"Regado del Teatro Máliy para el frente"
A.S.
Dígame, ¿os alimentaban bien? ¿En la Academia, en el ZAP (Aviaregimiento
de Reserva), en el frente?
I.K.
Nos alimentaban bien, si. En la Academia algo regular, en el ZAP – bien,
en el frente – muy bien. La ración era completa, como marcaban las
ordenanzas.
A.S.
Una pregunta “rutinaria”: ¿cuanto vodka o alcohol etílico podía haber
tragado el piloto “más entrenado” en una sola sentada?
I.K.
El alcohol etílico puro no nos daban. Daban el alcohol disuelto con agua
al 40% o bien, daban el vodka. Los 100 gramos por cada vuelo de combate.
Si haces cuatro vuelos al día – por la noche te daban 400 gramos. Para
ahogarte en el vodka.
Un
piloto era capaz de beber mucho alcohol en una sola sentada. Había
algunos que eran capaces de beberse un montón. Pero aquellos pilotos no
sobrevivían durante mucho tiempo. Bebes por la noche – por la mañana
estás hecho polvo, pero tienes que ir a volar. Despegas – y te derriban.
Una persona en este estado no era capaz de sacar de su avión todo lo que
aquel le podía haber dado. Más tarde nuestro comandante acabo con esta “fiesta”:
prohibió entregar la porción completa. Hagas los combates que hagas –
como mucho te daban 150 gramos.
A.S.
Durante los días festivos o mientras se reformaban los regimientos –
¿bebían más, o bebían menos?
I.K.
Durante los días festivos - no mucho, sobre todo cuando estabas formando
parte de la escuadrilla de guardia. Daban los 150 gramos, los de
siempre.
En la
retaguardia, evidentemente, se bebía más, pero esto también dependía de
cada persona. En nuestro regimiento los pilotos, en su gran mayoría,
bebían de forma moderada. Lo que te decía antes – aquellos que se
acostumbraban “a mamar” y empezaban a beber grandes cantidades y de
forma frecuente (los alcohólicos, vamos) no duraban mucho tiempo en el
frente. Eran derribados en poco tiempo.
Mi
“límite” personal eran los 150 gramos. A mi no me gustaba el alcohol.
A.S.
¿Bebían el “licor-chasis” – la mezcla de alcohol y glicerina?
I.K.
¡Que dices! Para un piloto beber esta porquería – ¡es una humillación!
Esta basura solamente la tragaba el personal de mantenimiento técnico.
A.S.
¿Realizaban algún tipo de preparación física, gimnástica?
I.K.
No, no lo hacíamos. Teníamos un montón de asuntos más importantes que
esto.
A.S.
¿Fumaban mucho?
I.K.
La mayoría de nosotros fumaba, yo – no.
A.S.
Una pregunta, quizás, un poco delicada: ¿podrían los pilotos ponerse de
acuerdo y derribar en el aire a un “mal” comandante?
I.K.
Por
su puesto que si.
A.S.
¿Y realmente hubo casos?
I.K.
En nuestro regimiento – no hubo ninguno. ¿En otros? Hubo rumores…
Parecían bastante verdaderos… Muy verdaderos…
Existen unos comandantes-imbeciles,
que no aprecian a sus pilotos, a pesar de que ellos mismos también son
pilotos… Hay algunos que se aficionan demasiado a sacar el provecho
personal a costa de los demás. A mi juicio, es preferible coger a este
bastardo y cargárselo nosotros mismos. Y hacerlo antes de que él te
mande a morir para sacar su propio provecho personal.
A.S.
¿Usted realizaba misiones de reconocimiento?
I.K.
Realizaba, y en muchas ocasiones.
A.S.
¿Instalaban la aerofotocámara en su “Yak”?
I.K.
Si, las instalaban.
En el compartimiento que se encontraba detrás de la cabina. Yo con esta
fotocámara no solamente realizaba misiones de reconocimiento, sino
también realizaba tareas de fotocontrol: cuando los IL-2 terminaban su
trabajo, me quedaba un poco más sobre el objetivo para sacar las fotos.
Era muy desagradable. “El rumbo recto – es el sueño del artillero del
antiaéreo”. Así que mientras sacaba fotos, los artilleros te metían
castaña, haciendo realidad sus “sueños”.
A.S.
¿Desde que altitud se puede distinguir el rastro de las orugas de un
carro de combate, y desde que altitud se puede distinguir el mismo
carro?
I.K.
Un carro de combate era visible desde 2500-3000 metros. Esto también
depende del tipo del carro – si es un carro medio o es un carro pesado.
El rastro de sus orugas – desde 1500 metros.
A.S.
Otra pregunta de las “delicadas”: ¿hubo algún roce de carácter
nacionalista entre los pilotos del regimiento?
I.K.
¡Jamás!
La
nacionalidad no tenía ninguna importancia en absoluto.
Ser
ruso, uzbeco, ucraniano, judío, georgiano u osetio - no tenia ninguna
importancia, éramos todos como hermanos. ¡Yo mismo soy ucraniano! No
estoy del todo seguro, pero no me equivocaría mucho si dijera que los 36
pilotos de nuestro regimiento pertenecían a 13 nacionalidades distintas.
Los
pilotos somos gente normal, no somos ni mejores ni peores que otros, y
en la tierra todos podemos tener nuestras simpatías o apatías - pero
todo esto se quedaba en la tierra. En el aire nuestros pilotos confiaban
más en sus compañeros que en si mismo (el único que no respetaba esta
regla era nuestro zampolit, canalla asquerosa).
A.S.
¿Cómo satisfacían sus “necesidades sexuales” en el frente?
I.K.
Cada uno como podía. En general, mediante la “población civil
benevolente”. Solamente existía una única regla: nada de violaciones.
Negócialo como quieras. Nosotros, los pilotos, lo teníamos un poco más
fácil que los demás: teníamos a las camareras del comedor, las armeras,
las chicas del servicio VNOS. Nos poníamos de acuerdo con ellas.
Los
jefes lo tenían aun más fácil - podían tener una “soldada” a su
disposición, en el frente las llamaban “PPZh” (la Esposa temporal de
Campo de Operaciones – A.S.). También pasaba eso, para que negarlo…
“El
instinto reproductivo” surgía cuando no había combates. Pero mientras
duraban los combates, el único deseo era dormir.
A.S.
¿Enviaban a los pilotos a las celdas de arresto?
I.K.
En nuestro regimiento – no.
A.S.
¿Como nuestra infantería (artillería, tanquistas, y etc.) trataban a los
pilotos? ¿Os querían y respetaban, o consideraban que lucháis mal, que
os alimentan de chocolate gratuitamente?
I.K.
Nos trataban bien. Nos querían.
Nosotros les defendíamos “con todo el alma”. Cuando me derribaron, de la
primera línea del frente me sacaron los tanquistas. Me mostraron un
respeto muy sincero y autentico: “¡nosotros, aquí abajo, sabemos, que en
el caso de necesidad ustedes nos cubrirán las espaldas, estamos seguros
de ello!”. Es que era ya el año 1943, cuando nosotros ya dominábamos la
situación.
A.S.
¿Cómo era su relación con los órganos políticos del regimiento?
I.K.
Había de todo… Con los de rango inferior – komsorg y los demás – bien.
Pero con el zampolít… (Zampolít – sustituto del comandante para
asuntos políticos. Nota de HR).
Nuestro zampolít era un tío bastante repugnante. Aunque he de decir que
el también era piloto. En una ocasión volé con este zampolit. Estábamos
en el campo de operaciones de Sandomír. Yo iba de líder, él - de punto,
aunque yo tenia el rango de leytenant, y el – rango de mayor. Me dijo:
“Venga,
Iván
–
tu
mandas.
Tu
eres el experto”. Nos enviaron en pareja, en misión de “caza libre”.
Fuimos hacer una pequeña visita a las tropas alemanas. Bombardeamos con
éxito. Cuando íbamos de vuelta, nos encontramos con cuatro
Messerschmitt. Yo – al combate, el tío – ¡se piró de allí!.. (“Es que
estaba buscando un lugar adecuado para realizar el ataque…” – así es
como me lo dijo después). Mientas, yo estaba dando la cara,
enfrentándome yo solo al cuarteto alemán. Estuvimos haciendo virajes
durante unos cinco minutos. Cuando tuve la oportunidad para salir del
combate - me retiré en encabritado, en dirección al sol. Los “Messer” me
perdieron de vista.
A.S.
¿Qué caza pilotaba Usted en aquel combate? ¿A que altitud transcurría el
enfrentamiento? Y otra pregunta: ¿en Su opinión, por que los pilotos
alemanes no impusieron el combate basado en maniobras verticales? Usted
mismo ha dicho que Messerschmitt tiene ventaja en maniobrabilidad
vertical.
I.K.
Yo llevaba un Yak-1. La altitud era de unos 2500-3000 metros.
¿Por
que los alemanes no basaron su combate en maniobras verticales? Creo que
simplemente eran inexpertos (aunque “en virajes” no eran nada malos). Me
causaron esta impresión porque ellos organizaron su combate de forma muy
desordenada, desorganizada, no coordinaban bien. Se notaba claramente
que el líder del cuarteto alemán no sabía dirigir a sus subordinados. Y
la mitad del éxito (o del fracaso) de un combate – es el merito del
líder del grupo.
A.S.
¿Y Usted no tuvo miedo a enfrentarse en pareja contra cuatro enemigos?
I.K.
No, yo no tuve miedo. Aunque yo ya sabia que nuestro zampolít no es de
los pilotos más audaces del regimiento. ¡Pero lo que no podía haberme
imaginado es que el zampolit se acojone de esta manera tan patética!
A.S.
Y cuando comprendió que se quedó solo contra los cuatro – ¿no le dio
miedo?
I.K.
No era el momento más adecuado para pensar en ello. ¿Sabes por qué
empecé a dar vueltas con ellos? Porque pensaba que podría derribar al
menos a uno de ellos. Y me encontraba muy cerca de conseguirlo, me
faltaba “casi nada”. Parecía que “ya esta”: me ponía a su cola,
solamente faltaba girar un poco más para dirigir el morro hacia él y
abrir el fuego – ¡pero no! Justo en este momento se me ponía detrás uno
de sus compañeros. Y cuando me desprendía de éste - se ponía otro… Uno
contra cuatro – es demasiado. Así estuve dando vueltas con ellos unos
cinco minutos, y luego pensé: “¡Que os den! ¡Os perdono la vida!” – y me
largué.
Aquel
combate era difícil, pero los hubo aun más duros. Hasta hoy día me estoy
arrepintiendo de no haber estado mi punto en aquel combate. Con él les
hubiéramos enseñado “un combate demostrativo de la pareja de cazas”.
Aquellos alemanes se hubieran bañado en su propia sangre… Si el zampolít
no se hubiera cagado en los pantalones, y tan solo se hubiera dedicado a
rechazar los ataques a mi cola, entonces estoy convencido de que
hubiéramos derribado por lo menos a uno de ellos. Pero no fue así…
A.S.
¿Y que pasó luego con el zampolít?
I.K.
Cuando llegué, informé al comandante del regimiento sobre los detalles
del combate, y luego me giré y al zampolit se lo dije a la cara: “¡No
volveré a volar más con usted! ¡No le necesitamos aquí!”. Esta frase -
“No le necesitamos” - el zampolit me la “recordaba” durante mucho
tiempo.
A.S.
¿Había un “osobíst” en su regimiento? ¿Le tenían miedo? (Osobíst - El
agente del Departamento Especial de la KGB en asuntos de la seguridad
nacional. Nota de HR.)
I.K.
Claro que había. Era un hombre mayor. Era muy tranquilo, una persona
sencilla. Nosotros no le teníamos miedo, para nada. El nos trataba muy
bien. Comprendía nuestro trabajo. Nosotros también comprendíamos el
suyo. Y cuando las personas se entienden, la vida es menos complicada.
Recuerdo, cuando yo ya tenía realizadas unas 30 misiones, él se me
acercó, me invitó para hablar en privado y me dijo: “Iván Ivánovich, tu
ya eres un piloto con experiencia, tienes buenas referencias de los
mandos del regimiento… A ver si puedes vigilar un poco a aquellos que en
un combate intentan salvar su pellejo, o hacen otras “cosas feas”… Si
detectas algo así – dímelo en privado…”. Le dije: “claro que se lo diré,
enseguida, en cuanto vea algo – iré corriendo para informarle…”. Nos
miramos las caras y nos reímos… Es que por mi parte, yo comprendía
perfectamente que él también tenia que hacer su trabajo, y el –
comprendía perfectamente que no voy a delatar a nadie. Nos despedimos
muy contentos. Todo quedó claro entre nosotros.
Por
cierto, precisamente nuestro “osobíst” fue quien no dejó al zampolít a
denunciarme ante los “órganos” superiores. Al principio, el zampolít
continuamente se quejaba de mí ante el comandante del regimiento. Pero
el comandante le contestaba que “Kozhemyáko proviene de un orfanato, por
lo cual es un desequilibrado mental y dice lo que le sale de las pelotas.
Y para reeducarme él no tiene ni tiempo ni ganas”. Entonces el zampolít
se puso aun más “chulo” y fue hablar directamente con el “osobíst”, para
decirle que “ya es hora de averiguar por parte de los “órganos
competentes” – ¿desde cuando Kozhemyáko tiene dudas sobre la necesidad
de la presencia de los órganos políticos en las Fuerzas Armadas?”.
Como
te había dicho antes, nuestro “osobíst” era un tipo sencillo, y
seguramente por esto no tardó en resolver su “misión encomendada”:
“¡Vete a tomar por el culo, puto desgraciado!” - (se lo dijo tal cual,
esto me lo contaron después). Así es como acabó toda su “labor
investigadora”.
Para
meterse con un “osobíst” el zampolít ya no tenía nuevos. Le podría salir
demasiado caro. Así que después de chocar con una pared como esta,
dentro de poco tiempo lo apartaron del escuadrón – justo cuando comenzó
la reorganización del regimiento. El comandante del regimiento buscó una
excusa y lo echó. El zampolít fue enviado a otro destacamento militar.
A.S.
Supongamos que alguno de los pilotos escribe una denuncia al “osobíst”.
¿Cómo le tratarían sus compañeros después?
I.K.
Lo hubieran despreciado como basura. Nadie volaría con el nunca más. Se
negarían y punto. Y el comandante del regimiento se desprendería de este
“soplón” en cuanto tuviera la mínima oportunidad. ¿Para que quieres
tener a un piloto en tu regimiento con el que nadie quiere volar?
A.S.
Lo que no entiendo es lo siguiente: Usted dijo que no volará más con el
zampolít. ¿Y si el comandante del regimiento le da la orden de volar con
el?
I.K.
Si me hubiera dado esta orden - yo me negaría a cumplirla.
A.S.
¿Y no le podían haber enviado al Tribunal de Guerra por desobediencia a
las órdenes del comandante del regimiento?
I.K.
Teóricamente – si. Pero en la práctica, el comandante del regimiento no
se la jugaría. El Tribunal enseguida se pondría a investigar - ¿Por qué
un experimentado piloto militar se negó a cumplir la orden de su
comandante? ¿Y que es lo que hubieran averiguado? Yo les hubiera dicho
que nuestro zampolít es un cobarde y un traidor, y volar con él – es una
muerte segura y una ayuda para los alemanes. Y los demás pilotos lo
hubieran confirmado (todos nosotros éramos como hermanos, siempre nos
defendíamos unos a otros). Me juzgarían o no – esto aun estaría por ver,
pero el comandante del regimiento recibiría una buena bulla – puedes
estar seguro. Como mínimo, perdería su puesto de comandante. ¿Tú crees
que se la jugaría? Para él sería más fácil no enviar al zampolít en
misiones de combate.
A.S.
¿Partían las caras al personal técnico por una mala preparación de
aviones?
I.K.
¿Y eso para que? Si yo despego y falla algún sistema del avión, en la
tierra investigarían la causa y si determinan que el culpable es el
técnico – le espera un tribunal de guerra. El técnico lo sabe
perfectamente, así que preferirá dormir unas horas menos pero preparar
su avión como es debido.
A.S.
¿Y un piloto podría partirle la cara a su compañero por un “mal
comportamiento” durante el combate – por ejemplo, por abandonar a sus
compañeros, por cobardía, y etc.?
I.K.
Esto si – tranquilamente. Partirle la cara, o decirle públicamente que
“¡no volveré a volar más con un comemierda como tu!”. Como en aquel caso,
cuando yo dije algo parecido al zampolít. Pero en mi regimiento no hubo
ningún caso más, aparte de aquel que te he contado.