A.S.
En su opinión, ¿cuándo nosotros logramos el dominio aéreo absoluto?
I.K.
A finales del 1943. Precisamente a partir de aquel momento nosotros
hacíamos en el aire todo lo que nos daba la gana. Si teníamos que
bombardear – bombardeábamos todo lo que queríamos, reventábamos todo. Si
había que bloquear completamente unos determinados sectores para no
permitir el paso de los bombarderos alemanes – bloqueábamos, nadie era
capaz de meterse allí. A partir de aquel momento Luftwaffe ya no podía
hacernos frente de ninguna manera, ya no tenían fuerzas para ello,
aunque aun se libraban duros combates en el aire.
A.S.
¿Como logramos este dominio? ¿Mediante superioridad numérica, mediante
maestría militar o con “mucha sangre”?
I.K.
Había de todo. Los pilotos obtenían experiencia, incrementaban su
maestría de combate. Sabían por donde había que “apretar”, para que
salgan todas las debilidades alemanas. También mediante superioridad
numérica.
Y la
sangre.
Mucha
sangre.
¿Y
que esperabas? No existen guerras sin sangre.
A.S.
El miedo en la guerra - ¿qué era lo más temido?
I.K.
¡No teníamos miedo a nada! Yo, por ejemplo, no tenía miedo a nada. Ni a
la muerte, ni a caer prisionero, ni a minusvalías. Mientras esto no
sucede – ¿para qué pensar en ello?
A.S.
Esta bien, y en un combate, ¿qué es lo que daba más miedo?
I.K.
Detectar al enemigo después de que él te detecte primero.
A.S.
¿Hasta que punto entre nuestros pilotos de caza era difundida la llamada
“Messerofóbia”?
I.K.
Era un fenómeno bastante difundido, incluso hasta finales de la guerra.
Todos los pilotos jóvenes sufrían la “messerofóbia”. Esto era algo
natural. Messerschmitt era un adversario demasiado serio para ser
menospreciado. No se puede menospreciar el ataque-sorpresa de un
Messerschmitt. Pero con la experiencia este fenómeno era superado.
A.S.
De nuestras conversaciones he deducido que el “Yak” era un caza diseñado
especialmente para la escolta de los IL-2. Es decir, si los IL-2 no se
hubieran fabricado en estas cantidades, lo más seguro es que nosotros no
hubiéramos fabricado tanta cantidad de “Yak”. ¿En Su opinión, hasta que
punto mi afirmación es acertada?
I.K.
Yo opino lo mismo. El “Yak” precisamente era diseñado como un “elemento
complementario” para el IL-2. Mi opinión es la siguiente: los “Yak” – el
Yak-7B, el Yak-1 y el Yak-9 – eran cazas medios. El límite superior de
un caza medio – es cuando no tiene puntos débiles notables, pero tampoco
tiene puntos fuertes extraordinarios. Al “Yak” le faltaba potencia. Era
algo flojo. ¡Pero!.. Siendo un caza medio en todos los aspectos, el
“Yak” era increíblemente bueno realizando escolta cercana de aviones de
ataque al suelo. Y escoltando precisamente a los IL-2, el “Yak” era el
rey y el puto amo.
Ningún avión era capaz de defender a los IL-2 tan bien como lo hacia el
“Yak”. Para estas tareas incluso el La-5 era inferior al “Yak”. El IL-2
y el “Yak” eran “productos complementarios”: el IL-2 era la espada, y el
“Yak” – el escudo. Los Messerschmitt intentaban a toda costa ponerse en
posición de ataque para derribar nuestros IL-2 – atacaban por arriba,
por debajo, por la derecha y por la izquierda, intentaban como sea
romper nuestra formación y nuestra defensa, pero cada vez nos daba
tiempo para ocupar la posición adecuada antes que los alemanes se pongan
en posición de ataque. En este tipo de combate el “Yak” era insuperable.
A.S.
¿Es decir, la fabricación de los “Yak” no iba en función de la simpatía
personal hacia el ingeniero Alexándr Yákovlev, sino en función de un
simple cálculo de necesidades: para una cantidad determinada de IL-2 se
necesitaba una cantidad determinada de “Yak”?
I.K.
Afirmativo. Aproximadamente un “Yak” para dos “IL-2. En nuestro cuerpo
aéreo era así: había una división aérea de cazas “Yak” para dos
divisiones aéreas de Shturmovík IL-2. Si no fuera por los IL-2, creo que
nuestra industria aeronáutica fabricaría algún otro tipo de caza en vez
de los “Yak”. O fabricarían los “Yak”, pero en menores cantidades.
A.S.
Me da la impresión que en nuestros regimientos de caza la cantidad de
derribos de aviones alemanes era un indicador de prioridad secundaria.
¿Tengo razón?
I.K.
No. La cantidad de los cazas derribados es un indicador importante y es
un motivo de orgullo tanto para los mandos del regimiento como para los
propios pilotos, en las cuentas de los cuales están registrados estos
derribos. Otra cosa es que este indicador de derribos no es el único
indicador de eficiencia de un regimiento de cazas.
Por
ejemplo, en los informes de nuestro regimiento, en primer lugar constaba
la cantidad de misiones de escolta de los Shturmovík realizadas por
nosotros. Obligatoriamente constaba que los Shturmovík escoltados por
nosotros no sufrieron ninguna baja. Se informaba de cuantas veces
defendíamos a nuestras tropas de tierra de los ataques de los
bombarderos alemanes y que durante la presencia de cazas de nuestro
regimiento los intentos alemanes de bombardear nuestras posiciones eran
frustrados. Se indicaba, cuantas veces realizamos misiones de ataque al
suelo, cuantas bombas lanzamos durante los ataques al suelo y durante la
“caza libre”, cuantas unidades de maquinaria enemiga y efectivos
alemanes fueron aniquilados, cuantos puentes destruimos, cuantas
misiones de reconocimiento se llevaron a cabo, y etc. Y como complemento
informativo, como el “halo” de nuestro trabajo – se indicaba la cantidad
de los cazas enemigos derribados: evidentemente, cuanta más cantidad de
alemanes derribados – mejor.
Pero
el “numero de derribos” como una cantidad abstracta no quiere decir
nada. Nosotros básicamente realizábamos misiones de escolta de aviones
de ataque al suelo, y durante estas misiones la regla era bien sencilla:
“es mejor no perder ningún Shturmovík y no derribar ningún
Messerschmitt, que derribar a tres Messerschmitt y perder a un
Shturmovík.
Pasé
casi toda la guerra ocupando el cargo del comandante de la escuadrilla.
Como piloto de caza, estoy orgulloso por mis cuatro aviones derribados.
Y como piloto de caza, tuve la felicidad de ver cómo explotan los
aviones derribados por mi cuando se estrellan contra el suelo (y créeme,
es una autentica felicidad). ¡Pero estoy aun más orgulloso de que en mi
escuadrilla no perdimos ni un solo piloto en toda la guerra! En mi
escuadrilla los pilotos no morían, sino venían, adquirían experiencia de
combate y se iban por ascenso a otras escuadrillas o escuadrones. ¡Ni un
solo muerto! En cuanto a bajas yo era un comandante con mucha suerte.
Cuanto a mi escuadrilla venia un novato, le decía desde el primer
momento: “¡Recuerda! ¡En mi escuadrilla la regla es bien sencilla: o
volvemos todos o morimos todos! ¡Aquí compartimos todo - la vida y la
muerte!”. Así es como era.
Te
diré más: en toda la guerra los Shturmovík y los bombarderos cubiertos
por mi escuadrilla no sufrieron ni una sola baja por culpa de los cazas
enemigos. ¡En toda la guerra! Y eso a pesar de que en ocasiones mi
escuadrilla tenia que defender a cuatro, a seis o a ocho aviones.
¿Entiendes?
A.S.
Entiendo. ¿Y cuándo le derribaron, Usted no iba con su escuadrilla?
I.K.
Si, pero no era mi escuadrilla. Aquel vuelo era extraordinario,
simplemente reunieron de forma urgente a dos parejas compuestas por los
pilotos de diferentes escuadrillas. En aquel combate yo iba de punto.
A.S.
De todos los tipos de misiones de combate – la “caza libre”, el “combate
maniobrable”, “escolta cercana” y el ataque a los bombarderos enemigos -
¿Cuál es “técnicamente” la más compleja en Su opinión?
I.K.
Todas tienen sus dificultades, pero creo que la “escolta cercana” es la
más compleja. Es una misión difícil, no todos serían capaces de
cumplirla de forma satisfactoria. No todos los pilotos, e incluso no
todos los regimientos de caza podrían cumplir esta misión. Si, hablo
sobre la “escolta cercana” en concreto. ¡Estas completamente atado! ¡Ni
velocidad ni maniobra! ¡Estas agitándote alrededor de los bombarderos
como si fueras un perro encadenado! Y todo el rato tienes que estar
pendiente de los bombarderos y de que no te “arranquen tu propia cola”.
En nuestro regimiento sabíamos hacerlo. Créeme, el titulo de la Guardia
no se concede a cualquier regimiento.
A.S.
¿Y el siguiente tipo de misiones por nivel de dificultad?
I.K.
Atacar a los bombarderos pesados. Sobre todo si se trata de una
formación numerosa, de 2-3 grupos de nueve, o más. ¡Vete a saber donde
están disparando sus artilleros! Disparaban en todos los sectores. Nunca
se puede afirmar con certeza si te están disparando a ti o a tu
compañero. En este escenario nada depende de ti, y esto es muy
desagradable. Era difícil, a pesar de que las ametralladoras alemanas
eran de poca potencia y sus artilleros no eran precisamente buenos. La
bala es tonta, no distingue si va dirigida al cristal blindado o a tu
cabeza.
A.S.
¿Cuándo empezaron a creer en nuestra victoria?
I.K.
En principio, yo nunca dudaba de que nosotros íbamos a vencer. Entendí
que definitivamente vencimos la guerra cuando nuestras tropas entraron
en el territorio alemán. Aun se libraban combates, pero yo comprendí –
¡ya esta, hemos ganado!
A.S.
Y en los años 1941-1942 - ¿no tenían la sensación de que “¡esto el final, hemos perdido!?
I.K.
A
ratos.
Estos
años eran especialmente difíciles. Los dos primeros años de la guerra
los aguantamos “sobre los huesos y la sangre”. ¡Al comenzar la guerra,
la práctica resultó ser que nosotros no teníamos nada!
¡Aparentemente
teníamos
un ejercito “de
primera”!
Pero
nuestras tropas se estaban retirando.
No
había ni comandantes ni armamento. Pero nos cabreamos, y aguantamos
solamente gracias a esa enorme furia que teníamos, y gracias a la fuerza
de nuestro espíritu: “¡mátennos a todos, pero no nos moveremos de aquí!
¡Os ahogareis en nuestra sangre pero no avanzareis ni un solo metro
más!”. Durante los dos primeros años de la guerra los alemanes realmente
se ahogaban en nuestra sangre. Pero nosotros aprendimos a luchar, y a
partir de aquel entonces, cuando yo entré en el frente, nuestras bajas
en comparación con los años 1941-42 eran muchísimo menores.
Más
tarde comprendí que los alemanes representaban una fuerza brutal,
horrible. Ellos tenían una idea clara: estaban convencidos de que el
mundo era solamente para ellos, y que los demás no eran más que basura
bajo la suela de sus zapatos. Y créeme, los alemanes creían en esta idea
fanáticamente. Y si nosotros no les hubiéramos parado, el siguiente país
seria América. También les hubieran conquistado.
En
aquel entonces yo odiaba a los alemanes de verdad. Ahora ya no, porque
que ellos pagaron un precio alto por su autoengaño.
A.S.
En la actualidad muchos afirman que en la Gran Guerra Patria seria mejor
que nosotros tuviéramos menos cantidad de pilotos, pero con el nivel de
preparación más elevado. En su opinión, ¿hasta que punto esta afirmación
tiene sentido?
I.K.
En parte, algo de razón tienen. Teníamos muchos legos, de allí vienen
las bajas. Yo también lo era, pero tuve suerte.
Pero
por otro lado, no se puede disminuir de forma significativa la cantidad
de pilotos. Tienes que entender, que es imposible tener unas Fuerzas
Aéreas compuestas exclusivamente por unos pocos ases.
Créeme, yo, más que nadie, respeto a los ases como Kozhedúb o
Pokrýschkin. Son personas de un gran talento y de una maestría
extraordinaria. Yo más que nadie puedo llegar a entender - qué cantidad
de sudor y sangre les costaron sus victorias. Sobre todo en nuestras
Fuerzas Aéreas, donde el piloto no tenía ninguna libertad de acción, ni
tampoco podía escapar para poder sobrevivir. Pero aun así puedo afirmar
con toda seguridad que en un 99% que la guerra con la Luftwaffe fue
ganada por los pilotos como yo – “sencillos”, no Héroes. Porque
precisamente los pilotos “como yo” son los que realizaban las misiones
rutinarias, duras, pero a la vez imprescindibles – prestar el apoyo a
los Shturmovík y a los bombarderos, realizar la defensa antiaérea de
nuestras tropas de tierra, atacar a las tropas de tierra enemigas,
realizar misiones de reconocimiento, y muchas cosas más. Nosotros
hacíamos “aquello” de lo que estaba compuesta la guerra. Y si no fuera
por nosotros, simplemente no habría suficiente cantidad de “Héroes” para
realizar todo este trabajo rutinario, que era realizado por nosotros a
diario, a cada hora, en cada momento de aquella guerra.
Si,
Kozhedúb y Pokrýshkin, como luchadores aéreos estaban por encima de
todos, pero en la guerra ellos dos solos no podrían sustituir ni
siguiera a una decena de pilotos como yo. Y ya no te hablo de un
centenar de pilotos. Es así.
Es
difícil calcular de forma acertada cuántos pilotos y cómo se ha de
preparar. Y que esta cantidad pudiera adquirir suficiente nivel de
preparación. Y que además no esté en inferioridad numérica. Es
inmensamente difícil hacerlo.
A.S.
Es decir, si le he comprendido bien, ¿las Fuerzas Aéreas soviéticas
ganaron la guerra aérea a Luftwaffe precisamente gracias a que estaban
mejor adaptados para llevar a cabo una “guerra de desgaste”?
I.K.
Si.
Lo
has dicho muy bien – precisamente para la “guerra de desgaste”. A veces
se necesitaba la maestría, a veces – la maquinaria, a veces – sangre.
Nosotros dábamos todo aquello que la Victoria nos exigía, no
escatimábamos nada.
A.S.
Otra pregunta más: en su opinión, ¿para un piloto de caza la guerra es
un trabajo o un deporte?
I.K.
Trabajo… Durísimo… Hasta llegar a perder el conocimiento y la vida.
A.S.
¿Su opinión respecto a la guerra no ha cambiado hoy en día?
I.K.
No. Créeme, si se pudiera retroceder mi vida hacia el pasado, yo hubiera
hecho exactamente lo mismo. Lucharía como un piloto de caza. Esto es
todo…