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Héroe de la URSS, Mayor de la Guardia

A.A. GUBANOV

"Los días decisivos en

Stalingrado"

Informe del combate

Biografía del piloto

 

Combate realizado con: La-5

Los días decisivos en Stalingrado

 

Las dos semanas de combates en el Frente de Stalingrado, que comenzaron en noviembre del 1942, acabaron con la brillante victoria de nuestras tropas. La enorme agrupación de tropas alemanas quedo cercada. El cerco se estrechaba cada día que pasaba.

 

Intentando salvar las tropas cercadas, el mando del ejército alemán realizaba grandes  esfuerzos y destinaba enormes  recursos, noche y día enviaba centenares de aviones de transporte con proyectiles, alimentos y refuerzos. Estos aviones eran eliminados por nuestros cazas: pocos conseguían llegar a su objetivo, y menos aún, lograban regresar.

 

En la región de Kotélnikovo un gran grupo de tropas alemanas comenzó una ofensiva con el objetivo de romper el cerco y lograr llegar hasta el cerco de sus tropas, pero nuestras unidades terrestres rechazaron la ofensiva y posteriormente ellos mismos comenzaron la contraofensiva. Nuestro regimiento de cazas estaba emplazado en el aeródromo de Svétliy Yar, junto a otro regimiento de Shturmovík IL-2. Los Shturmovík despegaban varias veces al día para efectuar ataques a suelo en la región de Kotélnikovo, y nuestra misión consistía en escoltarles.

 

El 26 de diciembre me ordenaron realizar una misión de combate que consistía en escoltar con un grupo de 5 cazas a 6 Shturmovík IL-2, que iban a atacar sus objetivos en la región de Kotélnikovo.

 

Los 6 IL-2 iban en formación de “escalón derecho”. Los cazas nos pusimos en la formación siguiente:

 

- Una pareja de La-5, liderada por mi sustituto Ignátiev, se colocó por la derecha de los IL-2;

- Yo iba en solitario por el flanco izquierdo del grupo;

- Una pareja de La-5, liderada por Leytenant Gnido, se colocó por el flanco y por encima de la formación. En caso de aparición de los cazas alemanes, el Leytenant Gnido tenía que entrar en combate primero.

 

Tras despegar, nos pusimos rápidamente en formación de combate. El líder de los Shturmovík comunicó por radio: “pongo rumbo al objetivo”.

 

Las condiciones meteorológicas eran favorables: ni una sola nube.

 

Por la derecha, en el recodo del río Vólga, se levantaba una enorme nube de humo: Stalingrado estaba en llamas. Nuestra ruta pasaba en paralelo a las vías ferroviarias, que comunicaban Stalingrado con Kotélnikovo.

 

Cruzamos la línea del frente. En el aire todo estaba tranquilo. De frente nos venia un avión de reconocimiento alemán. Iba a gran altitud, dejando una larga estela blanca, mortal para el. Casi en paralelo a nosotros, pero mucho más alto, iba nuestro avión de reconocimiento Pe-2, que se dirigía a la retaguardia alemana. En el aire, por delante de nosotros, aparecieron otros dos puntos negros. ¿Quienes son? ¿Son nuestros, o son alemanes? Los puntos negros aumentaban de tamaño cada segundo que pasaba. Al poco tiempo se púdo distinguir las siluetas de cazas. Seguramente eran cazas alemanes. Transmití por radio: “¡Atención, dos Messerschmitt por delante!”. Nuestro grupo entró en movimiento: los Shturmovík estrecharon su formación, la pareja de Gnido comenzó a ganar altitud.

 

Cruzamos la línea del frente. Hasta el objetivo faltaban unos cinco kilómetros. Los Messerschmitt pasaron de largo, y cuando se colocaron por detrás de nuestra formación, comenzaron a girar para atacarnos por detrás. Ellos comenzaron a realizar el ataque sobre el grupo de Gnido, reduciendo la distancia en descenso. La pareja de Gnido realizó un brusco giro y atacó frontalmente a la pareja alemana. Comenzó el combate aéreo.

 

Estuve observando el aire con la máxima atención. Por el momento, aparte de esta pareja de Messerschmitt no había ningún alemán más. Comencé a observar el combate aéreo. Los alemanes disponían de todas las ventajas: ellos comenzaron el combate disponiendo de ventaja en altitud y en velocidad, mientras que la pareja de Gnido no tenía estas ventajas. Los alemanes obligaron a la pareja de Gnido a ponerse en círculo y comenzaron a realizar breves ataques desde arriba. En este momento pensé que les iban a derribar a los dos. ¿Qué hacer en esta situación? Otra vez mire alrededor para asegurarme de que no había nadie más. Nuestro objetivo ya estaba a la vista. Tras asegurarme de que en el aire no había nadie mas, transmití la orden a la pareja de Ignátiev: “Seguid escoltando vosotros dos, yo iré para ayudar a la pareja de Gnido”.

 

Realicé un brusco giro hacia atrás y me dirigí en trepada al lugar del combate aéreo. Cuando alcancé 500 metros de altitud por encima de los alemanes, ataqué por detrás a uno de los Messerschmitt, entrando por la parte del sol. El alemán, al ver que yo me puse detrás, puso su avión en vertical. Yo seguí persiguiéndole. El alemán alcanzó el punto máximo de la “montaña”, y es como si se hubiera quedado suspendido durante unos instantes.

 

Apunté y abrí el fuego. Al ver mis ráfagas, el alemán maniobró bruscamente y se puso a picar. Yo pasé por delante de él, siguiendo en trepada, al mismo tiempo intentando localizar al segundo Messerschmitt. Lo localicé rápidamente. Estaba unos 500 metros más bajo que yo, persiguiendo a uno de los La-5. El La-5 realizaba virajes muy pronunciados, para evitar entrar en el colimador del alemán. Sin pensar, piqué sobre el alemán y en un instante me puse en su cola. Tan solo la existencia de la amenaza de un ataque fue suficiente para que el alemán se retirara del combate, realizando una “media revolución”. Sin perder tiempo, comencé a reunir el grupo de mis cazas para ir a buscar el resto de nuestro grupo. Tras haber reunido a los dos cazas, los tres nos dirigimos hacia el objetivo.

 

Por delante de nosotros detecté a un grupo de aviones que iban en vuelo rasante. Los conté. Eran cinco Shturmovík, por tanto aquel grupo era mío. Gnido y su punto, al ver a los Shturmovík, comenzaron el descenso pronunciado. Yo, sin perder altitud, seguía volando en rumbo encontradizo al rumbo de los Shturmovík. Cuando me puse prácticamente encima del grupo, noté que pasaba algo extraño. Empecé a observar con mayor atención el espacio aéreo, y detecté a 2 Messerschmitt, que intentaban atacar a los Shturmovík. Uno de nuestros cazas, maniobrando de derecha a izquierda y viceversa, les mantenía a ambos a una distancia segura del grupo de los Shturmovík. La pareja de Gnido, mientras se ponía en rumbo paralelo al grupo de Shturmovík, no podía ver a los Messerschmitt.

 

Dejé pasar a mi grupo por delante, realicé una “media revolución” para perder altitud, y pegado al suelo, alcancé a los Messerschmitt. Mientras apuntaba en la panza del Messerschmitt, pensé: ¿De donde habrán salido? Probablemente eran aquellos dos, a los que nos hemos enfrentado anteriormente, y apreté el botón de los cañones.

 

No podía fallar: la distancia de tiro era muy corta. Desde los cincuenta metros se podía distinguir muy claramente, cómo los proyectiles impactaban en la panza del caza enemigo. Los impactos iban acompañados de explosiones de color rosado. Del radiador de agua perforado del caza alemán comenzó a escapar el agua, pulverizándose en el aire y dejando un rastro de color blanco. Poco después, al rastro blanco se le ha unido otro de color oscuro: el motor estaba en llamas. Y dentro de un segundo el Messerschmitt tembló, desde la cabina comenzaron a salir largas llamas, y el avión quedó suspendido en el aire.

 

Apenas me dio tiempo para tirar bruscamente de la palanca de mando para evitar chocar contra el alemán. Lo adelanté. El segundo Messerschmitt, mientras disparaba a uno de los IL-2, estaba tan entretenido que no vio la muerte de su punto. Yo, igual que en el primer ataque, pasé a vuelo rasante para no ser detectado y me puse en la cola del segundo Messerschmitt, colocándome más bajo.

 

Pasó exactamente lo mismo que antes, con la única diferencia de que el final del segundo caza alemán fue algo distinto. Tras recibir una larga ráfaga de mis cañones, el alemán se volcó de espaldas y en un instante chocó contra el suelo, desde 100 metros de altitud. Alabeando, miré hacia atrás. En el lugar de la caída del caza alemán se levantó una columna de humo negro, formando un gran hongo con una pata fina.

 

Todos nuestros aviones volvieron a la base, a excepción de uno de los Shturmovík, que tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en nuestro territorio.

 

En el puesto de mando ya estaban informados sobre el combate. Uno de los pilotos de un regimiento vecino, cuando volvía de la misión de reconocimiento, vio el combate y el resultado final. Cuando aterrizo a nuestra base para repostar el combustible, informó a los mandos de lo sucedido.

 

 

HR_Vadder / HR_Torero

 

 

 

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