montículo rodeado de terreno pantanoso de donde se extraía turba para una central eléctrica térmica en la ciudad de Balajna. La ciudad de Gorki está ubicada a 500 kilómetros al este de Moscú en la confluencia de los ríos Oka y Volga. Gorki y sus alrededores tiene un millón y medio de habitantes, tiene y tenía la mayor fábrica de automóviles de Europa con 60.000 empleados y obreros, fabricaba de coches, camiones, bicicletas, material militar, armamento, maquinaria especial, etcétera. En Gorki también había una fábrica de aviones de caza tipo Lavochkin del que yo seria un gran usuario en sus 4 versiones que se fabricaron, yo mismo iba a la fábrica a recogerlos. En Gorki había una gran fábrica de tanques y locomotoras así como otras de motos, de morteros y de armas ligeras. Es decir, Gorki era una gran ciudad industrial al servicio de la guerra y cuando los alemanes se acercaron a Moscú bombardearon de noche 3 o 4 veces por lo que se instalo la división de defensa aérea. Hasta nuestra llegada sólo había dos regimientos con unos 40 aviones pues aunque el regimiento constaba de 36 no había para todo y la prioridad eran los frentes. A veces nos enviaban 4 o 6 aviones nuevos y a la semana se los llevaban al frente que hacían más falta. Un poco antes de nuestra llegada se formó el tercer regimiento al mando del teniente coronel Elisarov de origen judío, era de los pocos que había de pilotos, pero era afable y sabia su oficio. Con nuestra llegada también la iniciaron un grupo joven de pilotos soviéticos y entre todos completamos los puestos de pilotos del regimiento. A Gaspar lo destinaron a la primera escuadrilla con el jefe comandante Zaitzev héroe de la URSS pues había abatido un avión enemigo utilizando el Tarán es decir, cortando la cola de la avión enemigo con la propia hélice, además había abatido varios aviones más, era un piloto muy experimentado. El resto de personal no tenía tanta experiencia. Eguiguren y Roy los pusieron en la segunda escuadrilla al mando del capitán Shilov y gran piloto y gran persona con experiencia media en combate, tenía algunos aviones derribados. El personal de preparación media sin combates. Yo fui destinado a la tercera recién formada escuadrilla y estábamos en plan de formación, ni siquiera el capitán Maliavkin, que era nuestro jefe, tenia experiencia de combate con el enemigo. En la primer escuadrilla disponían de 8 aviones de 12 previstos, la segunda escuadrilla disponía de 6 y nosotros la tercera disponíamos de 3. Un UT4 (mosca de 2 plazas) es el I16 de entrenamiento, un I16 (mosca de combate) para entrenamiento base ya que era el avión que habíamos terminado la escuela de pilotos, además disponíamos de un Lag-3, avión de combate que estaba en segunda generación y con el cual volaba el jefe de escuadrilla y a cuyo avión debíamos pasar una vez cogiéramos práctica con el I16. El regimiento de Dolgopolov 786 se ubicaba a un extremo del campo junto a un pueblo rural y disponían de edificios para los servicios médicos y personal auxiliar. Dolgopolov era el jefe superior de la guarnición. La mayoría del personal se hospedaba en las casas particulares con mucha estrechez, pero bien tratados pues los pilotos jóvenes, fuertes y con buenos sueldos eran objetivo deseado de todas las chicas del pueblo y sus alrededores. Como vivían en sus casas se arreglaron varios casamientos. El personal de tierra y auxiliares, así como los almacenes de provisiones y materiales todos estaban ubicados debajo de tierra, el tejado camuflado estaba como terreno normal a nivel del suelo, estaban situados alrededor del campo pero a diversas distancias de acuerdo con su función y la seguridad. En la guarnición había un batallón de abastecimiento general e incluso cultivaban terrenos alrededor del campo de donde se satisfacían las necesidades de productos del campo, Había también una granja de cerdos que se alimentaban de las sobras de los comedores. Yo resalto esto porque de estos campos me abastecía yo de tomates, cebollas, pepinos y coles, productos que se daban poco en el menú y yo necesitaba en más cantidad y algunas veces me los daban y otras veces los tomaba de los campos. Este abastecimiento era importante porque la situación que vivía la URSS con fallos de suministros eran cosas normales y cada uno debía ingeniarse la forma de conseguirlas en el ámbito de su situación.

Yo en 1945

Puesto de mando de Zhukov

Camino del frente

La Madre Patria te llama

Cruzando un río

 

SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR

 
 

 

 

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