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ALEKSANDR SERGEEVICH YAKOVLEV
 
"LA META DE MI VIDA"
 

 

LAS ENSEÑANZAS DE ESPAÑA

 

En el verano de 1939, a fines del mes de julio, me telefoneó Stalin y preguntó cómo marchaban las cosas del caza.

 

- Aquí, conmigo, está el piloto Denisov, peleó en Es­paña y en Mongolia. Puede darle consejos útiles para su aparato. Pase con él.

 

A la media hora entraba ya en mi despacho un hombre alto, moreno y apuesto, con guerrera, los distintivos de jefe de brigada y la Estrella de Oro de Héroe de la Unión Soviética en el pecho.

 

Efectivamente, la entrevista con Serguei Denisov, jefe del grupo de cazas I-16 en España, fue muy valiosa y útil para mí como diseñador porque me contó muchas cosas interesantes como testigo y participante de combates aéreos con pilotos alemanes y japoneses y porque me inició con excepcional conocimiento de causa en la esencia de la guerra aérea moderna.

 

Conversamos largo rato. Comparamos y discutimos las ventajas y los defectos de los aviones de caza alemanes, japoneses y soviéticos. Denisov expresó su punto de vista acerca del papel de la aviación de bombardeo y caza no sólo en aquel tiempo, sino también en el caso de que tuviéramos que guerrear.

 

Hablando de la táctica de la aviación de caza, señaló que en el I-16 se había derribado pocos cazas enemigos debido al pequeño calibre y a la descen­tración de las ametralladoras montadas en las alas.

 

Denisov me contó su conversación con Stalin quien le había sorprendido por lo bien enterado que estaba de los problemas de la aviación. Stalin, según Denisov, se hallaba al corriente incluso de detalles como el armamento de los cazas ingleses Spitfire donde, a diferencia de los Messer­schmitt alemanes, los cuales llevan un cañón central y dos ametralladoras sincrónicas (que disparan a través del plano de la helice), las ametralladoras se encuentran lejos del eje del avión y van montadas en las alas. Stalin se interesó particularmente por cómo era más conveniente armar el caza, con cañones o con ametralladoras, y cuál era el fuego más eficaz, el de puntería de un solo cañón de gran calibre o el de las ráfagas de varias ametralladoras.

 

Resulta que sobre esta cuestión y otras semejantes, ya en 1937, teniendo en cuenta el primer periodo de la guerra civil en España, Denisov había escrito por iniciativa propia un informe a los dirigentes de las Fuerzas Aéreas y de la industria de aviación. Pero el informe lo dejaron sin atención, no se adoptó ninguna medida y al cabo de dos años, en los combates de Jaljin-Gol, los defectos de nuestros 1-16 y Chaikas continuaban siendo los mismos, y Denisov se había convencido una vez más de ello. Entonces, al volver de Mongolia, Denisov se dirigió a Stalin, quien lo llamó sin pérdida de tiempo a su presencia. Stalin se enojó mucho al enterarse por Denisov de que no se había tomado nin­guna medida en relación con su primer informe. Escuchó con gran atención al piloto y le propuso formular por es­crito todas sus observaciones y enviárselas a él.

 

Denisov escribió este informe y volvió a ser recibido por Stalin. Esta vez Stalin llamó también al Comisario del Pueblo de la Industria de Aviación, M. Kaganóvich, y expresó con dureza su indignación por la indiferencia con que habían sido acogidas las advertencias de Denisov dos años antes.

 

Kaganóvich trató de justificarse, pero no podía discutir de cuestiones especiales con un entendido como Denisov. Stalin acabó por echar literalmente del despacho al Comi­sario del Pueblo y recomendar a Denisov que se pusiera en contacto directamente con los diseñadores Lávochkin, Mi­koyán y conmigo.

 

La esencia de las observaciones críticas de Denisov consistía en lo siguiente:

 

La división de los cazas en maniobrables y rápidos era una concepción defectuosa.

 

Nuestros cazas debían tener comunicación por radio.

 

EI armamento de tiro, tanto por el calibre como por el emplazamiento en el avión, era insatisfactorio.

 

Los cazas alemanes eran superiores a los soviéticos tanto en velocidad de vuelo como en armamento de ametralla­dora y cañón.

 

Esto es una especie de prehistoria del presente capitulo, que trata de las enseñanzas de la guerra en España y de lo importante que era no menospreciarlas.

 

Veamos la esencia de estas enseñanzas.

 

En 1936 estalló en España la guerra civil. El general Franco, instigado por los fascistas alemanes e italianos, promovió una sublevación militar contra la República. Cuando se aclaró que el general Franco solo no podía con las fuerzas de los republicanos, Hitler.y Mussolini enviaron a España sus tropas y material de guerra: cañones, tanques y aviones.

 

Pero en auxilio de los republicanos españoles acudie­ron hombres progresistas de muchos países: ingleses, fran­ceses, americanos, antifascistas alemanes e italianos. Los soviéticos tendieron su mano de ayuda a la España repu­blicana: en el otoño de 1936 nuestros voluntarios con su material bélico partieron para España con el fin de batirse en las filas de las tropas antifascistas internacionales.

 

En su libro 986 días de lucha, los escritores españoles M. Azcárate y J. Sandoval dicen:

 

"Madrid recibió en los momentos de mayor peligro una ayuda de enorme valor. Surcando su cielo aparecieron por primera vez aviones que no sembraron la muerte, que venían a salvar a los niños y a las mujeres madrileñas, los "chatos" y los "mos­cas" soviéticos. Subidos a las azoteas de las casas, desde los balcones y ventanas, los madrileños lloraban de alegría esta vez y agitaban sus pañuelos saludando a los pilotos amigos.

 

A finales de octubre llegaron los primeros aviones que unos días más tarde surcaban ya por el cielo de Madrid, permitiendo a los pilotos españoles y soviéticos de la "Gloriosa" hacer frente a las criminales incursiones de la aviación italiana y alemana.

 

En ese mismo mes llegaron los primeros cincuenta tan­ques y la infantería republicana dispuso desde entonces de una coraza para avanzar y atacar.

Los voluntarios soviéticos que vinieron a España pres­taron una ayuda inestimable, con su experiencia, sus enseñanzas, su heroísmo ejemplar, a los mandos del Ejército Popular.

 

Entre esa pléyade de héroes desempeñaron un papel particularmente glorioso: Vóronov, Bátov, Malinovski, Pávlov, Kuznetsov, Meretskov, Rodimtsev, Serov, Smush­kevich, Jolzunov, Mináev, caído en la defensa de Madrid, Góriev, Ptujin, Krivoshein, Smirnov, Nesterenko y muchos otros".

 

Los hitlerianos declaraban abiertamente que considera­ban España como un polígono para la prueba de sus nuevas armas.

 

El conocido periodista soviético Mijail Koltsov, que pasó en los frentes de España casi toda la guerra como corresponsal de Pravda, me hablaba con gran amargura de la superioridad de los aviones alemanes en comparación con los nuestros. Koltsov estaba enamorado de la aviación, el mismo había volado mucho y con audacia, se alegraba pro­fundamente de todos nuestros éxitos en el terreno de la aviación y con su inteligente pluma los popularizaba. Enca­bezó la escuadrilla de propaganda Máximo Gorki que tenia por aeronave insignia el avión gigante de este mismo nombre.

 

Cuando me encontré con Koltsov me preguntó per­plejo: "¿Cómo ha ocurrido que los aviones alemanes han resultado mejores que los nuestros?"

 

Igual que otros muchos creía sinceramente en la fuerza invencible de nuestra aviación y sufría mucho por los reve­ses en la España republicana. "¿Cómo es eso? -repetía-. "Más alto, más lejos, más veloz que nadie" ¿y de re­pente?..."

 

En el tercer tomo de las Obras Escogidas de Mijail Koltsov figura su magnífico Diario español en el que se refleja con vivos trazos el ambiente de la guerra civil en España y se describen las proezas de nuestros pilotos, tan­quistas y artilleros.

 

Koltsov cita en su diario estas palabras de un general de la aviación republicana:

 

"Juzgue usted mismo. Por primera vez en el mundo hemos tenido que encajar el golpe del fascismo armado con la novísima y avanzada técnica alemana. Porque el ejército alemán tenia relevantes meritos en la aviación en los tiem­pos de la Primera Guerra Mundial. El "general del aire" Góering pregona al mundo entero las gloriosas tradiciones de la escuadrilla de caza de Richthofen en que prestó sus servicios. Los pilotos de Góering, en aparatos alemanes modelo mil novecientos treinta y seis, infunden pavor a los gobiernos de Paris y Londres. La aviación italiana se consi­dera también una de las mejores de Europa. Resumiendo, en Madrid nos hemos encontrado con lo que describieron distintos profetas en las novelas sobre la guerra futura".

 

En los combates aéreos nuestros cazas, pese a su buena maniobrabilidad, resultaron peores que los alemanes, estos les ganaban en velocidad y sobre todo en el calibre del armamento y distancia de tiro. Los bombarderos SB no podían volar sin protección de cazas y estos últimos no se podían comparar con los alemanes ni podían asegurar una defensa eficaz.

 

Por grande que fuera el heroísmo de los aviadores repu­blicanos el éxito lo decidía en fin de cuentas la calidad del material.

 

Después del torrente de records constituía una sorpresa desagradable y, a primera vista, incluso inexplicable. Pero era un hecho real: nos habíamos rezagado claramente de nuestro adversario potencial -el fascismo hitleriano- en el terreno de la aviación. Los aparatos y aviones gigantes, que habían cosechado éxitos atronadores, no podían susti­tuir lo necesario en las condiciones de la guerra que se avecinaba.

 

Era preciso adoptar medidas resueltas y urgentes para superar el atraso con mayor razón porque la situación in­ternacional se caldeaba por momentos. En marzo de 1938 la Alemania hitleriana se apoderó "por vía pacifica" de Austria, efectuando el llamado anschluss (incorporación) y se hizo dueña de Checoslovaquia enseñando a Europa sus colmillos de lobo.

 

A Stalin le dolían mucho nuestros reveses en España. Descargó su disgusto y sus iras en quienes no hacía mucho estaban considerados como héroes y se les cubría de hono­res plenamente merecidos.

 

Las primeras víctimas fueron los héroes de la Unión Soviética Smushkevich y Richagov que, como luego se acla­ró, no tenían ninguna culpa.

 

Detuvieron también a un grupo de trabajadores del ICAH, encabezado por Nikolái Jarlámov, jefe del Instituto.

 

¡De que no se los acusaría!

 

La mayoría de ellos habían estado poco antes en Francia y los EE.UU. con una comisión técnica encabezada por Túpolev y Jarlámov, donde se compró en particular la li­cencia para fabricar en la URSS el avión de pasajeros Douglas de fama mundial.

 

Entonces muchos reveses se achacaban al sabotaje. Se derrumbó la techumbre de madera carcomida del taller de una fábrica de aviación: sabotaje. Se rompían los seg­mentos de los pistones de los motores de aviación: sabotaje. La muerte de Chkálov, acaecida el 15 de diciembre de 1938 en un caza de Polikárpov I-180: sabotaje. En este caso paga­ron el pato el jefe de la Dirección General de la Industria de Aviación Beliaikin, el director de la fábrica experimen­tal donde había sido construido el avión I-180 Usachov y el diseñador Tomashevich, suplente de Polikárpov.

 

¿Cómo fue la cosa en realidad?

 

La potencia de nuestras fábricas de aviación, construi­das en los dos primeros planes quinquenales, aseguraba la producción en gran serie de aviones, motores y accesorios. El nivel de la industria aeronáutica en conjunto era bastante elevado. La industria proporcionaba al ejército el número necesario de aviones de guerra. Pero el quid estaba en que estos aviones en parte eran anticuados y en parte no correspondían a la calidad que exigía la guerra.

 

Si se compara los tipos fundamentales de aviones soviéticos que se producían en serie al comienzo de la Segunda Guerra. Mundial, o sea, en 1939, con análogos tipos ale­manes, esta comparación no será a nuestro favor.

 

Al comienzo de la guerra civil en España los I-15 e I-16 se enfrentaron por primera vez a los Messerschmitt. Eran los primeros cazas Me-109B con motor Junkers Jumo-2l0 de 610 caballos y su velocidad no pasaba de 470 kilómetros por hora.

 

Nuestros cazas en velocidad no eran peores que los Messerschmitt, el armamento de unos y otros era aproxi­madamente equivalente -ametralladoras calibre 7,6 milímetros-, la maniobrabilidad de los nuestros era mejor y les jugaban malas pasadas a los Messer. Los dirigentes de nuestra aviación se alegraban mucho de esta circunstancia. Se creó un ambiente de placidez, no se apresuraban a mo­dernizar la aviación de caza.

 

Mientras tanto, los hitlerianos dieron muestras de una premura febril y tuvieron en cuenta la experiencia de los primeros combates aéreos en el cielo de España. Mejoraron radicalmente sus aparatos Me-109, instalando un motor Deimler-Benz-601 de 1.100 HP, gracias a lo cual se elevó su velocidad de vuelo a 570 kilómetros por hora. Lo arma­ron con un cañón de veinte milímetros, aumentando así la potencia de fuego.

 

En este aspecto se montó la producción en serie del caza Messerschmitt con la marca Me-109E.

 

Cuando visité con una delegación económica soviética las fábricas de Messerschmitt en Ausburgo y Ratisbona durante el otoño de 1939 vi lo ampliamente que se había desarrollado la producción en serie del Me-109E.

 

En 1939 se fabricaron unos quinientos aparatos.

 

Los Messerschmitt modernizados fueron enviados a España donde, al mando de Werner Mólders, el mejor piloto de caza alemán, participaron en los combates aéreos de la etapa final de la tragedia española. La superioridad de estos aviones en comparación con los I-15 e I-16 era evidente.

 

Los alemanes aprovecharon con mayor diligencia que nosotros las enseñanzas del polígono español.

 

Los cazas Mig, Yak y LaGG capaces de contender con los Messer alemanes aparecieron en ejemplares de prueba únicamente en 1940.

 

La comparación de los bombarderos SB y Ju-88 tam­poco decía nada a nuestro favor. Por la velocidad y carga de bombas los alemanes también tenían ventaja en la avia­ción de bombardeo.

 

El bombardero soviético de picado Pe-2 apareció en ejemplares de prueba, lo mismo que los nuevos cazas, úni­camente en el año 1940.

 

En la Flota Aérea de la URSS prácticamente no había aviones de cooperación con las tropas terrestres semejantes al bombardero de picado alemán Junkers-87. En nuestro país no se veía la necesidad de tal avión. Cuando en octubre de 1939 se nos concedió la posibilidad no sólo de conocer, sino también de comprar material alemán de aviación, los tácticos de pacotilla rechazaron categóricamente la compra del Ju-87. Sus argumentos fueron: "¿Para qué gastar inútil­mente el dinero? Es un modelo anticuado, de poca veloci­dad". Pero ya en los primeros días de la guerra estos apa­ratos "anticuados y de poca velocidad" nos causaron incal­culables desgracias.

 

El gran número de Ju-87 que poseían los alemanes no despertó la atención de nuestros militares por este tipo de avión. Es pasmosa esa ceguera.

 

EI avión blindado de asalto de Ilyushin IL-2, que pasaba en 1939 las pruebas de vuelo y era muy superior en todos los aspectos al Ju-87, encontró también una actitud de frialdad: insuficiencia del blindaje, pequeña velocidad, etc.

 

En marzo de 1939, el Comisario del Pueblo de Defensa, en el discurso ya citado que pronunció ante el XVIII Con­greso del PCUS de la URSS formuló claramente su asombroso menosprecio por los aviones del campo de batalla, por los aviones de cooperación con las tropas, con la infantería, los tanques y la artillería. El Comisario informó al Con­greso como si se tratara de una conquista de que la produc­ción de bombarderos ligeros, aparatos de asalto y de reco­nocimiento se había reducido a la mitad.

 

El piloto militar A. Yumáshev y otros establecieron en aviones pesados una infinidad de records mundiales de ca­pacidad de carga. Estos records caracterizaban nuestros aviones pesados como los más potentes y causaron gran impresión en el mundo aviatorio. Sin embargo, la tarea del bombardero no consiste solamente en elevar la carga de bombas, sino en transportarla al objetivo, ese es su sentido. Pero para ello nuestros bombarderos eran demasiado lentos y su distancia de vuelo resultaba insuficiente.

 

Igualmente algunos se dejaban seducir entonces por la buena maniobrabilidad de nuestros cazas considerándola como la cualidad fundamental, pero perdían de vista la misión principal del avión de caza, que consiste, ante todo, en alcanzar al enemigo y aniquilarlo. Para eso hace falta no sólo maniobrabilidad, sino en primer término velocidad y potente armamento.

 

Nuestros cazas de producción en serie de los años 1937 y 1938 no tenían ni lo uno ni lo otro.

 

"Las cualidades combativas y tácticas de los aviones alemanes eran mucho más elevadas que las de los soviéticos creados en los años del Segundo Plan Quinquenal... Nues­tro caza I-16 tenía una velocidad máxima de 462 kilóme­tros por hora y, por consiguiente, era inferior incluso a los bombarderos alemanes..."

 

En nuestro país se manifestó de verás inquietud por el retraso de la aviación militar soviética, ya a fines del año 1938.

 

En 1939 se adoptaron medidas extraordinarias. El Comité Central del Partido aprobó varias decisiones orienta­das a reforzar considerablemente la base de producción de la industria aeronáutica y ampliar con rapidez el número de organizaciones e institutos de diseños. Se incorporaron nuevas fuerzas a las oficinas de proyección, que empezaron a trabajar en la creación de nuevos aviones de guerra mo­dernos, principalmente cazas.

 

Sólo porque el nivel alcanzado por nuestra ciencia y nuestra industria de aviación en 1939 era elevado se logró crear en corto plazo -dos años nada más- modelos com­pletamente nuevos y modernos de cazas, bombarderos y aviones de asalto y preparar la base para su producción en masa.

 

Gracias a las medidas adoptadas se montó la producción en serie de todos los tipos necesarios de aviones de com­bate. Pero al estallar la guerra habíamos tenido tiempo de fabricar muy pocos. Esa fue nuestra desgracia.

 

Gracias a http://militera.lib.ru

El texto original en ruso se encuentra aqui

 

HR_LeNoir / HR_Ootoito / HR_Grainovich

 
 

 

 

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