VVS >> Otros articulos >> Sebastián Altemir Altemir
 
 
SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR
 

VIVENCIAS DE UN MAÑO EN LA URSS STALINIANA

 

 

III. ACADEMIA DEL AIRE PARA PILOTOS REPUBLICANOS

 

 La escuela de sueños de juventud

 Llegamos a nuestro destino, la escuela de pilotos republicanos de Kirovabad, un edificio antiguo, grande de tres plantas, un gran patio todo vallado para evitar que nosotros abandonáramos el cuartel y que no nos vieran mucho. Esta escuela aunque se sabía que existía era oficialmente secreta y se evitaba el máximo su publicidad. Así nosotros nos encerramos en ella para cumplir nuestro cometido y nuestro deber, ser pilotos republicanos. En los pisos de arriba estaban los dormitorios, dos o tres salas grandes y en la planta baja estaban las salas de estudios de los diferentes temas que complementa el curso de piloto, aerodinámica, navegación aérea, motor, armamento, avión, meteorología, balística, orientación aérea, táctica, nociones sanitarias, primeros auxilios, etc. Los profesores se esmeraban al máximo, algunos sabían algo de español pero en general nos entendíamos a través de intérpretes lo cual dificultaba mucho la comunicación y el contacto. Eran competentes en el conocimiento y en la enseñanza. La escuela disponía de un patio grande donde hacíamos algo de gimnasia, paseábamos y tomábamos el aire, había aparatos de gimnasia, los españoles los usábamos muy poco y no regularmente. Yo me extrañé que no nos hicieran hacer más gimnasia en un país donde se cultivaba mucho, quizás seria porque estábamos muy ocupados en los estudios. Estábamos más de 150 alumnos de tres cursos en marcha. Primero, preparación teórica, segundo curso de avión escolar y tercero preparación militar en aviones reales, el chato I15, el I16 mosca y bombarderos Katiuscas los cuales se   estudiaban en la Academia de Jarkov en Ucrania. Yo entré con mucho entusiasmo pero con dudas de mi mismo pues yo era de los alumnos con menos conocimientos técnicos y mecánicos, la mayoría eran ya obreros de fábricas y oficios, con alguna idea de maquinaria, motores, coches, herramientas técnicas, etc., yo no tenía ni idea de ello si bien muchas ganas de aprender. Yo iba acompañado de muchos buenos amigos pues al “maño” lo apoyaron los mejores entre ellos los catalanes y como no el que sería mi padre, amigo y hermano, el vasco Juan Eguiguren. Él me ayudó en todo, consejos, enseñanza, amistad, afecto, etc. Yo con él también hacia lo mismo. Los soviéticos que dirigían la escuela encabezados por el comisario Mirov y el coronel Orlov realizaban sus funciones creo que a la perfección, no creo que si hubieran sido españoles hubieran tenido tanto interés en formarnos como pilotos españoles y militares, nos infundían importancia y responsabilidad por nuestros estudios y exigían un comportamiento de esfuerzo en hacer las cosas bien. Nos hacían ver que éramos privilegiados de poder estudiar de pilotos y en los momentos que se luchaba en los frentes de España en situación un tanto difícil y desesperada. Nos exigían esmero y esfuerzo para obtener buenos resultados en nuestra formación que yo creo que además de militar era cívica y patriótica de españoles, yo me propuse y creo que lo logré esforzarme y responder a la confianza puesta en mi. Nos decían que no teníamos derecho a malgastar los aproximadamente 2.000.000 de pesetas que costaba el curso más el coste de los accidentes y roturas de aviones que a veces se producían.

He avanzado mis comentarios a los acontecimientos porque en me causó gran impacto la disposición, la entrega y el interés de los soviéticos por la causa de nuestra republica. Si todos los españoles republicanos hubiéramos tenido tanto interés quizás no hubiéramos perdido la guerra. Nos alojamos en nuestros dormitorios colectivos, en una gran sala del segundo piso en varias líneas de camas pareadas, nos dieron el uniforme de alumno cadete que poco se diferenciaba de los soldados soviéticos y junto con este el equipo de vuelo, mono, casco, botas, plancheta de vuelo, etc.

Para mantener el secreto nos pusieron nombres rusos que eran los nuestros modificados, yo me llamaba Altov, Eguiguren Aquino, mi amigo Pararols Merculov y así todos los demás. Nos repartieron en dos grupos para iniciar los estudios y se correspondían a los dos aeródromos que nos asignaron, a mi me tocó el número cuatro. Dentro de cada campo se asignaba una escuadrilla que constaba de tres patrullas y estas disponían de tres aviones, cada avión tenía designado un piloto instructor que con cuatro alumnos volaban por turnos. Por la mañana el 50% estudiaba en las aulas los temas teóricos y por la tarde volaba en el campo, la otra mitad al revés. Volar por la mañana y estudiar por la tarde, los primeros días fueron todo clases teóricas pero pronto comenzamos a volar, pues disponíamos de poco tiempo ya que en seis meses teníamos que aprender lo que en tiempo normal costaba dos-tres años en la academia y la practica era fundamental. El comedor de la escuela estaba fuera del edificio central, íbamos al comedor siempre en formación y sin contactar con la gente, pues éramos secretos. El comedor era una planta baja con patio grande, allí había una tienda que podíamos comprar tabaco, colonia y bebidas no alcohólicas y chucherías, así como papel, sobres y cosas de tocador. Teníamos dinero pues nos pagaban 120 rublos al mes para gastos personales. Muchos de nosotros las guardábamos para comprar una cámara fotográfica Leika que costaba 700 rublos y era de gran calidad óptica alemana Zeis y muy apreciado por los aficionados. Eguiguren la compró, yo guardé el dinero que me valió después para comenzar en la vida civil en la fábrica, claro cada uno actuaba a su manera. Allí mi amigo Pararols Merculov me enseñó a comer pepinillos en vinagre, esto me ayudó después y conocer un producto que se usa en la URSS en cantidades industriales, en cada bocadillo, en las tapas, en las bebidas alcohólicas y en las fiestas de la juventud.

También íbamos a ducharnos una vez por semana a unos baños públicos grandiosos con saunas incluidas, yo allí me caí con una cubeta llena de agua y me tuvieron que dar varios puntos en la cabeza, estuve tres días en la enfermaría y me cuido un médico-comandante italiano, no recuerdo su nombre pero si me aficionó a cuidar los pies y cortar las uñas debidamente, era un fanático de ello.

El famoso U-2. Primer avión escuela

El comisario Mirov, jefe político de la Academia con 2 intérpretes

 

SEBASTIÁN ALTEMIR ALTEMIR

 
 

 

 

© RKKA