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Grabación y tratamiento del texto de la entrevista con G.M. Ryabushkó

Realizados por Andrei Sujorukov

 

 

 

IL-2 con esquíes

 

A.S. ¿Cuantos IL-2 participaban habitualmente en un ataque?

 

G.R. Eso depende. En las misiones de “caza libre” participaba una pareja, a veces – dos parejas. Para atacar un objetivo importante participaban de seis a dieciséis aviones en un solo ataque.

 

A.S. Usted personalmente como disparaba – ¿con corrección por trazadoras o el tiro directo?

 

G.R. En general, con corrección por trazadoras.

 

A.S. ¿Cual era el consumo de munición en el combate?

 

G.R. Yo normalmente gastaba toda la munición. Siempre volvía con las cajas de munición vacías. En muy pocas ocasiones me quedaba algo. Recuerdo que Krasnolutskiy me echaba broncas: “¿¡Que haces, y si de vuelta te encuentras con los cazas, con que te vas a defender!?

 

A.S. ¿Para cuantos ataques seguidos llegaba la munición?

 

G.R. A veces para un solo ataque. En el frente de Leningrado, cuando solamente realizábamos un ataque por misión, yo llegaba a gastar toda la munición. Mientras picas de mil metros de altitud a doscientos – se puede gastar toda.

 

A.S. ¿Se podía realizar figuras de alto pilotaje con un IL-2? En caso afirmativo, ¿eran aplicadas en los combates?

 

G.R. Se podía. Con un IL-2 se podía realizar todas las figuras de alto pilotaje, pero no aprovechábamos esta posibilidad en los combates, porque un “Messerschmitt” realizará todas estas figuras mejor y mas rápido. Nuestra principal maniobra “anti-caza” era ponerse en círculo defensivo, realizando el mínimo viraje posible. En caso de no poder ponerse en círculo por alguna causa – lanzábamos el avión de forma no sistemática a la derecha-izquierda o arriba-abajo.

 

A.S. El motor: ¿su potencia, fiabilidad, techo de servicio? ¿Tenía forsázh? (El régimen de funcionamiento potenciado, nota de HR). En caso afirmativo - ¿sus posibilidades, el tiempo de funcionamiento del motor bajo este régimen? ¿Cuál era la vida útil del motor? Es que las estadísticas de la producción de los Shturmovík son curiosas: la cantidad de los motores fabricados durante la guerra equivale a la cantidad fabricada de los propios Shturmovík. En caso de otros aviones, la cantidad de los motores fabricados excede un 30-40% al número de estos aviones fabricados.

 

G.R. Los IL-2 monoplaza estaban dotados del motor AM-38, el motor AM-38F empezó a instalarse en las posteriores versiones biplaza. Tanto uno como otro eran muy fiables, aunque el AM-38F era notablemente más potente. Se notaba enseguida. Para dejar fuera de servicio este motor se necesitaba un impacto directo de un proyectil antiaéreo. Todo lo demás lo aguantaba sin problemas.

 

De todas formas nosotros “ahorrábamos” el recurso del motor. Procurábamos no abusar de la palanca de gases. Antes de realizar el ataque, fijábamos las revoluciones y no volvíamos a tocar la palanca de gases ni durante el picado, ni durante la salida del picado. A veces, justo al final de la salida del picado aumentábamos un poco el gas, pero normalmente no hacia falta. Durante la retirada del objetivo aumentábamos el gas, pero nunca llegábamos a las máximas revoluciones. Cuando nos escapábamos de los cazas y nos poníamos “en circulo”, a veces bajábamos las revoluciones para reducir el radio del viraje.

 

El forsázh como tal no existía. Había una posición de la palanca - “máximas revoluciones”. Pero este régimen de funcionamiento se utilizaba solamente durante el despegue. Una vez alcanzados 200 por hora, bajábamos el gas. Durante el combate nunca utilizábamos revoluciones máximas.

 

Cuantas horas de funcionamiento aguantaba el AM-38 - no podré decir ahora mismo, pero yo diría que unas 120 horas – tranquilamente. Normalmente el propio Shturmovík tenía vida útil mas corta que su motor. El motor tenia un recurso de sobras, con reserva. El avión era dado de baja por el desgaste antes que su motor. Por esto siempre teníamos una reserva de motores operativos usados.

 

A.S. ¿Los motores fallaban a menudo? En caso afirmativo, ¿los fallos eran a causa del desgaste, del mantenimiento inadecuado?

 

G.R. Si te lo acabo de decir – los motores fallaban muy poco. La mayoría aplastante de los fallos era debida a los daños sufridos en los combates.

 

A.S. La hélice: ¿era de paso variable? ¿El mando del paso de hélice se manejaba sin dificultades?

 

G.R. La palanca de paso de hélice era utilizada continuamente. Cada fase de vuelo exigía un paso de hélice determinado. El paso se manejaba muy fácilmente, sin ninguna dificultad.

 

A.S. ¿Desde donde os eran suministrados los repuestos?

 

G.R. Los repuestos eran suministrados de forma centralizada. Se suministraba cualquier tipo y en cualquier cantidad. Incluso en el 1942 no había ninguna interrupción en el suministro de repuestos para los IL-2. No se por que. En nuestro aeródromo estaba también un regimiento de cazas, pues ellos en algunas ocasiones sufrían interrupciones en el suministro de repuestos.

 

A.S. ¿Cual era la capacidad de supervivencia del avión en un aterrizaje de emergencia? ¿Hasta que punto era peligroso para el piloto? ¿Las posibilidades de reparar el avión posteriormente?

 

G.R. Aterrizábamos “sobre la panza” con bastante frecuencia. Si el aterrizaje se producía en un lugar adecuado y de forma correcta, la tripulación no sufría ningún daño. El avión era reparado rápidamente, era cuestión de pocos días. Esto cuando los daños sufridos en el combate eran relativamente leves. Mi IL-2 al recibir 126 impactos no fue reparado y fue dado de baja. Estaba hecho polvo.

 

A.S. Cuando los aviones volvían dañados, ¿cuántos impactos tenían y de que calibres? Hágame una valoración visual de la potencia de los cañones alemanes de 20mm.

 

G.R. Los aviones tenían impactos “de todo” – empezando por las balas de rifles y metralletas y acabando por los proyectiles de 37mm y de metralla de los proyectiles de 88mm. Aquellos que no nos disparaban - es porque no lo querían hacer.

 

Un proyectil de 20mm dejaba en las alas un orificio de unos 20-25mm, en el casco blindado – de 2 a 8mm. A veces simplemente dejaba una abolladura o una ralla en la coraza. Esto dependía del ángulo de impacto y de la velocidad del proyectil. También dependía del tipo de proyectil – si era perforante o explosivo. ¿Cuántos impactos había? Depende, a veces había muchos, por lo menos hasta varias decenas de agujeros en las alas y en la cola.

 

A.S. ¿Durante el invierno vestían monos de piel? ¿Como influía este hecho en la comodidad de manejo del avión y en la circunspección (visión periférica)? ¿Cómo variaba el tipo de ropa a lo largo de la guerra?

 

G.R. Si, utilizábamos monos de piel. El conjunto era el siguiente: el mono de piel, los úntis (calzado de piel, nota de HR) y los guantes de piel. A mí en particular no me gustaban esos guantes, prefería los guantes normales. El motor desprendía mucho calor dentro de la cabina, nunca notábamos frió excesivo. Mas tarde nos empezaron a suministrar las chaquetas y los pantalones de piel, así que todo el mundo dejó de utilizar los monos. La chaqueta y los pantalones eran separados, por eso vestirlos era más cómodo que vestir el mono.

Durante la primavera y en otoño vestíamos monos de entretiempo.

En verano vestíamos monos de verano, a veces ni eso –volábamos directamente con el uniforme.

 

A.S. El personal de mantenimiento técnico: ¿tipo de especialistas, cantidad, condiciones de mantenimiento?

 

G.R. Cada avión tenía asignados: el técnico del avión, el mecánico de motores, el armero y el técnico de mantenimiento de la radio.

Una escuadrilla – eran cuatro aviones – adicionalmente tenía asignado al técnico de la escuadrilla. La escuadrilla también tenía asignado a un ingeniero de la escuadrilla y al ingeniero de armas de la escuadrilla. El ingeniero de armas de la escuadrilla era responsable de colocar los detonadores en las bombas. En caso de los cohetes RS, los detonadores eran colocados por los armeros.

Adicionalmente, cada escuadrilla disponía de un técnico de laboratorio fotográfico. Su función era el revelado de las películas y otros trabajos que tenían que ver con el fotocontrol.

 

A.S. ¿Cual era el pintado de los aviones?

 

G.R. El camuflaje llevaba manchas de color verde oscuro y verde claro. Las superficies inferiores eran color azul. La matricula del avión era de color blanco. (Yo siempre volaba con el numero “11”). Los conos de hélice se pintaban de distintos colores en función del escuadrón – de color rojo, blanco, otros colores, ahora no recuerdo. Las puntas de las  aspas de la hélice se pintaban de color amarillo. En el año 1945, con el permiso de los mandos, algunos de nuestros pilotos pintaban en los fuselajes los nombres de sus amigos caídos en combate. Recuerdo cuando derribaron a Grisha Tsukanov, y su amigo Anatoliy Timoshenko dibujó con letra grande en el fuselaje de su avión un sobrescrito que decía: “¡Por Grisha!”. Recuerdo también que algunos llevaban dibujado un sobrescrito “¡Por la Patria!”.

 

A.S. ¿Volvían a pintar de nuevo los aviones en su regimiento? Y otra cosa: ¿durante el invierno pintaban sus aviones de color blanco, con cal?

 

G.R. El pintado de fábrica era satisfactorio. Jamás volvíamos a pintar nuestros aviones, ni en el invierno ni en el verano. Nosotros durante todo el año teníamos aviones con camuflaje verde, jamás tuvimos de color blanco.

 

A.S. ¿Habían realizado alguna mejora del avión directamente en su regimiento?

 

G.R. Se introducían mejoras en la radio. Los aviones venían de fabrica con los radiotransmisores que funcionaban de forma repugnante, era imposible utilizarlos – el ruido de interferencias en los auriculares era insoportable. Pero cuando nuestros técnicos de radio tocaban algo allí dentro, la comunicación se volvía “limpia” y estable. También introducían alguna mejora en el sistema de lanzamiento de bombas. En aquel entonces no me fijaba en estos detalles.

 

A.S. ¿En alguna ocasión realizó el aterrizaje forzoso?

 

G.R. Yo – no. Siempre conseguía llegar hasta la base.

 

A.S. ¿Cuantos vuelos de combate realizó?

 

G.R. Ciento once. Realicé el último vuelo el día 13 de mayo del 1945, para atacar la isla de Swenemunde. En esta isla se encontraba una agrupación de alemanes que se negó a entregarse a nuestras tropas. Así que les tuvimos que atacar. Pero me condecoraron con el “Héroe de la Unión Soviética” por mi 105-o vuelo.

 

A.S. ¿Qué es lo que se consideraba como “vuelo de combate” y cómo cambiaba la interpretación de este termino a lo largo de toda la guerra?

 

G.R. Un vuelo de combate - es aquel vuelo en el cual se logra el objetivo de la misión. Así era desde el inicio hasta el final de la guerra.

 

A.S. ¿Las bajas de los pilotos y de los artilleros? ¿La proporción de estas bajas? ¿Cuáles eran las bajas en su regimiento en las diferentes etapas de la guerra?

 

G.R. No podría decir exactamente, pero si no recuerdo mal, a lo largo de la guerra iban igualados. Al principio, cuando volábamos con IL-2 monoplaza, morían solo los pilotos. Posteriormente añadieron el puesto del artillero. Las bajas de los artilleros eran superiores a las bajas de los pilotos, pero por su puesto que no eran varias veces superiores. A finales de la guerra las bajas de ambos se igualaron. Te diré una cosa: normalmente, cuando el avión volvía entero, entonces tanto el piloto como el artillero estaban vivos; si el avión quedaba derribado, morían los dos.

 

Yo durante toda la guerra solamente tuve a dos artilleros. El primer artillero se llamaba Iván Avdónin. Una vez voló con otro piloto, con Leoníd Kuznetsóv (en aquel momento yo estaba herido y no volaba). Cuando les derribaron, ellos hicieron un aterrizaje de emergencia en la retaguardia enemiga. Cuando iban camino hacia nuestro territorio, por la noche se separaron uno del otro y se perdieron. Kuznetsóv pudo llegar, Avdónin – no. Cayó prisionero, pero pudo sobrevivir el cautiverio alemán. Luego volvió a casa.

Después de Iván Avdónin mi artillero era Nikoláy Stepánovich Pleshílov. Volé con él hasta el final de la guerra.

 

Referente a las bajas, seria más correcto hablar sobre el tipo de acciones bélicas llevadas a cabo - y no sobre los periodos de tiempo. Sufríamos las mayores bajas humanas y de aviones cuando atacábamos a los objetivos fuertemente protegidos por la defensa antiaérea – embarcaciones, aeródromos, fortificaciones, puertos. En este caso las bajas no dependían de la etapa de la guerra. Las bajas siempre eran importantes cuando se atacaba un objetivo de esta magnitud.

 

En el año 1942 y durante la primera mitad del 1943 hay que destacar que nosotros sufríamos importantes bajas por culpa de los ataques de los cazas. Era porque nosotros pilotábamos IL-2 versión monoplaza. Además, nosotros volábamos en los sectores del frente que estaban repletos de cazas alemanes. Nosotros no teníamos suficientes cazas para disponer de escolta, y aquellos cazas que teníamos - eran inferiores a los “Messerschmitt” en cuanto a características técnico-tácticas. En aquel entonces un piloto de IL-2 rara vez conseguía realizar más de 10 vuelos de combate, porque los cazas alemanes tenían el dominio del espacio aéreo. Sabes, a veces despegaban seis u ocho aviones, y solamente volvía una pareja. Todo estaba claro, hacíamos solo una pregunta: “¿¡Como fue!?” – “Fueron los Messerschmitt”.

 

Cuando empezamos a disponer de IL-2 biplaza, nuestras bajas disminuyeron drásticamente. Ya te lo había dicho. A partir del final del 1943 y hasta el final de la guerra nuestras bajas se producían básicamente a causa del fuego de artillería antiaérea. Si alguno de nosotros era derribado por un caza alemán – era una situación de emergencia, una excepción.

 

A.S. ¿Siempre disponían de escolta de los cazas? ¿La relación numérica entre nuestros cazas de escolta y los cazas alemanes atacando?

 

G.R. Había de todo. Digamos, más de la mitad de los vuelos de combate eran efectuados con escolta de cazas. Además, realizábamos misiones de “caza libre”, en este caso la escolta no era necesaria. Las misiones de “caza libre” siempre eran realizadas sin escolta.

 

He de decir que incluso en el año 1942 nuestro comandante Krasnolutskiy siempre conseguía que en nuestro aeródromo esté emplazado algún regimiento de cazas, por esto no solíamos tener problemas para “conseguir” la escolta. Así que realizábamos pocos vuelos sin escolta de cazas. Otra cosa es que la escolta podía ser pequeña – 2-4 aviones, y además sus características técnico-tácticas no eran de las mejores. Durante el 1942 y al comienzo del 1943 a menudo nos escoltaban los I-16 y los “Hurricane”. Es evidente que una pareja de I-16 o de “Hurricane” para escoltar a un grupo de 6-8 Shturmovík no era suficiente. Los alemanes nos atacaban en grupo de 4-8 aviones, una pareja de Messerschmitt involucraba en combate a nuestra escolta, el resto de ellos empezaban a machacarnos a nosotros. Nos metían mucha caña. IL-2 es un avión excelente y con un armamento muy potente, pero en su versión monoplaza estaba totalmente desprotegido por detrás.

 

Posteriormente la situación con la escolta de cazas mejoró. El frente empezó a recibir aparatos más modernos. Empezamos a disponer de más cantidad de cazas, y con mejores características. Empezaron a suministrar de forma masiva a los LaGG-3, los P-40 “Kittyhawk” y “Tomahawk”, los “Yak”, La-5 y los “Airacobra”. Los tres últimos ya eran lo suficientemente modernos para enfrentarse de igual a igual con los “Messerschmitt”, por tanto los alemanes sencillamente ya no podían alcanzarlos. Yo tuve nueve combates aéreos con los cazas enemigos - y eso con ciento once vuelos de combate realizados. Esto es menos de cada décimo vuelo, aunque en el aire nos encontrábamos con los cazas alemanes con mucha mayor frecuencia; es porque nuestros cazas simplemente no les dejaban acercarse a nosotros. Por tanto podemos decir que nuestra escolta era eficiente.

 

En nuestro regimiento la coordinación entre los Shturmovík y los cazas de escolta era excelente. Cuando nos acercábamos al objetivo, sabíamos que nuestros cazas nos están cubriendo a por todos lados y por arriba. Escuchando las comunicaciones por radio nosotros sabíamos que se esta llevando a cabo un combate aéreo entre cazas, pero ni siquiera veíamos a los alemanes. Y cuando nuestros cazas se encontraban con muchas dificultades, nos pedían por radio que nos retiráramos: ““jorobados” (una de las formas de llamar a un IL-2 por su característico perfil. Nota de HR), tenéis que largarse, nosotros hemos de acabar” – esto significaba que se les esta terminando el combustible y la munición. Entonces nosotros procurábamos no realizar mas ataques y terminar la misión. Es que cuando derribaban a un IL-2, echaban toda la culpa directamente a los pilotos de caza, así que ¿para que íbamos a poner en compromiso a los muchachos?

 

Los pilotos somos gente especial – nos encanta pinchar o incitar unos a otros. Nos gustaba cabrear a nuestros “hermanos-cazas”. Después de realizar la misión, les preguntábamos:

 

- ¿Os registraron el vuelo de combate?

- Si.

- ¡Bien! ¿Y cuando hubo combate?

 

Es que los pilotos de Shturmovík realizan un combate en cada vuelo realizado, insisto, en cada vuelo se produce un ataque, con “humo y fuego”. ¿Y en caso de los cazas? Se produce un combate aéreo en cada cinco vuelos realizados, o incluso menos. Nosotros lo sabíamos perfectamente, y por eso les pinchábamos, pero era sin rencor en absoluto, era un juego amistoso. Nosotros sabíamos perfectamente que en un combate el piloto del caza hará todo lo imposible para defender a un Shturmovík, que se pondrá delante de las ráfagas alemanas para protegerlo. En ocasiones los cazas atacaban objetivos de tierra junto a nosotros (en ausencia de cazas alemanes). Antes de entrar en picado miras de lado, y ves una pareja de cazas crujiendo a los antiaéreos. Nosotros comprendíamos que los muchachos se encontraban muy incómodos por estar “sin hacer nada”.

 

A.S. ¿Podría dar más detalles sobre las características de nuestros cazas? Digamos, la valoración de un “observador”.

 

G.R. Como “observador” - si, o aquello que puedo recordar de las conversaciones con los pilotos de caza.

 

El I-16. Era un avión querido por los pilotos, aunque evidentemente era ya obsoleto al inicio de la guerra y era inferior a los “Messerschmitt”. Lo criticaban por su baja velocidad y por su debilidad en la maniobrabilidad vertical. Lo criticaban pero lo querían, como se quiere a un viejo y fiel caballo de combate. Por otro lado, el I-16 tenía puntos fuertes – la maniobrabilidad y el potente armamento (cuando le empezaron a instalar ametralladoras de gran calibre). Los pilotos hablaban del I-16 como si se tratara de un familiar, ya que la mayoría de ellos empezaban su carrera militar pilotando este avión en las academias. El I-16 era dominado por los pilotos de forma excelente. Era un avión fabuloso porque “hacia pilotos de verdad”. El I-16 era un avión “delicado”, no se le podía “tutear”, solo “hablar de Usted”, ya que no perdonaba ningún error de pilotaje. Pero si conseguías dominarlo, podías llevar el combate pilotando cualquier otro caza, incluido el propio I-16. Incluso a finales del 1943 andaban rumores según los cuales al I-16 le iban a sustituir el motor por otro más potente para poder alcanzar al “Messerschmitt”, y el querido I-16 volvería a ser apto para llevar combates aéreos con éxito. Pero cuando empezaron a entrar en servicio de forma masiva los “Yákovlev” y “Lávochkin”, estos rumores dejaron de existir.

 

El “Hurricane”. No podría decir que lo criticaban con mucha dureza (aunque si lo criticaban). Pero nadie dijo ni una palabra buena sobre este avión. Era un caza bastante mediocre en todas sus características, no era destacable en nada. Aunque pensando bien, destacaba mucho en una cosa: tenía un centrado delantero muy pronunciado. Cuando el piloto pisaba los frenos más de lo permitido, el avión se clavaba en la tierra con el morro y las astillas volaban por todas partes (la hélice era de madera). Así volcaba de morro y se quedaba en la pista, con la cola hacia arriba. Cuando esto pasaba, en nuestro regimiento decían: “¡Su puta madre! ¡Otra vez hizo reverencia a sus hermanos británicos!”

 

LaGG-3. De todos nuestros cazas modernos era el primero en entrar en servicio. Decían que era mejor que “Hurricane”, pero que era pesado. No lo querían.

 

P-40 “Kittyhawk” y “Tomahawk”. Recuerdo que el P-40 era el primer caza que gustaba de verdad a los pilotos. Ahora no recuerdo por qué gustaba exactamente, pero gustaba sin lugar a dudas. Este avión tenía buenas referencias.

 

P-39 “Airacobra”. Nuestros pilotos querían a este avión. Y tenían sus razones – era un caza veloz y con un armamento muy potente.

 

Sobre los “Yak” y “La-5” - sin comentarios, solo elogios. Claro que nuestros pilotos los querían – eran aviones veloces pero a la vez muy maniobrables.

 

A.S. ¿Cual de todos los cazas tenia mejores referencias de los pilotos?

 

G.R. El “Yak”. No se por qué, pero la mayor cantidad de buenas referencias que recuerdo - era sobre los “Yak”.  No solamente eran rápidos, sino que tenían una excelente maniobrabilidad, tanto la vertical como la horizontal. Y por mi parte te diré que cuando los regimientos empezaron a disponer de los “Yak”, los “Messerschmitt” empezaron a “tener  grandes dificultades” y ya no se nos acercaban.

 

A.S. ¿Qué se consideraba más peligroso: la artillería antiaérea o los cazas?

 

G.R. Al principio de la guerra los cazas eran más peligrosos, en la segunda mitad de la guerra – eran los antiaéreos.

 

A.S. ¿Cuál de los dos cazas se consideraba mas peligroso – el Bf-109 o el FW-190?

 

G.R. Cualquier caza es peligroso, si te ataca por sorpresa. Para nosotros el principal adversario era el “Messerschmitt”. No se por que, pero nosotros encontrábamos pocos “Focke-Wulf”. A los “Messerschmitt” – con mucha mayor frecuencia.

 

A.S. Grigóriy Maksímovich, ¿podría Usted contar con más detalle sobre los ataques de los cazas alemanes? ¿Las peculiaridades de la forma de atacar, sus puntos fuertes y débiles?

 

G.R. Yo empecé a luchar a partir del final del 1942, por tanto no puedo hablar sobre los cazas alemanes del 1941 y principios del 1942.

 

Cuando me enviaron al frente, empecé hablar con los pilotos de caza. Según ellos, los alemanes dominaban bien las tácticas de combate aéreo, pero no mostraban ninguna maestría extraordinaria. Incluso en el año 1942. Pero como sus cazas superaban a los nuestros en sus características táctico-técnicas, siempre nos podían imponer sus reglas del juego. Por otro lado, en aquel entonces tenían la superioridad numérica. Además, los pilotos alemanes tenían varios puntos fuertes:

 

Primero – ellos sabían realizar ataques-sorpresa, esto es cierto. Este elemento de combate era efectuado por los alemanes de forma excelente. Y la forma de atacar no era estándar, cada vez era diferente.

 

Podían atacar desde arriba, desde el Sol, o desde abajo - camuflándose con el color de la tierra. Y atacaban a una velocidad muy alta y enseguida se retiraban para evitar entrar en el combate maniobrable.

 

Segundo – los alemanes sabían disparar muy bien, desde distancias muy cortas. Si te metes en sus ráfagas, estás acabado. A partir del año 1943, cuando los alemanes no disponían de superioridad numérica, dejaron por completo de entrar en combate. Esta regla era cumplida por los alemanes de forma muy rigurosa. Los alemanes no podían soportar nuestra superioridad numérica. Por eso nosotros sabíamos: cuantos mas cazas nos escolten, menor será la probabilidad de que los alemanes nos ataquen. Por ejemplo, si ocho IL-2 eran escoltados por doce cazas (un escuadrón completo), los alemanes jamás nos atacarían. Además, incluso cuando los alemanes disponían de alguna superioridad numérica no significativa, el combate a menudo era reducido a un solo ataque a los IL-2 por parte de ellos. Por ejemplo, nos estamos acercando al objetivo, de golpe aparece una pareja de “Messerschmitt” volando a gran velocidad (los que lograron romper el cordón de la escolta) – disparaban una ráfaga - y se acabó el combate. Era eficiente este ataque o no lo era – no tiene importancia. Lo que importa es que ya no realizaban el segundo ataque.

 

Podría suceder de otra forma. Supongamos que nos cubren ocho cazas. Por encima de nuestros cazas dan vueltas cuatro o seis cazas alemanes. Pues los alemanes podían dar vueltas y vueltas encima de nosotros y no realizar ningún ataque. Y cuando los antiaéreos conseguían dañar alguno de nuestros aviones y este avión se separaba del grupo principal, entonces los alemanes siempre lo remataban. Sin piedad. Y además, fusilaban en el aire al piloto que saltaba en paracaídas. Pero si no había aviones sueltos, no atacaban.

 

Pero si los alemanes disponían de una gran superioridad numérica y lograban atar en combate a nuestra escolta, les podía quedar dos o tres parejas “libres” – entonces estas parejas nos podían estar atacando hasta que se cansen, o hasta que nuestros artilleros derribaban a uno de ellos. Sabes, nosotros estábamos tan confiados en esta regla alemana – “nunca atacar en inferioridad numérica” – que cuando en el 1944 nos atacaron en dos o en tres ocasiones los cazas alemanes que estaban en inferioridad numérica respecto a nuestra escolta, para nosotros esto fue una enorme sorpresa. Nos preguntábamos: ¿Qué les pasa ahora a estos alemanes? ¿A que viene tanto coraje? Empezamos a analizar la situación y decidimos que ellos simplemente no haban visto a nuestros cazas de escolta.

 

A.S. ¿Y no os sorprendía este comportamiento alemán – reducir el combate aéreo a un solo ataque? Y otra pregunta: ¿os atacaban más durante vuestra llegada hacia el objetivo, o durante la retirada?

 

G.R. Nos atacaban más a la llegada al objetivo. Durante la retirada nos atacaban en menos ocasiones, pero también atacaban, si en el momento de nuestra retirada lograban concentrar suficientes fuerzas para conseguir superioridad numérica.

 

Referente a “un único ataque” – pues no, no nos sorprendía este comportamiento. Aunque es evidente que esta táctica era una autentica “chapuza”. ¿Que consigues con esto? Solamente poner en tus informes que participaste en el rechazo del ataque de los Shturmovík. Con un solo ataque aéreo es imposible frustrar el ataque de los Shturmovík, esto te lo digo en serio, sin presumir. A nosotros nos explicaron que el mando de la Luftwaffe sacó una directiva que ordenaba ahorrar al máximo a los aviones y a los pilotos. Seguramente esto era verdad.

 

A.S. ¿Es verdad que los alemanes nunca intentaban meterse dentro del “circulo defensivo” de los Shturmovík?

 

G.R. No, ni en broma, era un gran riesgo. El fuego de los pilotos y de los artilleros era brutal. Ellos intentaban atacar nuestro “círculo” desde arriba, en un picado muy pronunciado, casi en vertical, porque el piloto del Shturmovík no puede levantar tanto el morro de su avión, ni su artillero pueda dispararle, ya que la ametralladora tiene un ángulo de tiro vertical limitado. Pero estos ataques eran totalmente inútiles, la eficacia del fuego era muy baja. En nuestro regimiento a nadie le derribaron de esta forma.

 

A.S. En la literatura “occidental” cuando se describen los ataques de cazas alemanes se menciona una táctica de derribo de IL-2: “disparos en el radiador de aceite”. ¿Que opina, esto era real o era un cuento?

 

G.R. Escucha, el radiador de aceite se sobresalía solamente 10 cm. Imagínalo. ¿¡Cómo va a dar en el radiador de aceite!? Antes de dar en el radiador, llenaría de proyectiles todo el avión.

 

A.S. ¿Qué puede decir sobre los pilotos finlandeses? ¿Sus tácticas tenían algunas peculiaridades que les diferenciaban de las tácticas alemanas?

 

G.R. Nos encontrábamos con los pilotos finlandeses en menos ocasiones que con los alemanes, y solamente en Karelia. Les teníamos menos miedo que a los alemanes, porque sus aviones eran peores. Toda esa “selección” italo-anglo-americana de aviones era inferior tanto a nuestros “Yak”, “La” y “Cobras” como a los “Messerschmitt” y a los “Focke-Wulf en cuanto a las características técnico-tácticas.

 

Hablando de los pilotos finlandeses, ellos tenían en sus filas a unos auténticos maestros de tiro aéreo, así que no valía la pena ponerse en sus colimadores. Los finlandeses se diferenciaban de los alemanes en que ellos eran muy tozudos, siempre atacaban hasta agotar todas las posibilidades, ni hablar del “un único ataque”, y esto no nos sorprendía para nada. Para los alemanes Finlandia no era nada, pero para los finlandeses era todo – ellos defendían a su Patria. Y nosotros estábamos conscientes de ello.

 

A.S. ¿Me podría contar con más detalles cómo derribó al caza finlandés?

 

A.S. Era el 8 de marzo del 1944. Nosotros íbamos en formación de seis aviones y atacamos a unas fortificaciones en la región de Petrozavódsk. Teníamos que eliminar la concentración de tropas y de maquinaria. Yo fui herido por los antiaéreos, y mi IL-2 también estaba dañado, pero aun respondía bastante bien a los mandos. Terminamos el ataque a tierra, cuando vinieron los cazas finlandeses. ¿Cuántos eran? No lo se. Creo que eran muchos, porque consiguieron bloquear a nuestra escolta.

 

Recuerdo que nuestros pilotos de caza nos gritaron por radio: “¡“jorobados” (“jorobado” – es como llamaban a los IL-2 por su característico perfil. Nota de HR), os atacan los cazas!” – y nosotros enseguida empezamos a formar el “circulo defensivo”. En estos casos no puedes tardar. Así que cuando se nos acercaron los finlandeses, nosotros ya estábamos en formación de “circulo”. Empezamos a retirarnos poco a poco hacia nuestro territorio. Yo no quitaba el ojo del avión que iba delante, para cubrirle la cola. Y es cuando un caza finlandés se metió en mi colimador. Apreté los gatillos, el caza se cubrió de humo negro y se fue hacia abajo. No pude ver lo que le pasó después. Tenía otras prioridades en aquel momento - cubrir la cola del avión que iba delante. Me hirieron los antiaéreos, por eso justo al aterrizar en nuestro aeródromo me enviaron al hospital, y mas tarde me informaron de que yo había derribado a un caza. Recuerdo que me quedé sorprendido por este hecho; todo pasó de forma muy natural.

 

A.S. ¿En alguna ocasión Usted se encontró con los pilotos aliados? En caso afirmativo, ¿en que circunstancias fue?

 

G.R. Si, en una ocasión. Era en abril del 1945. Nosotros estábamos ubicados en el aeródromo de Torn, en Polonia. En nuestro aeródromo aterrizó un bombardero americano cuadrimotor, creo que era la “fortaleza volante”, el “B-17”. Su tripulación (que no era nada pequeña) vivió en nuestro aeródromo durante varios días, mientras les estaban reparando su avión. Durante estos pocos días nos hicimos amigos y mantuvimos muchas conversaciones. Ellos comían con nosotros en nuestro comedor, andaban libremente por nuestro aeródromo, bebían los “cien gramos” con nosotros (los 100g de vodka diarios correspondían a cada militar para quitar el estrés. Nota de HR.). Claro que si – eran nuestros aliados. Recuerdo muy bien al piloto, comandante de la tripulación americana. Se llamaba George Richman.

 

A.S. ¿Tenían traductores?

 

G.R. Si, teníamos a un traductor “casero”. Teníamos a un piloto judío, su apellido era Idelchik, y su artillero también era judío (les llamábamos “tripulación israelita”). Este artillero dominaba bien el inglés. Así que no teníamos problemas de comunicación.

 

Este George Richman sabía su valor, y no se dejaba infravalorar. Durante la primera cena, enseguida dijo que tenía realizados 15 o 20 vuelos de combate. Y para que nosotros podamos apreciar mejor su maestría, nos contó en detalle cómo pilota su avión. Dijo que despegaba en Inglaterra, bombardeaba Alemania y aterrizaba en Italia. En Italia repostaba el combustible, cargaba las bombas y despegaba para volver a bombardear Alemania, y posteriormente aterrizaba en Inglaterra. Estos vuelos duraban muchas horas. Esta vez cuando estaba encima de Alemania le dañaron su avión, así que tuvo que aterrizar en Polonia. Bueno, apreciamos como es debido su maestría: “bien hecho, George, sigue así, ¡brindemos por la hermandad militar soviético-americana!”.

 

El día siguiente teníamos una misión. Precisamente en aquel momento nuestras tropas estaban en avanzada, el trabajo bullía en nuestro aeródromo. Bombas por allí, los camiones de gasolina por allá. Los Shturmovík trabajaban sin parar. Unos estaban despegando, seguidamente venían otros y aterrizaban. Muchos de los Shturmovík aterrizaban dañados, completamente hechos polvo. Aterrizaban – 1,5 o 2 horas para repostar el combustible y cargar la munición – y a despegar otra vez. Y todo esto con mucha prisa, todos corriendo. Cada tripulación realizaba 3-5 vuelos diarios. Créeme, el regimiento funcionaba como un reloj suizo.

 

Los americanos estaban observando todo nuestro trabajo. Por la noche, cuando estábamos en el comedor, se me acercó George (le caí muy bien) y me preguntó:

 

- Grísha, ¿en su regimiento siempre trabajáis así?

- Cuando nuestras tropas avanzan – siempre.

- ¿Grísha, cuantos vuelos de combate realizaste?

- Casi cien.

 

George quedó estupefacto. Me dijo:

 

- Grisha, cuando yo realice veinte y cinco vuelos, tengo el derecho a volver a casa. Para siempre. Tenemos una regla: el piloto de bombardero tiene que realizar solamente veinte y cinco vuelos de combate. Pero tú, ¿por que sigues luchando?

 

Así que le contesté:

 

- Nosotros también tenemos una regla: luchar hasta la victoria.

 

Por lo que George me contestó:

 

- ¿Pero al menos habrás estado de vacaciones después de realizar cada 25 vuelos?

 

No sabia que contestarle. ¿Que le iba a decir, “con mucho gusto me iría de vacaciones pero mis jefes no me dejan? Así que le dije:

 

- Me iré cuando acabe la guerra.

 

George quedó desconcertado.

 

El día siguiente la historia se repite de nuevo. Los aviones dañados han sido reparados y ya están en el aire, el aeródromo sigue bullendo. Todo igual que ayer – los vuelos transcurren sin interrupciones, desde el amanecer temprano hasta la noche. El tercer día – lo mismo.

Por fin repararon la “fortaleza” americana, así que tenían que despegar al día siguiente. Para celebrar la despedida de los aliados les montamos un banquete. George tomó la palabra. Se levantó y dijo: “¡Muchachos, estoy realmente sorprendido! Estuve en muchas bases aéreas, pero jamás había visto un trabajo tan intensivo y tan perfecto, realizado con tanta maestría y excelencia como en vuestra base”.

 

Ese George era un buen hombre. Recuerdo que le pregunté:

 

- ¿De que parte eres?

- De Chicago.

- ¿Tienes familia – mujer, hijos?

- No tengo mujer, solo tengo a mis padres.

- ¿Quiénes son, a que se dedican?

- Nuestra familia es propietaria de cinco fábricas.

 

¡La lache! ¡Alucinante! El también me preguntó:

 

- ¿Y tu de que parte eres?

- De Kubán.

- ¿A que se dedica tu padre?

 

¡Bueno! No sabia que contestarle, ya que él ni siquiera sabrá lo que significa un “koljosiáno” (un campesino que trabaja en un koljós. Koljós – una unión de campesinos. Nota de HR). Así que le contesté:

 

- Mi padre es un ranchero.

 

Cuando nos despedíamos, nos intercambiamos de objetos de recuerdo – él me regaló un billete de cien dólares, yo a él – un billete de cien rublos, con el retrato de Lenin. Me gustaría saber como está George ahora. ¿Aun sigue vivo? Ojala lo estuviera, le deseo salud y muchos años de vida.

 

A.S. ¿Usted tenia buena relación con los órganos políticos del regimiento?

 

G.R. Con los órganos del regimiento yo tenía buena relación. Nuestro comisario político del regimiento era el mayor Dmítriy Polkánov. Era un buen tío, además, era un comisario que seguía volando. Aunque mas tarde dejó de volar, pero era asunto suyo. No quiero juzgarle por esto. Insisto, era un buen hombre, entendía a los pilotos. El hecho de que en el regimiento siempre hubo un clima de trabajo, de tranquilidad, que el personal estaba unido como si todos fueran una familia - incluso en los días más duros de la guerra – en gran medida eran meritos suyos. Pero los órganos políticos son lo que son, y allí siempre hay algún espabilado que querrá apropiarse de los frutos del esfuerzo de los demás. 

 

Una vez a nuestro regimiento enviaron a un mayor que estaba en prácticas, estudiaba en la academia político-militar de Lenin. También era piloto, pero era comisario político. Recibimos las instrucciones para realizar la misión, y si no recuerdo mal yo tenía que ser líder del sexteto. Pues rápidamente me puse con el mapa a trazar la ruta, disponía de muy poco tiempo. El mayor se me acercó por detrás y se puso a mirar como lo estaba haciendo. Miró y luego me dijo: “¿Por qué no has planificado los tramos de 5 minutos? Ahora mismo iré a informar sobre esto al comandante del regimiento, para que te retiren de los vuelos por incumplir el reglamento de navegación”. Intenté explicarle que hemos de despegar cuanto antes y que conocía el terreno y el rumbo a perfección. Pero no había manera de convencerle, y ese tipo se fue corriendo a quejarse al comandante.

 

Al cabo de pocos minutos me avisaron para hablar con Krasnolutskiy. Justo al entrar, me dijo: “¡trae el mapa¡”. Le di el mapa. Krasnolutskiy estaba al corriente de todo y sabía por que lo hice así, no hacia falta darle explicaciones. El mayor estaba esperando la respuesta de Krasnolutskiy, quería saber cómo reaccionaria el comandante ante una infracción como esta. Krasnolutskiy era un hombre directo y severo, así que su respuesta no tardó en llegar - contestó al momento: “ha hecho muy correcto, camarada mayor, en informarme sobre la imprudencia del camarada leytenant. Voy a castigar al leytenant Ryabuschkó y le voy a retirar de esta misión por incumplir la normativa de navegación. Por tanto, camarada mayor, Usted mismo trazará la ruta. Y también encabezará Usted mismo a su grupo de ataque para llevar a cabo la misión que le fue encomendada. Irá de líder en su lugar”.

 

Al mayor le cambio por completo la expresión de la cara, el tipo empezó a hacer la pelota: “¡Pero que dice! ¿Por que le va a castigar? Yo comprendo su situación – no dispone de suficiente tiempo para trazar bien la ruta. Y le diré mas – yo mismo quería ayudarle a trazar la ruta, pero no sabia cómo ofrecerle mi ayuda. Ahora mismo trazaré esta ruta, pero le ruego que no castigue al camarada leytenant”.

 

Evidentemente, nadie pensaba castigarme. Krasnolutskiy no era tan imbesil para mandar a sus aviones bajo mando de un tipo totalmente desconocido. Solamente le quería dar un buen susto a este mayor – y lo consiguió. Aquel tipo desapareció rápidamente de nuestro regimiento. Ya te digo, en el frente podía pasar de todo.

 

A.S. ¿En alguna ocasión Usted llegó a atacar a los bombarderos enemigos? ¿Hubo casos así en su regimiento, o en el frente?

 

G.R. No, no tuve la ocasión. Aunque en varias ocasiones vi bombarderos alemanes de lejos, a cinco o a diez kilómetros. Pero ellos tenían su propia misión, y nosotros – la nuestra.

 

A.S. Grigóriy Maksímovich, en Su opinión, ¿por que los pilotos alemanes podían realizar más vuelos que los nuestros?

 

G.R. Yo creo que la mayoría de los pilotos alemanes que tienen una gran cantidad de vuelos de combate los hicieron durante la primera mitad de la guerra, cuando nuestros cazas y antiaéreos no tenían fuerza. Mas tarde, cuando nuestros cazas y la artillería antiaérea se hicieron más fuertes, los alemanes perdieron el margen de maniobra, sobre todo los bombarderos. Te diré que es mucho más difícil realizar una gran cantidad de vuelos con un bombardero que con un caza. Y con un Shturmovík aun mas difícil que con un bombardero. Yo me había encontrado personalmente con pilotos de Shturmovík que habían realizado más de 200 vuelos de combate. Sus nombres son: Borís Efímov, dos veces Héroe de la Unión Soviética; Odintsóv Mijaíl Petróvich, con 232 ataques a tierra. También estaba condecorado con dos “Estrellas de Oro”. ¡Estos si que son pilotos de verdad! Admiro el coraje y la maestría de estos hombres.

 

A.S. ¿Qué opina sobre el mantenimiento técnico de vuestros aeródromos?

 

G.R. En nuestro regimiento - bien. Nuestro BAO – batallón del mantenimiento de aeródromo – estaba muy bien equipado de diversa maquinaria. Tenían niveladoras de terreno, excavadoras, apisonadoras, camiones y etc. Haga el tiempo que haga, por muy densa que sea la nieve, en una noche el aeródromo estaba limpio – tanto las pistas de despegue y aterrizaje como las pistas de maniobra – todo estaba limpio y apisonado. Gasolina, munición, repuestos – todo era suministrado a tiempo. El suministro de alimentos para el personal de vuelo y el de mantenimiento técnico - también era su responsabilidad y la cumplían como es debido. La comida era estupenda.

 

A.S. ¿Como se registraban los daños causados a la tropa y a la maquinaria del enemigo?

 

G.R. Mediante los resultados del fotocontrol y por los informes de los pilotos. Mediante las películas se valoraba la cantidad de la maquinaria y otros bienes materiales destruidos en nuestros ataques, así como se deducía (aproximadamente) la cantidad de los soldados enemigos muertos. Posteriormente todo esto era dividido entre los aviones que formaban parte del grupo de ataque. Por ejemplo, cuatro IL-2 reventaron a una batería de cuatro cañones antiaéreos de pequeño calibre: a la hora de registrar los daños, repartían los objetivos entre pilotos, y de esta forma resultaba que cada piloto de este grupo eliminó un cañón antiaéreo. Así es como se rellenaban las cuentas personales de los pilotos. Sabes, estoy escéptico respecto al cómputo de “cada soldado” enemigo eliminado. En la mayoría de las ocasiones es imposible determinar la cantidad exacta de soldados enemigos muertos. Un ejemplo: aquella vez que vertimos el fósforo encima de los convoyes ferroviarios – ¿como puedes determinar la cantidad de soldados alemanes muertos? Por allí todo estaba envuelto en llamas.

 

A.S. ¿Alguna vez no le fue registrado el vuelo de combate por incumplir el objetivo de la misión?

 

G.R. No, esto no pasaba. Si bombardeaste el objetivo – el vuelo de combate era registrado. En alguna ocasión el vuelo de combate no se producía, es decir, despegábamos y aterrizábamos sin haber atacado el objetivo. Pero esto únicamente pasaba por culpa de las condiciones meteorológicas. Eran casos muy aislados. Yo, por ejemplo, jamás había vuelto a la base sin haber atacado a tierra.

 

A.S. Grigóriy Maksímovich, Usted en varias ocasiones había mencionado que los alemanes le tenían pánico a los IL-2. Más que al resto de aviones. Usted también ha dicho que los alemanes os llamaban “condenados a muerte”. ¿Cómo sabe estas cosas?

 

G.R. Si, créeme, si te lo digo – es porque era así.

Estábamos en Polonia, creo que fue en marzo o en abril del 1945. En el frente había una interrupción operativa de operaciones, volábamos poco, en ocasiones realizábamos uno o dos vuelos al día. La guerra llegaba a su fin, y nosotros ya teníamos claro que Hitler tiene días contados. Era un día muy soleado, ya habíamos realizado un vuelo y no se preveía realizar mas misiones aquel día. Estábamos de muy buen humor. Así que quisimos divertirnos un rato. Nuestro aeródromo se encontraba justo al lado de una carretera. Vimos que por la carretera pasaba una gran columna de prisioneros alemanes. Y de pronto a uno de nosotros se le ocurrió una idea brillante: “¿y por que no interrogamos a una decena de alemanes? Charlaremos un ratillo con ellos, y así nos reiremos un poco”. Dicho – hecho. Enviamos a un técnico de mantenimiento a negociar con los soldados de la escolta. Aquellos seleccionaron a una decena de alemanes y los enviaron a nosotros.

 

Lo primero que vieron los alemanes eran nuestros aviones: aunque estaban cerca de la carretera, estaban bien camuflados, y distinguirlos desde allí no era fácil. Cuando los alemanes vieron a los IL-2, se quedaron parados. Tropezaron como burros y no querían moverse ni un centímetro más. No había manera de hacerles andar. Este hecho nos despertó mucha curiosidad - ¿qué les pasa a estos? Así que decidimos acercarse hacia ellos nosotros mismos. Y cuando los alemanes nos vieron, se volvieron completamente histéricos. ¡Se pusieron a gritar como locos! Gritaban muy alto. Chillaban como perros. Uno de ellos se tiró a la tierra y empezó a llorar, tapándose la cara con las manos.

 

No entendíamos nada de lo que estaba pasando. Pero era bastante cómico: unos hombres mayores gritando como niños pequeños. Nos acercamos más. Miré a esos alemanes y vi sus caras aterrorizadas. Yo viví una vida larga y vi de todo, pero jamás recuerdo haber visto el horror tan descomunal en la cara de un hombre.

 

Empezamos a averiguar por que están chillando de esta forma. Nuestro Idelchik hablaba muy bien el alemán y se puso de traductor. Dijo: “los alemanes nos piden que no les fusilemos”. Nosotros: “¡pregúntale - ¿por que piensan que les vamos a fusilar!? ¡Nosotros somos pilotos y no un pelotón de fusilamiento!”. Por lo que los alemanes dijeron: “¡¡¡Pero sois los pilotos del Shturmovík!!!”.

 

La cosa se ponía cada vez más interesante. Empezamos a interrogarles. Ahora mismo no recuerdo literalmente nuestra conversación, pero aproximadamente era así:

 

Resulta que los soldados alemanes siempre se preguntaban: “¿que clase de bestias rusos pilotan estos Shturmovík? ¡Nunca nos dejan en paz! ¡Andan sobre nuestras cabezas!”. A los soldados alemanes sus comisarios políticos lo explicaban de siguiente forma: “los rusos que pilotan los Shturmovík son tan crueles y tan audaces porque son condenados a muerte. No tienen nada que perder, ya que han sido condenados a pilotar los Shturmovík. Los pilotos de Shturmovík son unos canallas y una escoria tan grande que en cualquier otro ejercito normal, como el ejercito alemán, les hubieran fusilado hace tiempo, pero los bárbaros rusos les condenan a pilotar los Shturmovíks. Y los que pilotan estos aviones son unos criminales tan bestias que no les importa ni su propia vida, cuando se les presenta la oportunidad de matar a alguien. Y entre vuelos, cuando disponen de tiempo libre, para que estas canallas no se escapen y no maten a nadie mas, el mando ruso les deja fusilar a los prisioneros alemanes. Digamos, para descargar su furia y para pasar bien su tiempo libre”.

 

Así que estos alemanes pensaron que fueron escogidos a propósito para ser fusilados personalmente por los pilotos de Shturmovík. Cuando les preguntamos: “¿de donde habéis sacado que somos unos condenados a muerte?” – por lo que los alemanes nos contestaron: una persona normal, que valore su vida aunque sea un poco, no va a volar así como vuelan estos rusos. Atacar de esta forma tan cruel, sin piedad, desde una altitud superbaja y sin hacer caso al fuego de la artillería antiaérea solamente lo puede hacer un tipo de personas: los condenados a muerte, que ya no tienen nada que perder. Y para una persona normal tener miedo a estas bestias no es vergonzoso sino todo lo contrario – es obligatorio.

 

Pues esto. Aquellos alemanes nos contaron muchas cosas interesantes, y gracias a ellos me enteré que para un infante alemán no hay un avión más mortífero y más temido que un IL-2. Todos los demás aviones rusos vuelan por allí, no se sabe donde, y muy alto, ni se les ve. Pero el Shturmovík siempre esta encima de ti y te trae la muerte. Un horror indescriptible. Por esto te dije antes - de todos los aviones soviéticos el mas temido por los alemanes era el IL-2. Lo oí con mis propios oídos. No creo que aquellos alemanes nos “hacían la pelota” aquel día, se encontraban en el momento menos adecuado para esto.

 

 

Prisioneros nazis. Una columna de prisioneros en las cercañias de Vitebsk. Año 1944. 

 

A.S. Grigóriy Maksímovich, que opina, ¿nosotros vencimos a los alemanes “con cantidad” o “con maestría”?

 

G.R. Al principio de la guerra nosotros luchábamos “con cantidad”. No teníamos los conocimientos necesarios. Ni nuestros mandos, ni la mayoría de los pilotos tenían conocimientos requeridos. Luchábamos con valentía pero no con conocimientos. Nuestra fuerza aérea tenia una gran cantidad de pilotos mal preparados, y ellos no solamente no ayudaban a los pilotos expertos – eran una carga para ellos y les molestaban durante el combate, les ataban las manos. Intenta imponer tus reglas del juego al enemigo cuando tu cabeza esta ocupada pensando en dar protección a los novatos, y no en cómo eliminar al enemigo. Con suerte, en algunos regimientos había veteranos, pero es que había regimientos enteros que estaban formados exclusivamente por los novatos. Muchos de ellos murieron en los combates.

 

Por otro lado, nuestros aviones no eran aptos para aquella guerra aérea que nos habían impuesto los alemanes. Lo que nos salvó ha sido la valentía y el coraje. Moríamos, y los que sobrevivíamos en un combate, volvíamos a luchar en el siguiente. Pero en la segunda mitad de la guerra, cuando aprendimos a luchar correctamente, cuando obtuvimos experiencia en combates, cuando nos igualamos (o incluso sobrepasamos) a los alemanes en las características técnicas de nuestros aviones, cuando empezamos a preparar a nuestros pilotos como es debido – la cosa cambió, y el conocimiento salió en el primer plano. Y es cuando los alemanes quedaron en inferioridad. Nosotros por fin logramos superarles.

 

A.S. ¿Cómo incorporaban en los combates a los novatos que venían de refuerzo en su regimiento?

 

G.R. Poco a poco. Les enseñábamos. Enseñábamos de todo. Tácticas de combate, trabajar con los mapas, practicas en el campo de tiro, enseñábamos a mantener correctamente la formación en pareja. Los recién llegados de las academias eran muy apasionados. Exigían que les enviáramos al combate al día siguiente: “¿¡Por que no me envían a luchar?!”. Y yo contestaba: “Calmante. Ya tendrás tu oportunidad. No vayas, si vas allí ahora – no volverás. Mejor siéntate conmigo y trabaja con el mapa, analiza, marca los objetivos”. Pues así estábamos sentados con mi mapa de resolución de cien metros por sector: yo - marcando los objetivos - donde estaban los antiaéreos, y etc., él – mirando como lo hago. En un mapa con esta resolución se marcaba todo al mínimo detalle – donde está ubicado cada cañón, cada ametralladora. Pues el novato estaba mirando y se sorprendía: “comandante, ¿como es posible que todo lo que acaba de marcar en el mapa lo logró distinguir desde el aire?”. Y le contestaba: “si, puedes estar tranquilo. Lo veo todo”. Y el novato decía: “¡no puede ser, es imposible!”. Y le contestaba: “ya te digo yo que si”.

 

Cuando el novato adquiría conocimientos suficientes, lo cogíamos con nosotros para que realice su primera misión, y le asignábamos un objetivo fácil, donde había poca defensa antiaérea, y siempre con escolta de cazas. Y el grupo se formaba de siguiente manera: 3-5 pilotos con experiencia, y 1-2 novatos. Cuando yo iba de líder del grupo, cogía de punto a un novato, para poder enseñarle en un combate real, para poder controlarlo y corregir sus errores, y también para poder observarlo y valorarlo. Comprender y analizar su comportamiento, ver como dispara. La principal tarea de un novato era la de siempre: “¡no separarse de su líder!”. Y al aterrizar, siempre un análisis exhaustivo de todas sus acciones. Le preguntábamos que es lo que había visto, como valora al enemigo. Después de realizar varias misiones como esta, el novato era enviado a realizar misiones más complejas.

 

A.S. Una ultima pregunta: “¿Qué opinión tiene ahora sobre la guerra y sobre los alemanes?

 

G.R. Estoy en una edad cuando empiezas a revisar y analizar toda tu vida, para presentarte ante el Dios. Y decirle quien soy y que es lo que hecho. Es cierto que yo derramé mucha sangre, pero no me arrepiento de nada. Yo no derramaba sangre inocente, y no fusilaba a mujeres y niños. Yo luchaba honradamente y cualquiera de aquellos que yo había matado me hubiera matado a mí si tuviera esa oportunidad. Soy un soldado de la guerra del aire, y yo mataba a nuestro enemigo. A un enemigo fuerte y bien armado.

 

¿Que opino sobre los alemanes? Respecto los alemanes de ahora – nada malo. No siento ninguna rabia ni odio hacia ellos. Ahora Alemania es distinta. Aunque te diré que soy yo quien tendría que ajustar cuentas con los alemanes, más que nadie en este mundo. ¿Sabes lo que hicieron los alemanes con mi familia, con mi mama, con mi hermana, cuando se enteraron que el hijo y el hermano de estas dos mujeres era un piloto de un Shturmovík? Ni te lo voy a contar, ¡no lo desearía ni al enemigo! Pero no siento odio a los alemanes. Incluso me había encontrado con Helmut Kohl, hicimos un apretón de manos. Ahora Alemania es distinta. Pero todo aquello que sufrimos yo mi generación - jamás debería ser olvidado.

 

Anexo: Hoja de Condecoración de G.M. Ryabushkó

 

Noviembre del 2003

 

 

 

 

© Andrei Sujorukov